Terra de telers

Visualízate en una sala de cine. El silencio y la oscuridad de la gran pantalla se desvanecen para mostrarte la imagen de unas manos pequeñas femeninas que empiezan a manipular tejidos, y de fondo, el ruido de esos telares que acompañan una música afablemente cautivadora. La tejedora va dejando de ser tan niña, se ve afectada por el paso del tiempo, pues sus manos son cada vez más grandes y llenas de madurez y sabiduría. Del mismo modo le sucede a la tela, que al final se muestra acabada y con las manos de cuatro mujeres de diferentes edades posadas sobre ella. Ha pasado toda una vida entre telares y su labor está terminada.

Esa niña, convertida en mujer mientras tejía, tiene nombre: se llama Julia –aunque todos la conocen como Julieta–, y es la protagonista de la nueva película de Joan Frank Charansonnet, Terra de telers. De hecho, dicha sucesión de imágenes son los títulos de crédito, que hablan por sí solos; resumen la esencia del relato de una forma bellísima y humilde. Porque la historia de esta pieza audiovisual es exactamente eso: el día a día de Julieta durante sesenta años, desde que llega con su familia a una colonia textil en 1923 hasta la década de los 80, cuando entran en crisis y esa forma de vida desaparece.

Las instituciones públicas no ayudaron a Joan Frank Charansonnet y a su equipo con ningún tipo de subvención, por lo que tuvieron que recurrir al capital privado y lanzar una campaña de micromecenazgo (Verkami) –igual que hizo con sus proyectos anteriores, Pàtria (2017), Doctrina (2016) y Ànima (2014).

Y lo más probable es que este “no-tan-alto” presupuesto sea el culpable de que el sonido y los efectos sonoros no sean de buena calidad en algunas localizaciones. O de que el elenco –generalmente, pues hay excepciones–, sobreactúe; técnicamente no hay nada que objetar, saben lo que tienen que hacer, están bien dirigidos. Pero no transmiten todo lo que podrían. Quizás les falta interiorizar al personaje, creérselo; no hacer que actúan, sino ser. Porque hay veces que por las exageraciones parece que estamos viendo All That Heaven Allows (Douglas Sirk, 1955). Aunque, cierto es, los diálogos tampoco imploran a la fluidez: no hay in media res, sino que esperan a que la cámara les encuadre para hablar o actuar; se nota la intención de la conversación, a dónde quieren llegar.

A pesar de estas inconvenientes, Terra de telers vale la pena. Solamente con las interpretaciones de las cuatro actrices de Julieta –que de hecho una de ellas, Alba López, es guionista de este filme junto al director–, sobre todo la de 1923 (Gala Charansonnet) y la de 1975 (Montse Ribadellas), sería más que suficiente. Se han arriesgado al decidir que fueran cuatro actrices diferentes, peligrando así la empatización con Julieta, pero ha sido todo un logro. ¡Bravo!

Además, el relato empieza con la voz en off de Blanca, la hermana de Julieta, que será la narradora de la historia a modo de flashback, el cual se alargará hasta el momento justo en el que empieza el filme. ¡Es un recurso cinematográfico bellísimo! Es casi igual de seductor que la magia de los pueblos que queda retratada en las tradiciones y costumbres catalanas: el “Tió de Nadal”, la verbena de San Juan, el licor de ratafía, la danza de las sardanas, el juego de la “charranca”…

Aparte, que el contexto del filme sea real nos permite, como espectadores, conocer mejor aquella época. Presenciamos cómo, al principio, las mujeres no tenían derecho a estudiar, el estreno en cine de la primera película en Catalunya –El café de la Marina (1931)–, la llegada de la luz a las casas gracias a la turbina Francis, la guerra civil, la posguerra y la muerte de Franco. También han incluido archivos reales e impactantes de Hitler. Cierto es que si quisieran realizar una serie con esta idea, material dramático e histórico no les faltaría.

Finalmente, destacar el trabajo musical de Marcus JGR, quien suele trabajar con Agustí Villaronga, ganador de tres Premios Goya por Pan negro (2011) –entre otras  producciones y galardones. También de Joan Babiloni y Pau Carreté en la fotografía, que han logrado un muy atractivo trabajo de iluminación y cromatismo, y unos planos panorámicos preciosos que muestran las fascinantes localizaciones catalanas. Y es un punto a favor muy relevante, ya que han rodado en espacios reales de la comarca del Berguedà y durante todo un año, para así poder representar las cuatro estaciones. Asimismo, el trabajo de recreación del departamento de arte, de vestuario y de maquillaje es excelente. Y que no quede olvidado el buen ritmo que ha conseguido el montaje de Marc Carreté; podría haber sido una película aburrida o lenta, porque abarca sesenta años y por sus pinceladas históricas, pero no ha sido el caso.

Se podría decir que Terra de telers no solamente narra la vida de Julieta, sino que es la propia Julieta hecha metraje; la película es tan real y cargada de sentimientos como la vida que retrata. Y esto tiene que quedar claro, Joan Frank Charansonnet se ha centrado en el lado humano de las personas, en los valores familiares. No ha querido poner el foco en los movimientos obreros o en las luchas sindicales, en todos los momentos duros que tuvieron que enfrentarse… Aparecen, sí, pero con una mirada positiva y sensible (¡y femenina!) de la vida en las industrias textiles. No pretende ser ni un documental ni un blockbuster. Es una película sencilla, cotidiana, cercana, humana y bonita; un gran homenaje a las mujeres, a nuestras abuelas y madres.

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