The Batman

                                                                                     Vengance won’t change the past. Mine or anyone else’s. I have to become more

The Batman

Batman es mi personaje favorito de cómics. He leído todo lo que he podido desde que tengo uso de razón y he visto todas las adaptaciones que se han hecho en cine y televisión. En serio. Por eso la elección de Robert Pattinson como el famoso caballero de la noche me pareció una equivocación desde el comienzo, pero mi fe restaba en el trabajo de Matt Reeves, director y libretista que ha demostrado su talento en la reciente saga de El Planeta de los Simios. Tenía poca fe al entrar a la sala de cine y me alegra haberme equivocado. The Batman (2022) es, para mi gusto, la mejor cinta que se ha hecho de este famoso vengador nocturno creado por Bill Finger y Bob Kane hace más de 80 años. Ninguna versión se ha acercado tanto a la realidad y crudeza de los cómics (ni las de Nolan), invocando herramientas del cine negro y un ritmo tedioso y tensionante a lo largo de casi tres horas, donde reina el misterio y los giros de una historia que crece constantemente y hasta deja con deseos de querer más.

El Batman de Pattinson es joven, solo lleva dos años en las calles, pero es lo suficiente para convertirlo en un animal nocturno. El miedo es su herramienta más poderosa, cuando la señal que lo llama se ilumina en las peligrosas noches de Gotham, es lo que sienten todos los criminales que andan por las calles. Con excepción de Riddler (Paul Dano), un misterioso asesino encapuchado que tiene como objetivo a los más poderosos de la ciudad, a quienes ataca y, en la escena del crimen, deja cartas para el caballero de la noche con acertijos por resolver, mientras publica videos en redes sociales, en donde le advierte a la ciudad de las mentiras y corrupción en las que vive sumida.

Batman empieza a seguir las pistas hasta llegar al Iceberg Lounge, un club nocturno manejado por Oswald Cobblepot, mejor conocido como Penguin (e interpretado por un fabulosos e irreconocible Colin Farrell), donde conoce a Selina Kyle (Zoë Kravitz). Con su ayuda (sí, Catwoman colabora) y la del teniente Gordon (Jeffrey Wright) empiezan a revelar las redes de poder y crímenes que se esconden en la ciudad que los lleva a Carmine Falcone (John Turturro), un peligroso mafioso que parece tener a Gotham en sus manos y su bolsillo.

Esta cinta está inspirada en novelas gráficas como The Long Halloween y Silencio, grandes éxitos de ventas que recuperan a este Batman detective que investiga crímenes y encuentra sorpresas cada vez que se acerca a la verdad. Su adaptación a la pantalla grande es un claro homenaje al cine negro, tanto en su estética (muchos espectadores se quejaron de que la película se veía “muy oscura”) como en los diálogos (la gran revelación de Selina es muy a lo Faye Dunaway en Chinatown). La cinta se toma su tiempo para todo, cada escena es una emocionante tensión que va construyendo el ambiente a la perfección, apoyada por la tenue iluminación, unas locaciones ideales para darle vida a Gotham y la música de Michael Giacchino, que eleva cada escena.

Todas estas son las herramientas para ir contando y explicando el Batman que crearon. No es infalible, pide perdón y se le encharcan los ojos, le dan miedo las alturas y se le ven en la cara los nervios al manejar en contravía por una gran autopista en una emocionante persecución. Este murciélago no vuela, antes cojea después de una dolorosa caída, camina por las calles y entra por las puertas, que aunque suene redundante, es un comportamiento totalmente anormal en este caballero de la noche.

Mientras, su alter ego es un Bruce Wayne al que el miedo lo devora, los traumas lo persiguen, lo torturan y a la vez lo motivan, es obsesivo, emocional, salvaje, de pura carne y hueso. En el libro Batman and Psychology: A Dark and Stormy Knight, de Travis Langley, se habla de las máscaras del personaje y que Bruce realmente es la máscara de Batman, pues quiere ser todo el tiempo ese oscuro justiciero que ronda en las noches. En ninguna película ha estado más claro ese concepto que acá, este es el Batman más complejo.

Este sorprendente resultado se debe al gran trabajo con todos los intérpretes, no solo Pattinson. Todos están irreconocibles, muy lejos de los roles que los hicieron famosos, hay un trabajo profundo de maquillaje, vestuario y caracterización, empezando por Colin Farrell y culminando en Paul Dano, que es brillante como siempre y hace un Riddler realmente aterrador, como sacado de la saga de Saw, de James Wan, con puro perfil de asesino en serie y muy por la onda de Villanelle en Killing Eve, obsesionado con alguien que podría ser su igual.

Dano es un actor que ha demostrado constantemente dar la talla en todo lo que hace, así nunca haya recibido una nominación al Oscar, ojalá esta cinta fuera su primera oportunidad. Gordon ya no es el comisionado aleccionador con figura paternal, es un amigo y cómplice que pone límites. Selina ya no es la seductora cliché de siempre, es una excelente cómplice de un Batman realmente detective que no se deja dominar. Todos tienen algún detalle nuevo para ofrecer.

Y en la base de todo está la historia. Es difícil mantener la atención del espectador en casi tres horas, pero Reeves y su coguionista Peter Craig lo logran, tocando temas actuales que, de alguna manera, nos afectan e incluyen a todos: se habla de la hipocresía de la sociedad, de las injusticias entre la riqueza y la pobreza, lo que significa el poder detrás del poder, el peligro y el poder de las redes sociales y muchas otras situaciones que están enriquecidas con diálogos cargados de humor negro, donde se esconde un mensaje claro: la venganza no cambia el pasado, por eso Batman tiene que ser más que eso. La gente en Gotham necesita esperanza, la ciudad está molesta y llena de cicatrices, igual que el mundo en que vivimos hoy. ¿Necesitamos un Batman en nuestro mundo «real»? Pero por supuesto. Por ahora, tendremos que conformarnos con este de la gran pantalla y crucemos los dedos para que haya una secuela tan bien trabajada.

Trailer: