The chicken

The Chicken es el primer cortometraje dirigido y escrito por Una Gunjak, directora que procede del mundo del montaje, donde atesora una dilatada trayectoria al haber trabajado desde 2010 tanto en documentales como en cortometrajes. Este corto fue seleccionado en la Semana de la Crítica de Cannes de 2014 y, más recientemente, este año destaca su proyección en Sundance. En España pudo verse en la última edición de la Seminci de Valladolid. No obstante, esta es una mínima parte del más de medio centenar de selecciones que atesora.

Selma (Iman Alibalic) cumple 6 años y como regalo recibe un pollo vivo. Al darse cuenta de que va a ser sacrificado para la cena de ese día, intenta liberarlo. Este hecho genera una serie de consecuencias desastrosas. Nos encontramos en Sarajevo, es el año 1993 y la guerra de Bosnia se encuentra en todo su apogeo.

Son varios los elementos que pone en liza Gunjak y que actúan por contraposición entre sí, generando sugerentes ideas en torno a las imágenes que nos muestra. Por una parte, existe la intención de Selma de salvar al pollo y evitar que sea sacrificado. De esta forma, vemos la historia a través de sus ojos y es aquí donde la inocencia de la pequeña chocará con la crudeza de todo lo que veremos después. Así, por ejemplo, parte de esta inocencia se muestra a través del propio acto de liberar al pollo, a través de su pistola de juguete (hecha con una cuerda, ramas de árbol y cinta aislante) y en la secuencia en que intenta dar de comer arroz al pollo, con un matiz entre cómico y tierno. Es la guerra vista por una niña de seis años recién cumplidos.                                                                                

Por otra parte, el conflicto bélico se retrata de un modo peculiar, al quedar encuadrado en un gran fuera de campo. Al mismo se alude a través de varios elementos o situaciones muy concretas, como la escena en la que Selma, al inicio del corto, juega con su pistola, abre la ventana y oímos metralletas; o después, cuando un soldado (Mario Knezovic) lleva a casa el pollo de regalo y argumenta que debe volver al frente; la secuencia de la madre (Mirela Lambic) en el patio y, por último, un cartel anuncia que estamos en Sarajevo en 1993. En ningún momento Gunjak muestra un arma, a excepción del simbolismo de la que lleva Selma, lo que no hace más que reforzar las ideas que está contraponiendo: la inocencia frente a la dura realidad y lo que sucede en el exterior de la vivienda, frente a la tranquilidad de su interior, que permanece ajeno a todo ello.

En este sentido, el punto de partida y epicentro de la historia es el interior de la casa. Gunjak parte así del núcleo familiar, que nunca abandona, desarrollando su historia en interiores y únicamente desde aquí es desde donde vemos el exterior en un par de ocasiones. La vivienda adopta, así, la forma de un personaje más, haciendo de refugio de la familia; y es a través de ella, en este caso de sus ventanas, que se convierten en los ojos de las niñas, el modo en que asistimos al conflicto, identificándonos todavía más, si cabe, con la situación de los personajes.

El montaje, aspecto que sobresale en el corto, viene firmado en este caso por Anja Siemens. En este sentido, la eficaz resolución adoptada en la escena llena de tensión, en la que la madre ha salido al patio a rescatar al pollo, es el mejor ejemplo de la destreza narrativa para resolver la situación que se había planteado.

Cuenta Una Gunjak en la entrevista que le hemos realizado, que este trabajo se encuentra influido por el de Lynne Ramsay en su corto Gasman y el de su primer largometraje, Ratcatcher, en cuanto al trabajo con los niños se refiere; no obstante, en el arranque del cortometraje las similitudes que se aprecian van más allá de lo que es la simple dirección de actores. Nos encontramos, por tanto, ante una sólida, certera e incisiva reflexión de apenas 15 minutos de duración sobre la guerra y el modo en que ésta afecta a los que nada tienen que ver con ella. Una historia con grandes dosis de tensión y realismo, a través de la que se adivinan tintes autobiográficos (la edad de Selma es casi idéntica a la que tenía Gunjak en 1993). Así, la directora narra la historia a través de los ojos de Selma, que crece en medio de un conflicto bélico y se verá obligada a tomar conciencia de que en la vida hay que priorizar unos aspectos sobre otros, teniendo que cambiar su visión del mundo y haciéndose más responsable, de lo que da buena cuenta Gunjak, a través de los planos que muestran el abrazo entre la pequeña y su madre.

Trailer: