Críticas
El futuro en un instante
Théo & Hugo, París 05:59
Théo et Hugo dans le même bateau. Olivier Ducastel y Jacques Martineau. Francia, 2016.
Los directores franceses Olivier Ducastel y Jacques Martineau dirigieron su primera película juntos en 1998, Jeanne y el chico formidable (Jeanne et le garçon formidable), y desde entonces, con filmes como Mi verdadera vida en Rouen (Ma vraie vie à Rouen, 2002), o Crustacés et coquillages (2005), su trabajo en común ha sido continuado y fructífero, hasta desembocar en esta última propuesta, en donde el tiempo real y cinematográfico prácticamente se dan la mano, para trasladarnos en un recorrido a lo largo de una madrugada, desde las cuatro a las seis horas aproximadamente, con el punto de arranque en un club de encuentros homosexuales de París, donde nuestros protagonistas, Théo y Hugo, coinciden e inician un devenir por calles, centros y establecimientos de la capital gala, que podría llegar a marcar y determinar toda su futura existencia.
Con un osado y valiente arranque de sexo explícito que ocupa prácticamente veinte minutos de metraje, sin querer recurrir a la elipsis, a la manera de otras propuestas como Irreversible, del francés Gaspar Noé (Irréversible, 2002), o El sabor de la sandía, del taiwanés Tsai Ming-liang (Tian bian yi duo yun, 2005), especialmente el primero con la escena de la violación, y el segundo con el también abominable forzamiento final, los realizadores van mostrando situaciones y momentos que desprenden autenticidad, además de sorprendernos a algunos, en determinados detalles de su narración, por la eficacia y rapidez que parece se ha alcanzado en el intento de búsqueda, localización y exterminio de ciertas calamidades que, lamentablemente, todavía persisten en la actualidad, a pesar de recursos y esfuerzos destinados, que siempre resultarán pocos hasta su definitiva extinción.
De esa escena inicial destaca la fisicidad de los cuerpos, la cercanía de la cámara en saber proyectar intensamente el deseo en las miradas, a través de unos personajes que se muestran ardientes en otorgamiento y recepción de placer, mientras retozan en esos lugares ubicados en sótanos. Fiel reflejo de su ocultismo ante la hipócrita sociedad, que prefiere mirar a otro lado y destinar mayoritariamente sus impuestos, vía subvenciones o exenciones, a la única forma de familia concebible y aceptada por la religión mayoritaria en algunos países europeos, entre los que se encuentra Francia, la formada por la suya, la heterosexual, y a ser posible, bendecida por retoños varios. No obstante, los realizadores han declarado que en la calidad de subterráneo y oculto del club gay mostrado en el filme, no pretenden nada simbólico, sino que la clandestinidad la achacan, sencillamente, al elevado precio de los alquileres de París. Y a vueltas y alrededor de ello, sí que han reconocido que no pudieron obtener ninguna ayuda nacional para la producción del filme, por la explicitud de su temática, lo que también sorprende desagradablemente, en cuanto forma de censura indirecta pero real, en pleno siglo veintiuno y en un país que presume de libertad e igualdad, además de fraternidad, pero ese es otro tema. Por cierto, nos gusta más, en consonancia con el contenido del largometraje, el título original, que vendría a decir, más o menos, que Théo y Hugo se encuentran dentro del mismo barco.
Tras el valiente arranque inicial, la cámara sigue a nuestros protagonistas por las calles de la urbe, andando, corriendo o en bicicleta, incluso en metro, y ahonda y disecciona en la atracción y desconfianza que paralelamente se va estableciendo en su relación. Es la tercera película que hemos visto este verano de forma continuada en nuestras pantallas de temática homosexual, tras el estreno de las producciones o coproducciones también francesas Un amor de verano (La Belle Saison, 2015), de Catherine Corsini, y El verano de Sangailé (Sangailé, 2015), de la directora lituana afincada en Francia, Alanté Kavaïté, y en esta ocasión, lo que interesa a los realizadores Martineau y Ducastel es la evolución de una relación amorosa desde el contacto físico inicial, en hábitat nocturno detenido en tiempo real. A la naturalidad de los resultados, contribuye ampliamente la soltura con la que se manejan los dos jóvenes protagonistas, Geoffrey Couët, como Théo, y François Nambot, como Hugo.
Mención aparte merece la banda sonora, insoportable como la de las clases de spinning, biking o ciclo indoor, como quiera que se le denomine o permita los derechos registrados, primordialmente en la parte inicial, que se balancea al ritmo de música trance, pero que en su conjunto acierta en conectar con el recorrido físico, y puede que existencial, del dúo de personajes principales, una música de indudable sabor actual, compuesta por jóvenes músicos en clave electrónica. La fotografía nocturna resalta también de un modo sobresaliente, destacando la envolvente atmósfera de la oscuridad de las calles parisinas, captada con gran solvencia por el director de fotografía Manuel Marmier.
Acompañando a esa búsqueda central sobre el desarrollo de una relación de inicio sexual, no faltan referencias a inquietudes humanitarias, profesionales, o incluso a la guerra de Siria, y entre esos momentos tangenciales, destacaríamos con preferencia la conversación que se desarrolla en el metro, precisamente en el primero de la mañana, si ustedes la ven comprenderán, con esa mujer madura de necesidades laborales “desagradables”, pero de enorme determinación y admirable capacidad para seguir rememorando el pasado, que le ha dado fuerza para continuar sonriendo en el presente. Ríanse de los libros de autoayuda; la juventud es extraña, como la vejez: una lo quiere todo, y la otra ya lo ha buscado, sin encontrarlo. Entretanto, nos balanceamos de punta a punta a la caza de nuestros anhelos e ilusiones, en espera de que se encuentren en el camino más flores que espinas.
Al parecer, los referentes de los realizadores Olivier Ducastel y Jacques Martineau, en la creación de la película, han sido Intimidad, de Patrice Chéreau (Intimité, 2001) y Cléo de 5 à 7, de Agnès Varda (Cléo de 5 à 7, 1962), y si la primera lo era, primordialmente, por el erotismo que destilaba y la segunda, por los espectaculares planos secuencias que recorren la ciudad de París, en búsqueda del tiempo y la vida, los realizadores galos, con la compañía de Hugo y Théo, han conseguido su propósito, en una madrugada repleta de sobresaltos y emociones.
Tráiler:
Ficha técnica:
Théo & Hugo, París 05:59 (Théo et Hugo dans le même bateau), Francia, 2016.Dirección: Olivier Ducastel y Jacques Martineau
Guion: Olivier Ducastel y Jacques Martineau
Producción: Ecce Films / Epicentre Films
Fotografía: Manuel Marmier
Música: Gaël Blondet, Pierre Desprats, Kuntur, Karelle Kuntur, Victor Praud
Reparto: Geoffrey Couët, François Nambot, Georges Daaboul, Mario Fanfani, Elodie Adler, Bastien Gabriel, Claire Deschamps, Miguel Ferreira, Arthur Dumas, Jeffry Kaplow, Éric Dehak, Marief Guittier, Patrick Joseph