Críticas

Reivindicando el silencio

The Quiet Girl

An Cailín Ciúin. Colm Bairéad. Irlanda, 2022.

TheQuietGirlCartelEl director irlandés Colm Bairéad nos presenta en esta obra su primer largometraje de ficción. Rodado en gaélico, se sitúa en la Irlanda rural de principios de los ochenta del siglo pasado. Su protagonista es Cáit, una niña de nueve años que vive con su numerosa familia. Incluso está cerca de tener un nuevo hermano. Es una chiquilla callada, silenciosa, discreta, tímida, de palabras justas y que observa su entorno con los ojos bien abiertos. No se siente cómoda ni en el colegio ni en su casa. Sus padres apenas le prestan atención entre la gran prole que han de mantener, entre las penurias económicas y vicios diversos. La madre es retratada fuera de campo y el padre no parece desplegar ninguna simpatía por la chica. Es un hombre cortante que, a pesar de las cargas familiares y la pobreza que le rodea, no renuncia a las apuestas ni a la bebida. A punto de nacer el nuevo niño, los progenitores deciden que Cáit pase el verano con unos parientes: una pareja que vive en una granja a unas tres horas en coche.

El filme está encuadrado en un formato 4:3. Una elección que parece estar de moda en películas recientes de festivales. Sirva como ejemplo la última galardonada en Cannes con el Premio del Jurado, Las ocho montañas, de Charlotte Vandermeersch y Felix Van Groeningen (Le Otto montagne, 2022). El recurso otorga a The Quiet Girl mayor sensación de centralidad, agregando importancia a los personajes principales, especialmente a Cáit en su extrañeza frente a un mundo que no termina de entender y en el que todavía no localiza su puesto. Al respecto, el inicio del filme es muy esclarecedor. Con un plano cenital, distinguimos, entre las hierbas de un prado, una mancha que corresponde a una figura aislada. Es la pequeña. Excelente metáfora sobre la situación de la misma: sola, desatendida, víctima de acoso escolar, temerosa e insegura. El largometraje, entre otros asuntos, nos habla de aquellos padres irresponsables que deciden tener hijos como si fueran una colección de cromos. No les importa su capacidad para mantenerlos y educarlos ni la atención que prestan a los críos o crías una vez traídos al planeta. Se desentienden de los mismos con rapidez y sin remordimientos… Cómo no, vuelven los interrogantes sobre las diferencias entre la familia congénita y la elegida que ya abordamos en Broker, de Hirokazu Koreeda (2022).

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Otro asunto fundamental de la obra es el silencio, un territorio que algunos cineastas han convertido en su reino. Y según sostiene Philippe Garrel, “el niño induce al silencio y lo transforma en territorio”. Como ilustra el director Nicolas Klotz, las buenas películas guardan silencio; entiende por ello que “no es en modo alguno lo mismo que callar”. Deplora que hoy haya más filmes que callan, pero cada vez menos que guarden silencio. Parece que se ha olvidado que la palabra se alza con frecuencia como el arte de ahogar y de suspender el pensamiento. Callar permite escuchar bien y se torna un proceso de autodefensa al ser una de las pocas armas al alcance de nuestra protagonista, en su intento por pasar inadvertida y sin ruido en un mundo hostil. Pensamos que en muchos de los filmes actuales se ha postergado el bienestar que produce dicha herramienta; que se ha dejado de lado el sigilo y la reserva mientras la vida se desarrolla entre ruidos y sonidos incesantes. Como afirma uno de nuestros personajes, rescatando una de las máxima de Publilio Siro, “debes callar, salvo que tus palabras valgan más que el silencio”. Chismosas como la vecina de la película parecen desconocer que “si solo dijéramos cosas útiles, se haría un gran silencio en el mundo”. Una máxima de Monsieur de Moncade. 

