Críticas

El agujero negro de las ideas

The Cloverfield Paradox

Julius Onah. EUA, 2018.

Continua el espectáculo, queridos lectores. The Cloverfield Paradox se descubre como la tercera entrega de la saga iniciada por Monstruoso (Cloverfield, Matt Reeves, 2008). Aquel ejercicio de metraje encontrado, sin ser perfecto, se convertía en uno de los referentes de este modelo de contar historias. El productor J.J. Abrams dejaba claro que era un adelantado a su tiempo, convirtiendo Internet en su feudo. La campaña de promoción de aquella cinta se basó en el misterio y el contenido viral, que muchos relacionaron en principio con Lost, la serie que puso en el candelero a este rey Midas de Hollywood.

El invento funcionó bien en taquilla y críticas, así que regresamos al mundo de aquel enorme monstruo destructor, pero desde un prisma totalmente distinto. Calle Cloverfield 10 (Dan Trachtenberg, 2016) era revelada al público en forma de agobiante episodio de tensión y claustrofobia. De nuevo, la confusión y el perfecto manejo de la información se mezclaban para el juego con el espectador, que no acababa de ver la relación con su predecesora, salvo en premeditados detalles, o aquel final absolutamente fuera de quicio. De nuevo, el público y la crítica reaccionaron con interés a la propuesta.

Era cuestión de tiempo la llegada de otra entrega de la franquicia. Muchos cabos quedaban sueltos tras esas dos primeras películas. Al final, ha sido Netflix la que se ha llevado el gato al agua y ha sido en esta plataforma donde se ha estrenado The Cloverfield Paradox. Parece que tenemos que acostumbrarnos a este modelo de distribución que gana adeptos, y que nos lleva el cine de rabiosa actualidad a la comodidad de nuestra casa.

¿Qué nos ofrece The Cloverfield Paradox? ¿Se sostiene con alguna de las bondades de sus predecesoras? ¿El rumbo que marca da buenas sensaciones para el futuro de la franquicia?

Una imagen de Cloverfield paradox

Por lo que podemos entender, esta nueva entrega nos sitúa en el tiempo antes de los hechos ocurridos en Monstruoso. A lo largo de la aventura, los distintos momentos de la saga hasta ahora irán encontrando el modo de acoplarse, en un intento en dar coherencia al mejunje. Subrayemos lo de intento, porque el resultado es un rebote constante de ideas y conceptos que no acaban de funcionar en ningún momento, dando como resultado un indigesto ejercicio de ciencia ficción sin mucho contenido.

El mundo que nos presenta The Cloverfield Paradox es un escenario bastante lúgubre. El planeta se encuentra al borde del colapso, sacudido por el estado de tensión pre bélica a cuenta de la acuciante crisis energética. Los protagonistas de la odisea espacial son un equipo de astronautas que intentan encontrar la solución a la tesitura poco esperanzadora a la que se ve sometida la raza humana. Por supuesto, algo en el experimento sale mal, y los astronautas se ven lanzados a otro lugar, donde nada es lo que parece.

La premisa ya resulta un tanto anodina, bastante menos imaginativa, en principio, que las películas precedentes. El tema del espacio como escenario mortal no nos resulta novedoso a estas alturas, pero no sería la primera vez que vemos una historia que nos han contado mil veces desde una perspectiva sorprendente que descoloque al espectador. No es el caso de The Cloverfield Paradox, donde pocas de las piezas de su propuesta dejan algo aprovechable en el resultado final.

The Cloverfield Paradox, fotograma

La película original jugaba con la sorpresa, el misterio y el fabuloso trabajo previo que preparaba al espectador a base de expectativas. La segunda parte nos convencía, a través del ingenioso juego con los espacios y la economía de recursos, presente en el acertado recurso de la tensión entre tres personajes. The Cloverfield Paradox tira de espectáculo, de fuegos artificiales y exceso para ocultar la nada que tiene para contarnos, el viaje lleno de actos de fe exigidos al espectador, que no encuentra esos puntos de conexión que tan bien funcionaron en sus precedentes.

Los personajes no causan ningún tipo de afinidad, y sus contextos están metidos con calzador, apenas explicados o sostenidos con una emocionalidad de baratillo. Las relaciones entre estos protagonistas son forzadas. Se nota la pereza de un guion que tiene toda la fe en la puesta en escena, los apabullantes efectos especiales y escenarios espaciales que, aunque cumplen en el aspecto visual, no soportan el peso de la película como hubiese gustado a sus responsables.

Las catástrofes que se suceden a bordo de la estación espacial son un cúmulo de invenciones incoherentes. En ocasiones, The Cloverfield Paradox tiene más de horror de casa encantada que de invento futurista. Hay cierta fe por parte de los encargados del filme en que la tramoya camufle las debilidades de un guion que roza lo infantil, pero es imposible pasar por alto la total falta de sentido de cada uno de los pasos que se dan en el avance de la trama.

Imagen de The Cloverfield Paradox

La incapacidad de conexión con los protagonistas se une a lo imposible de entrar al trapo en el juego. Es cierto, todas las películas exigen cierta desconexión de la realidad, una especie de pacto por el cual se pueden tragar con ciertas cosas de la magia del cine. El problema es que esa exigencia es la constante en The Cloverfield Paradox, hasta el punto de resultar irritante, pues puede dar la impresión de que se toma al espectador por idiota.

Poco hay salvable en este cúmulo de ideas, no especialmente brillantes, ejecutadas sin cuidado. El efectismo se torna en aburrimiento, y lo único que pasa por la cabeza es si falta mucho para que termine el despropósito.

Atufa a cuarta parte. Con The Cloverfield Paradox me han quitado las ganas de más.

Tráiler:

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Ficha técnica:

The Cloverfield Paradox ,  EUA, 2018.

Dirección: Julius Onah
Duración: 102 minutos
Guion: Oren Uziel
Producción: Netflix / Bad Robot / Paramount Pictures
Fotografía: Daniel Mindel
Música: Bear McCreary
Reparto: Gugu Mbatha-Raw, David Oyelowo, Daniel Brühl, Elizabeth Debicki, Zhang Ziyi, Chris O'Dowd, John Ortiz, Aksel Hennie, Roger Davies, Donal Logue

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