Críticas

Dumb 2.0

The Creator

Otros títulos: Resistencia.

Gareth Edwards. EUA, 2023.

El concepto de sustancia indica (e implica) la presencia de algo capaz de ir más allá de la simple apariencia. Se trata, de hecho, de aquel conjunto de elementos que no están en la parte más sensualmente estética (lo que vemos) y que concurren a llenarnos de aquella gracia directa e indirecta que se reverbera en los hilos mentales de nuestro cerebro, construyendo un diálogo con nuestra sociedad y cultura (tanto en relación con el presente como con el pasado), y empujándonos hacia un análisis más pormenorizado de la obra de arte (con o sin mayúscula no es aquí importante, lo pop también puede contener mensajes de cierta calidad) en cuanto elemento cargado de “algo”, una serie de elementos que nos encienden el pensamiento y nos hacen decir que el producto tiene cierto valor. Hay también, por cierto, productos con una parte estética excelente y un contenido que no solo resulta carente, sino que, con el solo hecho de acercarnos a él, nos vuelve estúpidos.

La película (y el uso de esta palabra se debe solo a que del medium hablamos, ya que sería un ultraje hablar de obra artística) de ciencia ficción ideada por Gareth Edwards y Chris Weitz es un continuum de fallas lógicas, de acciones de las cuales no logramos entender la razón sino a través de una narrativa flácida, de absurdidades superficiales típicas de cuentos tan vacíos que logran llenarse de sí mismos sin darse cuenta de su propia inexpresividad, de ridiculeces estructurales y de un único gran dilema que se nos presenta después de más o menos media hora delante de la pantalla: ¿no sería mejor levantarnos de esta butaca y salir a dar un paseo? Y la cuestión no es tanto la de no estar ante una joya excelsa de la ciencia ficción, ya que también de productos sólidos pero menores los podemos experimentar como espectadores de vez en cuando, sino de darse cuenta de cómo todo el conjunto visual, de alta calidad, no logra esconder un guion lleno de agujeros y escrito por los simios de Shakespeare (los que mencionamos cuando hablamos del concepto de probabilidad), simios que, en este caso, acaban de empezar a pisar los botones de sus máquinas para escribir (probabilidad nula, entonces, de que den en el blanco).

La mezcla de fobias contemporáneas, de futurismo y de amor por lo pasado, con la vuelta de los robots, ahora en su versión de cáscaras para la inteligencia artificial, no logra entonces presentar al espectador algo sólido. Todo lo contrario, ya que la idea parece haber sido no la de (a) crear un mundo con sus reglas y (b) dejar que la acción fluya de forma natural, lógica, sino la de (a1) echar dentro la caja de las ideas todo lo que a los guionistas les guste, tenga o menos sentido en el conjunto global (el world-building es ridículo, aquí) y (b1) de crear situaciones ilógicas solo por el simple hecho de presentar una acción, una imagen, algo que, teórica y sin embargo imposiblemente, tendría que provocar cierta emoción en el espectador (emoción no, quizás dolor de cabeza). Todo funciona, entonces, solo porque tiene que funcionar en función (se me excuse el juego de palabras) de un objetivo que resulta ser tan decepcionante como falso, postizo y agotador.

No se entiende bien, así, la razón de ser de un producto como este. Todo se basa en una cuestión de bien y mal, en la que los matices grises se ven alejados de la vida pública, creando un elemento no tanto apocalíptico, sino terriblemente vacío, nulo, con unos malos que son malos porque son malos y hacen las cosas que solo las malos hacen en cuanto malos porque son malos y hacen… (ya nos hemos entendido, y lo mismo puede decirse de los supuestos buenos). Hay que pensar, entonces, si a veces vale la pena dejarnos guiar durante unas dos horas por un producto barato, que, convirtiendo a los espectadores en urracas, solo es capaz de hacer brillar su metálica piel dorada bajo la cual no se esconde nada interesante. Simple aparecer, entonces, del cual ya nos decían que tuviéramos cuidado los grandes autores del pasado, para que no nos dejemos atraer por unas sirenas cuyo objetivo es hacernos naufragar para después, quizás, comernos (el cerebro y la inteligencia, en este caso). Y aquí, en este mundo de ciencia ficción barato, torpe, ridículo y pretencioso, lo mejor que podemos hacer es huir y preguntarnos si, al fin y al cabo, no es en realidad una obra maestra ya que nos estaría enseñando cómo la escritura humana de guiones resulta tan pésima que, quizás, lo único que podemos hacer es entregar esta tarea a las inteligencias artificiales.

post scriptum

Los fallos lógicos de este producto son un sinfín. ¿Por qué si nuestro personaje está intentando escapar y su cara está en todos lados no se pone, por lo menos, un sombrero? Y esto es lo que sí pasa en otro momento. ¿Por qué en una escena vemos como los láseres de los rifles logran abrir en dos el cuerpo de un robot, sin embargo resultan incapaces de tan solo rayar una furgoneta de muy baja calidad? ¿Por qué en una escena los tanques son más bajos que los árboles y en las siguientes son mucho más altos que ellos? ¿Por qué en Asia la gente habla una mixtura de idiomas, entre los cuales la lengua de los enemigos, el inglés? ¿Por qué la inteligencia artificial, en sus cuerpos robóticos, duerme? ¿Cómo es posible escapar al ejército estadounidense cuando un personaje se encuentra en un larguísimo puente, de día, vacío, y el ejército, que está a unos dos minutos de distancia, teóricamente no tendría ningún problema para perseguirlo? ¿Por cuál razón dos personajes se van a encontrar en una estación espacial gigantesca y vacía exactamente en un lugar donde ninguno de los dos tiene motivación de estar? Y un largo etcétera. Sí, muchas veces los guiones contienen agujeros, y esto es normal; sin embargo, el problema no son los pequeños detalles, es toda una estructura que subraya la absurdidad y la pésima calidad del trabajo. ¡Que nos ahorremos la pena de desperdiciar nuestro dinero, tiempo y racionalidad, y de vuelta a ver Blade Runner, 2001 o tan solo El dormilón!

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Ficha técnica:

The Creator  / Resistencia ,  EUA, 2023.

Dirección: Gareth Edwards
Duración: 133 minutos
Guion: Gareth Edwards, Chris Weitz
Producción: Natalie Lehmann, Nick Meyer, Yariv Milchan, Michael Schaefer
Fotografía: Zev Foreman, Greig Fraser, Oren Soffer
Música: Hans Zimmer
Reparto: John David Washington, Gemma Chan, Ken Watanabe, Sturgill Simpson, Allison Janney

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