Críticas

De disparates improvisados

The Father

Bashtata. Kristina Grozeva, Petar Valchanov. Bulgaria, 2019.

TheFatherCartelAcaba de fallecer Valentina, la mujer de Vassil y la madre de Pavel. La secuencia inicial del filme arranca con el entierro de la primera. Están a punto de cerrar el ataúd en el cementerio pero el esposo, de forma brusca, obliga a detenerse a los sepultureros y expresa su deseo de hacer fotos a la fallecida. Y se pone a ello. Estamos ante el tercer largometraje de la pareja de guionistas, productores y  directores búlgaros Kristina Grozeva y Petar Valchanov, tras La lección (UrokThe Lesson–, 2014) y Un minuto de gloria (Slava –Glory–, 2016). Tanto en las dos películas anteriores como en The Father, el cine de ambos realizadores se caracteriza por el humor negro, por el surrealismo y por la sátira. Un recorrido entre el drama y la comedia que deja libertad a los actores y a las actrices para dar rienda suelta a su creatividad. Estamos ante un guion abierto y la improvisación de la obra se hace sentir, no siempre para bien, en muchos de sus pasajes.

La fotografía después de la muerte, post mortem o “retratos de luto” estuvo muy de moda en el siglo XIX como una manera de honrar y recordar a los fallecidos. A los mismos se les hacía posar como si estuvieran dormidos, o incluso acompañados del resto de la familia con ojos abiertos. En especial, la técnica y la afición a esta parcela del arte fotográfico alcanzó su cenit en la época victoriana con las fotos de niños fallecidos, un segmento de la población que padeció elevadas tasas de mortalidad. Epidemias como el tifus o el cólera ayudaron, además de enfermedades como la viruela, el sarampión o simplemente, la escasez de alimentos. Los procedimientos de realización de las fotos fueron sofisticándose con rapidez. Nuestro padre y marido protagonista, Vassil, rescata parte de dicha herencia decimonónica y nos regala un inicio del filme que asemeja un disparate en pleno siglo XXI.

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Nos encontramos con una película de carretera que da vueltas sobre sí misma en busca de verdades y por el camino equivocado. Estamos ante una peculiar forma de enfrentarse al duelo que no recurre al recuerdo sosegado sino a la acción más disparatada y atolondrada. Mareos y confusiones que se reflejan por parte de los directores con una cámara siempre my inquieta que se mueve con rapidez y en todas las direcciones. Así, pasamos de primeros planos descuadrados a movimientos sin concierto alguno. ¿Y qué querían contar los directores? Pues no lo sabemos, pero lo que hemos apreciado es el inicio de un camino a la búsqueda de una supuesta redención. Y paso a paso, sin pausa y con celeridad, se van poniendo cimientos para la siguiente. Si se arranca con falsedades y de las gordas, ya parece difícil volver a la senda de la sinceridad. 

Aunque habitemos en un universo altamente científico y tecnológico, en un mundo en que los humanos parece que estemos al servicio de esa elevada tecnología y no al revés, asemeja que el microcosmos de los falsos gurús o supuestos videntes que se aprovechan del dolor y del desconcierto ajeno sigue floreciendo con intensidad; y si no, que se lo pregunten a los particulares adivinos de The Father, los cuales regentan unos negocios realmente  prósperos, en su tarea de engatusar a la gente en aquellos momentos en los que la debilidad y la soledad se han desplomado sobre la misma.

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El principal problema del largometraje es que termina situándose en tierra de nadie, en un camino resbaladizo entre la comedia y la tragedia. Mientras bordea ambos géneros, se pierde en una sucesión de anécdotas intrascendentes; situaciones que o se esperan, o se fuerza su provocación de forma burda para desconcierto del espectador. Sirva como ejemplo la huída en el carromato sustraído del campamento de zíngaros; o también, el robo en comisaría de la mermelada de membrillo con geranio. Una mermelada, por cierto, que terminará alcanzando el estrellato al final de la corrida. 

En este reencuentro embarazoso entre padre e hijo destaca, como ya se ha adelantado, el ritmo ágil que los realizadores otorgan a la obra. La precipitación de acontecimientos esperpénticos se van sucediendo sin que parece que lleven a ninguna parte. Bordeando los límites de la verosimilitud, viajaremos por un país, por Bulgaria, en un necesario tránsito a la modernidad partiendo de corruptelas diversas y extravagancias ancestrales. Contrastes que llevan a la pérdida del sentido común para adentrarse en momentos y situaciones absurdas y disparatadas. Y todo en la búsqueda de aquella comunicación que por el momento no pueden aportar ni los aparatos creados al efecto ni el momento tenso en que se encuentran las relaciones entre los protagonistas.

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Centrándonos en las interpretaciones destaca la del actor Ivan Savov como Vassil, el padre. Acierta de lleno en dibujar el desconcierto de su personaje. Una desorientación que veremos que disfraza culpabilidad y aturdimiento ante sucesos del pasado necesitados de explicación y redención. Por su parte, Ivan Barnev como Pavel, el hijo, cumple con su cometido en perfilar a un hombre metido en una cadena de mentiras, supuestamente para proteger a su mujer de cualquier sobresalto. La moraleja es clara: tanta sobreprotección puede explotarnos como una granada sembrando el caos, la incredulidad y el alejamiento. Por su parte, las únicas dos mujeres de importancia en la película, la primera, la madre, está muerta y la otra, la mujer del hijo, solo aparece en pantalla a través de su voz. Son los hombres los que van conformando este triste panorama de búsqueda donde no se debe, de falacias continuas que terminan por no engañar a nadie, de actos cuasidelictivos y de accidentes físicos que podrían haber derivado en consecuencias no solo aparatosas, también tremendamente graves. 

Promesas que no se cumplen, afirmaciones que son falsas. Y mientras tanto, la carretera, el bosque y el resto de exteriores se van apoderando del filme hasta su esclarecedor final. Absurdo, como la vida misma y también la muerte. Y se acaba igualmente con una dosis de remate feliz, muy discutible cuando en su fondo, a lo que parece abocar es a la posibilidad de que el juego continúe. No se olviden del título del largometraje, que por ahí van los tiros. 

Tráiler

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Ficha técnica:

The Father (Bashtata),  Bulgaria, 2019.

Dirección: Kristina Grozeva, Petar Valchanov
Duración: 87 minutos
Guion: Kristina Grozeva, Petar Valchanov
Producción: Abraxas Film, Graal S.A
Fotografía: Krum Rodriguez
Música: Hristo Namliev
Reparto: Ivan Barnev, Ivan Savov, Tanya Shahova, Hristofor Nedkov, Margita Gosheva, Maria Bakalova, Ana Bratoeva

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