The Love Witch

La última película de Anna Biller confirma a esta directora como una de las autoras más personales tras una cámara. The Love Witch es una curiosa pócima, usando símiles brujeriles, en la que la directora ha volcado influencias e intenciones para dar un fondo y una forma única a su película. Hay mucho de homenaje a una forma determinada de hacer cine, y se desmarca con un poderoso mensaje expresado a base de mezcla de géneros y un extraño sentido del humor. Irónica y salvaje al mismo tiempo, The Love Witch es un ejercicio de libertad absoluta por parte de una directora valiente y convencida de lo potente de esta historia de brujas modernas.

Biller encaja en ese tipo de directores capaces de recoger lo mejor de su cultura cinematográfica y convertir los referentes en algo nuevo y luminoso. Para la puesta en escena de The Love Witch, ha escogido las formas de los 60 y 70, en especial las influencias visuales de las películas eróticas de la época. Exceso de iluminación y aires anacrónicos se transforman en toda una experiencia para el espectador, metido de lleno en una extraña fiesta psicodélica, donde la excesiva estética es la mejor baza de Biller, maestra de ceremonias ideal en este irónico cuento de hadas siniestro.

El aspecto de la película es divertido y perturbador a partes iguales. Biller conoce los referentes al dedillo, y sabe como acoplarlos a su sentido del humor. La ingenuidad de la puesta en escena contrasta con los trazos del cine de terror, y la intencionada ridiculez de la construcción de ambientes y personajes juega a favor de la directora, que nos hace partícipes de una especie de broma privada que esconde una interesante reflexión sobre la seducción, la naturaleza femenina y el deseo. Armada con un fuerte espíritu feminista, claro, pero alejada de lo panfletario y lo evidente. El discurso de Biller es perturbador en ocasiones, dando una vuelta de tuerca a la eterna figura de la mujer fatal. En este caso, una bruja bastante alejada de los estereotipos, convertida en toda una pesadilla, empeñada en encontrar el amor a toda costa. Un personaje magnífico interpretado por Samantha Robinson de manera magistral. Deliciosa y perversa al mismo tiempo, la actriz saca adelante un personaje que roza lo paródico, pero expresado con seriedad por esta actriz que es toda una sorpresa, y de lo mejor de la película.

Y es que todas las interpretaciones tienen ese punto premeditadamente forzado, que casi roza la telenovela, para dar más énfasis al espíritu burlón que prima en las intenciones de Biller. La protagonista presentada por la directora es cautivadora, dulce hasta lo naif, monstruosa e incontrolable. Tras el look sesentero y las pestañas postizas, Robinson deja para el recuerdo una perturbada memorable.

The Love Witch es una declaración de principios, tanto personales como cinematográficos. La forma elegida por Biller para dar a conocer su postura escapa de toda ortodoxia. Es todo personalidad, marcada por un estilo visual expresivo, irónico, quizá despiadado. Es toda una alegría encontrarse con ofertas así en la cartelera, capaces de romper las reglas sin ser condescendientes o pretenciosas, ofreciendo un producto que es puro juego con el espectador cómplice.

Sin embargo, a pesar de todas estas virtudes, de su originalidad y carácter único, no me ha permitido tener una experiencia redonda. Puede que sea la excesiva incidencia en las intenciones o que en muchas ocasiones no he terminado de pillar el chiste. Lo cierto es que en muchos pasajes de The Love Witch estaba un poco fuera de la película, algo vencido por la estridencia extravagante de la propuesta.

Intuyo que es más falta mía que de la película. The Love Witch no esconde ninguna carta, y deja claras sus intenciones desde el primer segundo de metraje. Creo que no van a encontrar muchas películas como este ejemplo de arrojo por parte de una directora que dará mucho que hablar en el futuro. Vean The Love Witch. Así podrán decir que estaban allí desde el principio.

Tráiler: