The Grandmaster

Mi padre siempre decía que las personas que practican artes marciales pasan por tres etapas: verse a sí mismo, ver el mundo y ver a todos los seres vivos. Yo aprendí a verme, y creo que he aprendido a ver el mundo. Desafortunadamente, nunca fui capaz de ver todas las cosas vivas. No pude terminar este camino. Espero que tú puedas seguir recorriéndolo.

Gong Er a Yip Man en The Grandmaster

Wong Kar Wai tiene en su haber al menos dos películas de culto, referentes de la cinematografía universal: Happy Together (Chun gwong cha sit, 1997) e In the Mood for Love (Fa yeung nin wa, 2000). En sus obras demostró siempre un estilo muy particular, que cuenta con fotografía estroboscópica, escenas en cámara lenta, primerísimos planos de los personajes, música impactante, protagonistas que emigran y, sobre todo, la predilección por las historias de amor.

Luego de My Blueberry Nights (2007), su primer film en inglés con un elenco completamente occidental, Wong Kar Wai dedicó tres años a indagar en las artes marciales de las distintas regiones de China, para volver de lleno a sus raíces. El resultado fue The Grandmaster, film de apertura del Festival de Berlín 2013, en el cual el director participó como presidente del jurado.

Se trata de otra película sobre Ip Man (o Yip Man o Yip Kai-man), el maestro chino de artes marciales conocido principalmente por haber sido mentor de Bruce Lee. En los últimos años se han estrenado otras películas sobre él, pero en este caso, acompañado de otros personajes interesantes.

Al sur de China, en Foshan, Guangdong (tierra natal de Yip Man) el Grandmaster Gong Baosen decide retirarse para dejar paso a sus herederos. Dentro de esta nueva generación se encuentran: su mejor discípulo, Ma San (Jin Zhang); su única hija, Gong Er (interpretada por Ziyi Zhang), y Yip Man (el infaltable Tony Leung, actor principal de casi todas las películas de Wong Kar Wai).

El estilo del director se acomoda de una forma impecable para dar forma a una historia de artes marciales muy particular. La mayor parte de las escenas son de una belleza sublime, que conmueven y cautivan, acercándonos a la cultura oriental.

Ziyi Zhang abandona finalmente su apariencia infantil sin perder ni un poquito de belleza, y muestra en su rostro (generalmente en planos muy cercanos) una madurez que le da un peso especial al personaje. Gong Er es una mujer que se sacrifica por el honor de su familia, que no puede encontrarse a sí misma como maestra de artes marciales ni como esposa, ni tampoco como médica. Sufre la pena de un amor no correspondido, o quizás correspondido pero imposible (similar al de Mr. Chow y Mrs. Chan en In the Mood for Love). El amor es un tema constante en la trama y se muestra también de otras formas. El amor sólido y doméstico del maestro hacia su esposa, Cheung Wing Sing, y a sus hijos, que se quiebra por la guerra. También se indaga en la complejidad del amor de padre e hija, única heredera.

A Tony Leungse lo ve maduro en su papel. No abandona su costado seductor, pero al menos lo maneja de forma responsable (a diferencia del Mr. Chow, en 2046, 2004), siendo fiel y manteniendo el honor de su familia. La trama que enlaza a estos dos personajes es entretenida y mantiene el interés durante las dos horas de película.

Las escenas de práctica y lucha de kung-fu bajo la lluvia, en la nieve o en un prostíbulo exuberante (denominado Golden Pavillion) son el marco ideal para que Wong Kar Wai nos deje boquiabiertos con su habitual sensibilidad en la fotografía. Estas escenas se asemejan más a coreografías de danza que a lucha de artes marciales. En muy pocas ocasiones son sangrientas, y las peleas entre hombre y mujer parecen un sensual y peligroso baile de una pieza de tango. La cámara nos recuerda que las artes marciales se practican en armonía del cuerpo y la mente, y a su vez con la participación de todas las partes del cuerpo. En cada escena hay particular atención a las manos, los pies, los dedos, la postura general y la velocidad en cada movimiento. Los exteriores bajo la lluvia, en la nieve o en una estación de tren le sentaron muy bien y expandieron el estilo de Wong Kar Wai, en el que generalmente predominaban las escenas en dormitorios, bares o callejones estrechos.

El sonido acompaña de forma impecable a la cámara. En cada movimiento se siente con la vista y el oído los golpes o roces hacia objetos u otros cuerpos, por más sutiles que estos sean. A veces también son tan intensos que se sienten con las entrañas.

Luego de la inolvidable colección de vestidos de Mrs. Chan está claro que Wong Kar Wai tiene un cuidado absoluto del vestuario en sus películas. En The Grandmaster, especialmente, en los hermosos y coloridos atuendos de las cortesanas del Golden Pavillion.

De la misma forma que en In the Mood for Love o en 2046 se hace referencia a la historia del pueblo chino. Yip Man nació en 1893, y se enuncian brevemente los distintos tipos de gobierno hasta el cambio drástico de 1938, cuando Foshan cae en manos de los japoneses. Su familia, que gozaba de una muy buena posición económica, pierde todos sus bienes. La dolorosa ocupación japonesa y la importancia de los prostíbulos en la década del treinta, por ser el lugar donde vivía el color, la belleza y la armonía, recuerdan a la reciente obra de otro grande del cine chino, The Flowers of War (Zhang Yimou, 2011). Finalmente, Yip Man se radica y muere en Hong Kong.

Para comparar un estilo completamente distinto de filmación, definitivamente es recomendable para los adeptos a la cinematografía de artes marciales. Para los que no lo son, no se olviden que antes de ser una película típica de este género, es definitivamente una de Wong Kar Wai.