The First Slam Dunk

Manga de gran éxito, Slam Dunk fue, durante algunos años (seis, más o menos), una de las obras más leídas dentro y fuera de Japón. Se debía, su capacidad de atrapar nuestra atención, a la bondad de la historia que se iba contando, así como de la caracterización de los personajes, tanto en los partidos de baloncesto como en su vida privada. Fue, entonces, un producto que sabía cómo manejar su estructura y, por supuesto, vender millares de millares de copias, hasta un final que dejó a algunos lectores felices y a otros un poco decepcionados. No un final negativo, por supuesto, sino de aquel tipo de “abierto” que no siempre es capaz de darle un sentido completo a la aventura (o sea, al paso de los sucesos hasta el denoument que todos, silenciosa y obviamente, esperamos). Cierto es que, de todas formas, podríamos hablar no tanto de una de las muchas obras en formato comiquero del país oriental, sino de uno de los elementos principales tanto de la historia como de la expresión rotundamente artística de los mangas.

Con The First Slam Dunk su creador, Takehiko Inoue, intenta darle una lectura diferente a su obra maestra, jugando con la plasticidad del tiempo, creando así una estructura que se mueve entre el presente y el pasado. Si el elemento principal es un partido de baloncesto del que queremos saber cómo va a terminar (quiénes ganan y quiénes pierden), en los niveles de los flashback se nota la necesidad de darle un valor más bien psicológico a uno de los personajes, como si, efectivamente, la cuestión principal que el producto fílmico quiere abordar fuera, de hecho, la motivación que habría llevado a algunos de ellos (no solo al pseudo-protagonista) a empezar a jugar a este deporte. Y, nótese, la arquitectura funciona correctamente y logra alcanzar aquel tipo de resultado (dejar que el espectador se vea cautivado por la historia) que es parte integrante de cualquier elemento de narración.

Hay que preguntarse, por supuesto, a quién se dirige el producto. ¿A los aficionados? ¿A quiénes nada saben de este manga? Resulta obvio que lo que se busca es, normalmente, una mezcla, para así aumentar las recaudaciones. Y, entonces, resulta también correcto definir esta operación narrativa como totalmente acertada. Los que nada saben del manga van a tener todos los detalles principales necesarios para que el producto fílmico funcione dentro de los bordes de su proyección/visión, mientras que los lectores (o tan solo los que han visto la serie de televisión) ya podrán apreciar una mayor complejidad de uno de los muchos eventos de los que se compone la obra original. En ambos casos, entonces, surge un sentimiento de placer que nos permite afirmar que el tiempo pasado ante la pantalla ni se ha perdido ni se ha malgastado.

Hay que preguntarse, también, de qué tipo de película se trata o, más bien, si el deporte en cuanto elemento central sí lo es de forma real o si solo tiene valor como red herring ante una complejidad psicológica más profunda. Quizás una respuesta correcta (cada espectador podrá, de todas formas, contribuir con su experiencia directa) sea la de pensar que los niveles de lectura se entremezclan, así que los diferentes sucesos logran esquivar una lectura mediocre desde un punto de vista psicológico (tropos que nada nuevo aportan, elementos banales), ya que el valor de historicidad de una persona, su vida en cuanto formada por partes desiguales que lentamente van a llevar a una resolución, nos permite tener una visión más tridimensional sin por esto caer en la trampa de los “es así porque”. Y así, investigando la historia personal de nuestro pseudo-protagonista (pseudo porque no es el único elemento de un equipo más grande, así como no lo era de la obra original), se nos permite seguir un partido que va a ser el comienzo de una vida más larga.