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Debemos destacar la interpretación de Catherine Clinch como Cáit. Aparece en todas las escenas del largometraje, la cámara la persigue de manera continua y dirige el punto de vista subjetivo . Se tardó meses en encontrarla dentro del proceso de selección y el director siguió la táctica del rodaje cronológico para que la niña se fuera familiarizando con esta historia de descubrimientos y crecimientos; mientras tanto, en la vida del personaje entran por primera vez la calidez, el respeto, el cariño y la educación. El abandono emocional y real en el que vive la pequeña ha sido recurrentemente tratado en la historia cinematográfica. Nos acordamos de algunas obras poco conocidas como El incomprendido, de Luigi Comencini (Incompreso, 1967) y otras de autores contemporáneos como Ken Loach, en sus desvelos por denunciar las injusticias de aquellos seres más débiles oprimidos por el sistema. Y los hermanos Dardenne han obtenido reconocimiento internacional, con su cámara en mano, en seguimiento de infancias y adolescencias arrojadas al caos de una sociedad fallida. Valen como muestra  El niño de la bicicleta (Le Gamin au vélo, 2011) o Rosetta (1999).

Estamos ante una obra de corte naturalista y neoexistencialista con una protagonista perdida en su contexto, que se encuentra en un estado de supervivencia. Su soledad y desamparo duele. Bairéad, para subrayar la falta de comunicación de Cáit con el padre, utiliza la estrategia de la diferencia en el lenguaje: gaélico, la niña, e inglés, el progenitor. Una barrera lingüística que se añade para enfatizar todavía más el abandono y la desolación. Además, se vale de la fotografía para contrastar el ambiente de cada una de las dos estancias en los que se mueven los personajes, desde la penumbra al brillo. También sabe cómo dejar respirar a sus protagonistas y otorgarles la intimidad que merecen, manteniendo la cámara suspendida fuera de las habitaciones, sin traspasar umbrales.  La puesta en escena, igualmente, además de a los silencios, recurre a los sonidos de la naturaleza y a una banda sonora muy discreta que solo aparece en momentos puntuales.

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Bairéad no oculta su simpatía o antipatía hacia cada una de sus criaturas mientras nos envuelve en un drama enternecedor. No tiene compasión en cebarse en la maldad o generosidad de cada uno. Padres, parientes desconocidos, vecinos, hermanas o compañeros de colegio se perfilan de inmediato desde sus primeros esbozos. Resulta inolvidable la crueldad que logra desprender la escena del recibimiento tras meses de ausencia. Unos momentos en que cada personaje se dibuja a los pocos segundos, por si alguna vacilación restaba. El director ha atinado en compartir con sus espectadores la sensibilidad y el alma de los seres que habitan en pantalla, mientras se asiste al descubrimiento de unas atmósferas cuyas existencias eran desconocidas. Al mismo tiempo, navegamos entre la cotidianidad, entre actividades como cocinar, limpiar o asearse. Por otra parte, hasta el momento, no hemos hablado de la relación de la niña con Seán, con el hombre que le acoge desde ese tenso “buenas noches” hasta el afecto más explícito. Se encuentra entre lo más destacable del largometraje. Por cierto, no se pierdan la escena final, realmente desoladora. 

¿Por qué la existencia resulta tan injusta? ¿Por qué otorga demasiado de algo a algunos y lo sustrae a otros? Los secretos existen en todas partes, en algunas más y en otras menos, y las estancias son claras depositarias de los mismos. El realizador irlandés aborda de forma delicada, sencilla y encantadora un melodrama en el que sabe jugar con sus contrastes sutilmente, sin prisas, saboreando todo aquello que nos debería regalar la vida. 

Tráiler:

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Ficha técnica:

The Quiet Girl (An Cailín Ciúin),  Irlanda, 2022.

Dirección: Colm Bairéad
Duración: 95 minutos
Guion: Colm Bairéad. Historia: Claire Keegan
Producción: Inscéal, Broadcasting Authority of Ireland, TG4, Fís Éireann/Screen, Screen Irelands
Fotografía: Kate McCullough
Música: Stephen Rennicks
Reparto: Catherine Clinch, Carrie Crowley, Andrew Bennett, Michael Patric, Kate Nic Chonaonaigh, Carolyn Bracken, Joan Sheehy, Tara Faughnan, Neans Nic Dhonncha, Eabha Ni Chonaola

Una respuesta a «The Quiet Girl»

  1. Magnifica. En ese final abierto, el espectador desea que la niña se quede con su familia «adoptiva», pero el llanto de la madre «adoptiva» sugiere el desenlace
    Impacta el doble «daddy» del final abriéndolo..

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