Críticas
Aparente simplicidad
Tener y no tener
To Have and Have not. Howard Hawks. EUA, 1944.
Siguiendo con la excelente cinematografía que se creó en Estados Unidos en el año 1944, en plena contienda bélica mundial, y tras habernos reencontrado en números anteriores de la revista EL ESPECTADOR IMAGINARIO con obras como Laura, de Otto Preminger, Luz que agoniza (Gaslight), de George Cukor, y La mujer del cuadro (The Woman in the Window) de Fritz Lang, vamos a recordar el exquisito largometraje de Howard Hawks, Tener y no tener.
El realizador estadounidense, autor de una filmografía imperecedera, en donde tienen cabida obras de la calidad de La fiera de mi niña (Bringing Up Baby, 1938), Solo los ángeles tienen alas (Only Angels Have Wings, 1939), El sueño eterno (The Big Sleep, 1946), Río Rojo (Red River, 1948), o Río Bravo (1959), tardó en ser reconocido como uno de los autores más importantes de la cinematografía mundial, y solo empezó a convertirse en centro de todas las miradas cuando el director y crítico francés de la revista Cahiers du Cinéma, Jacques Rivette, en 1953, impulsó su reconocimiento universal con el artículo El genio de Howard Hawks, apoyando y profundizando en su acusada personalidad, dentro de la política de autores que abanderarían los críticos franceses.
Tener y no tener se sitúa en La Martinica, en plena Segunda Guerra Mundial, colonia francesa bajo el régimen de Vichy. En la isla, frente al ambiente colaboracionista, reina un clima de temor, de persecución y oscurantismo. Eran momentos de lucha por la propia supervivencia, por buscar la mejor oportunidad de alejarse del lugar, y por supuesto, para luchar por la liberación de la nación francesa. Todo ello no hace más que llevarnos al recuerdo de Casablanca, de Michel Curtiz (1942), ciudad marroquí también bajo el control del gobierno de Vichy, obra coincidente en situación, momento histórico, e incluso con la concurrencia de que en ambas películas repitieron varios intérpretes, empezando por el mismo protagonista, Humphrey Bogart, allí como Rick, dueño del café en donde se reunía habitualmente toda la ciudad, y aquí como Harry Morgan, propietario de un pequeño barco, que suele alquilar para llevar a turistas de pesca. Pero esta vez, la actriz protagonista no la encarna la cándida, bella y sumisa Ingrid Bergman, sino una jovencísima y descarada Lauren Bacall, que con apenas diecinueve años da vida a Marie, una fémina especie de mujer fatal, decidida, independiente, con un oscuro pasado y demasiada energía en la lucha por sus intereses, una joven que recuerda a las interpretaciones de Marlene Dietrich con el realizador norteamericano de origen austríaco, Josef von Sternberg.
Tener y no tener encuentra su punto de partida en el argumento de una novela de Ernest Hemingway, cuyos derechos, después de vencer los reparos que poseía el novelista, consiguió comprar Hawks, y seguidamente realizó una adaptación, cambiando de década, de lugar, y con la intervención de los guionistas Jules Furthman y William Faulkner.
La intención de la productora de la película, Warner Bros estaba en aprovechar las similitudes de la película de Howard Hawks con Casablanca, como medio para acercar al público a la obra y obtener una gran taquilla, pero fue recibida por los espectadores y por la crítica con división de opiniones. En realidad, creemos que el largometraje de Hawks no consigue la maestría de la película de Curtiz porque, probablemente, el guion no se encuentra a la altura del de Casablanca, resulta farragoso en algún momento, y en algún otro abusa de la teatralidad en situaciones y diálogos. En todo caso, estamos en una comparación con la magnificencia, y ello no es jugar limpio.
Mirando el filme de Howard Hawks por sí mismo, encontramos muchos puntos interesantes que hacen de la obra una gran película. Decantándose por la sencillez, destaca la cámara fija, con pocos movimientos, muy controlados, con encuadres eficaces y expresivos, y todo el conjunto al servicio de la historia. Las interpretaciones están cuidadas al máximo, y la interacción y sincronización entre los actores y actrices alcanza gran maestría, con una utilización del blanco y negro que resulta bastante neutra, y muchos interiores que se desarrollan en el hotel donde viven, sufren, se divierten, y se enamoran los personajes.
Humphrey Bogart, como Morgan, vuelve a deleitar nuevamente con ese papel al que nos tiene acostumbrados, de hombre libre, independiente, poderoso, una fortaleza, donde se esconde alguna profunda herida del pasado y en donde se alberga un corazón de oro. Es un personaje egocéntrico, al que únicamente le mueven sus propios intereses e inquietudes, reticente al compromiso ideológico y emocional, pero que terminará sucumbiendo a los tres frentes que le desafían: la amistad, el amor y la Resistencia francesa. Lauren Bacall, Marie, La Flaca (Slim), como la llama Bogart, se presenta intrépida, audaz, de lengua viva, valiente y misteriosa, también con pasado amargo pese a su juventud y con destino y paradero incierto. La química en la vida real que surgió en la pareja se siente en pantalla, y la insolencia, agresividad y acoso sexual con que Lauren Bacall somete a Humphrey Bogart se percibe intenso y se acoge como una verdadera posición de dominio de la mujer sobre el varón, manteniendo su independencia y consiguiendo el respeto en sus acciones y actitudes.
Hay un tercer personaje, Eddi (Walter Brennan), que se hace importante por la relación que mantiene con el protagonista, con Morgan, una relación de amistad en donde predomina y reluce el cariño, la responsabilidad y el cuidado del más indefenso e inocente. Tampoco falta aquí, como en Casablanca, un héroe, un Victor Laszlo hawkasiano, Paul de Bursac, un jefe de la Resistencia interpretado por Walter Molnar, que, aunque no canta La Marsellesa, no nos ahorra el discurso patriótico, recordando que si él es capturado o asesinado por los enemigos, siempre habrá alguien detrás tomando su lugar…
Ya puestos, terminando las comparaciones con la película de Michael Curtiz, tampoco falta el piano en la cafetería del hotel, y aunque en ambas obras estemos ante un drama, en la de Howard Hawks predominan mayores dosis de ironía y comedia. Y acabamos haciéndonos una pregunta inocente y sencilla: ¿cómo se hubieran producido los contactos entre los personajes en el filme si hubiera existido, como en la actualidad, la prohibición de fumar, así como la concienciación de que no nos interesa hacerlo? Porque nos saludamos para pedir un cigarrillo o cruzamos el pasillo a la habitación de enfrente para solicitar una cerilla para encender el pitillo, o se nos acaba el tabaco y volvemos a cambiar de territorio para obtener nuevas existencias. A lo mejor, ahora se harían los mismos viajes de ida y vuelta, con la excusa de que se ha perdido la cobertura del móvil o que en la propia habitación no se consigue el acceso a la wifi, o que hemos olvidado el cargador de los dispositivos.
Tráiler:
Ficha técnica:
Tener y no tener (To Have and Have not), EUA, 1944.Dirección: Howard Hawks
Guion: Jules Furthman y William Faulkner, basado en la novela de Ernest Hemingway
Producción: Warner Bros
Fotografía: Sydney Hixkox
Música: Franz Waxman
Reparto: Humphrey Bogart. Walter Brennan. Lauren Bacall. Dolores Moran. Hoagy Carmichael. Walter Molnar. Sheldon Leonard. Marcel Dalio. Walter Sande. Dan Seymour. Aldo Nadi. Paul Marion. Patricia Shay. Sir Lancelot
Excelente, completo análisis. Mil gracias.