Críticas
Leyes de mercado
The girlfriend experience
Steven Soderbergh. EUA, 2009.
En un ya lejano 1989 debutaba Steven Sodebergh con Sexo, mentiras y cintas de vídeo (Sex, lies and videotapes, 1989). Su paso por Sundance y la Palma de Oro en el Festival de Cannes lo lanzó al ruedo cinematográfico de forma estruendosa. Y con él entró a escena, como una reacción en cadena, el ya gastado cine independiente americano. La década de los 90 supuso una hornada de jóvenes directores (Quentin Tarantino, Paul Thomas Anderson, David Fincher, Darren Aronovsky, Wes Anderson, etc.), que insuflaron nuevos aires cinematográficos, tras una década anterior enquistada en películas rosas y blockbusters de acción insustanciales.
Veinte películas después, vuelve al sexo, y como en aquella que le dio a conocer, únicamente dialogado. El contexto es la crisis financiera y en un aspecto local, las vísperas de las elecciones presidenciales. Los dardos, porque hay mucho sarcasmo en el film, van dirigidos a la clase alta, a los hombres de finanzas que están sufriendo[1] la crisis económica. Para ello, se sirve de una prostituta de lujo en Manhattan, con toda la carga irónica que ello conlleva. Ya el mismo título nos advierte de la mordacidad sutil pero clara que va a gastarse: la experiencia de novia, para hablarnos de una chica de compañía y su día a día con sus clientes en su entorno. Resuenan ciertos ecos de aquel retrato que Brett Easton Ellis nos hacía de los yuppies de Manhattan en los años 80, a través de su delirante y fascinante novela, American psycho. Las puyas contextualizadas en el momento actual apuntan en la misma dirección, aunque Soderbergh prefiera en este caso, decantarse por la languidez.
Aquí la prostitución está desprovista de connotaciones morales y está enfocada como parábola de la actividad mercantil que reina en la élite neoyorkina. Muchas de las situaciones versan sobre cómo Chelsea (Sasha Grey, ex actriz porno) puede expandir su negocio como profesional en el ejercicio libre. No es casual que su novio sea un preparador físico que también tiene perspectivas de emprender una carrera. Soderbergh muestra cómo el tiempo libre está destinado a cuidar o satisfacer el cuerpo y éste, por tanto, aparece marcado por las leyes que rigen el mercado. El ocio es una transacción comercial más y sus hábitos son los que utiliza Soderbergh para centrar su atención respecto a la crisis financiera y efectuar sorna con ello, de la que no escapa ni la propia protagonista.
The girlfriend experience se construye a base de una letanía de conversaciones fragmentadas y desordenadas que aparentan la fórmula del falso documental. La cámara, también, en muchos momentos se coloca como si furtivamente captase conversaciones privadas. Por la misma razón, el aparente motor motivador de lo que escuchamos simula ser una entrevista con un periodista al que describe su cotidianidad.
Es una concepción impresionista articulada desde la intrascendencia y la vacuidad. Impresionista, porque tiene carácter de falso documental para reforzar la inmediatez. El largometraje tiene algo de urgencia, de captar el aquí y el ahora, para reforzar el aspecto behaviorista estúpido e inane de los seres que pueblan la pantalla. Seres, porque Soderbegh les niega presencia física. Sustenta la visión mediante la distancia desproporcionada en planos generales fríos y estilizados. Juega también con el enfoque en el plano, donde con frecuencia el personaje aparece desenfocado por encima de los objetos, ya estén las personas situadas en primer plano o al fondo de la localización. Es pues, una displicencia del director respecto a sus criaturas. Incluso, cuando es un plano medio en el que existe proximidad, satura el foco de iluminación para recrear un aspecto irreal, caso de la conversación de los hombres camino a Las Vegas en el interior del avión. Chelsea, como conductora del film, le otorga el privilegio de encuadres cercanos, pero éstos habitualmente serán esquinados, casi nunca permite la visión completa.
Hablábamos de cómo la composición estructural se basa en la acumulación de charlas fraccionadas y yuxtapuestas sin una ordenación lógica. Por lo que, siguiendo la línea documental, mediante el fragmento establece un significado sugerido, nunca manifiesto. Pero niega la importancia de lo que se habla al no respetar la temporalidad y linealidad. Al mostrarnos cierto puzzle con las piezas desordenadas, le pide al espectador que constantemente use la recapitulación, pero el fin no es otro que evidenciar un ejercicio de estilo. Al vaciar el contenido, pone en solfa su voluntad de establecer una puesta en escena no acomodaticia y como suele ser costumbre en él, impecable su labor de fotografía e iluminación[2]. Lo cual nos lleva a la esquizofrenia en la trayectoria prolífica de Steven Sodebergh. Un hombre inquieto que se implica y sustenta un control en sus proyectos en los que produce, monta, escribe, se responsabiliza de la fotografía y por supuesto, dirige.
Comentábamos que triunfó nada más debutar, pero con la misma rapidez, cayó en el en el fracaso con producciones como Kafka (1991), El rey de la colina (King of the hill, 1993) o Bajos fondos (Underneath, 1995). Decidió cambiar la estrategia. Un romance muy peligroso (Out of sight, 1998) marcó un nuevo camino. Se acomodó a los cauces industriales y para ello se sirvió de alianzas con actores encumbrados (Julia Roberts, George Clooney, Brad Pitt, etc.) para ejecutar trabajos marcados por la comercialidad. Una comercialidad que no está reñida con la calidad y el oficio, por lo que ofrece trabajos dignos, pero más encauzados en los estándares de la industria. El éxito de taquilla le permite un crédito para seguir potenciando proyectos pequeños, personales y arriesgados en cuanto se acercan más al savoir faire autoral europeo que a Hollywood. The girlfriend experience pertenece a este tipo de realizaciones. De esta manera, esta nota se complementa con la que ofrecimos de El soplón (The informant!, 2009).Y así se pueden comprobar las dos vías artísticas principales que recorre el director, y que como vemos, le gusta simultanear.
Festival y galardones:
Seminci – Festival de Valladolid 2009: Sección Oficial.
[1] Lo marco en cursiva porque Steven Soderbegh en cierta manera ridiculiza el sufrimiento de los yuppies neoyorkinos en el momento económico actual.
[2] Aquí, como es costumbre, desde que realizó Traffic (2000) vuelve a firmar la fotografía con su pseudónimo, Peter Andrews, para evitar problemas de crédito con los sindicatos.
Ficha técnica:
The girlfriend experience , EUA, 2009.Dirección: Steven Soderbergh
Guion: David Levien, Brian Koppelman
Producción: Mark Cuban, Gregory Jacobs, Todd Wagner
Fotografía: Steven Soderbergh (como Peter Andrews)
Música: Ross Godfrey
Reparto: Sasha Grey, Chris Santos, Peter Zizzo, Timothy J. Cox, Kimberly Magness, Timothy Davis, Jeff Grossman, Ken Myers, Bridget Storm, Ted Jessup