This Is Spinal Tap

This Is Spinal Tap (Rob Reiner, 1984), que acaba de editarse en España en DVD, es una auténtica rareza dentro de la filmografía del actor, productor y realizador Rob Reiner, que ha dirigido películas tan exitosas como Cuenta conmigo (Stand by Me, 1986), La princesa prometida (The Princess Bride, 1987), Cuando Harry encontró a Sally (When Harry Met Sally…, 1989), Misery (1990) o Algunos hombres buenos (A Few Good Men, 1992), entre otras, además de intervenir como actor en numerosas películas y series de televisión.

Aunque Reiner es quien ha asumido la dirección del proyecto, This Is Spinal Tap es una genial aventura, fruto de la colaboración de tres neoyorquinos, el propio Reiner, Christopher Guest y Michael McKean, y un tipo de California, Harry Shearer, todos ellos conocidos por su faceta de cómicos televisivos. El resultado es un magnífico documental sobre una ficticia banda británica de Heavy Metal llamada Spinal Tap –un rockumental, en término acuñado por Reiner–, cuyos componentes son encarnados precisamente por Guest (Nigel Tufnel, primer guitarra e ideólogo del grupo), McKean (David St. Hubbins, el vocalista y líder) y Shearer (Derek Smalls, el bajo). Se trata, por tanto, de un mockumentary o falso documental, uno de los primeros de una serie a la que pertenecen también títulos como Holocausto caníbal (Cannibal Holocaust, Ruggero Deodato, 1980), Zelig (Woody Allen, 1983), Ciudadano Bob Roberts (Bob Roberts, Tim Robbins, 1992), La verdadera historia del cine (Forgotten Silver, Peter Jackson y Costa Botes, 1995), Tren de sombras (José Luis Guerin, 1997), El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999), Noviembre (Achero Mañas, 2003), C.S.A.: The Confederate States of America (Kevin Willmot, 2004), Borat (Borat: Cultural Learnings of America for Make Benefit Glorious Nation of Kazakhstan, Larry Charles, 2006), REC (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007), Monstruoso (Cloverfield, Matt Reeves, 2008) o Distrito 9 (District 9, Neill Blomkamp, 2009), por citar algunos de los más conocidos.

This Is Spinal Tap es, desde luego, una parodia, pero retrata perfectamente la decadencia de una banda que lo tuvo todo y que ahora lucha por mantener su dignidad en mitad de una desastrosa gira americana. Rob Reiner encarna a Marty DiBergi, el director que trata de reconstruir la historia de un grupo que ha sufrido la pérdida de distintos baterías (como le ocurrió a Led Zeppelin) y que tiene problemas entre sus dos miembros fundadores a causa de una mujer (como le ocurrió a The Beatles). El episodio del dolmen se inspira en una anécdota real de una gira de Black Sabbath, que, para la canción “Stonehenge”, utilizaba la réplica gigante de un dolmen que, en muchas ocasiones, no cabía por las puertas de los locales en los que actuaban.

Para darle autenticidad al relato, Reiner creó material de archivo, tanto fílmico como cinematográfico, mientras que Guest, McKean y Shearer se encargaron de componer las canciones que toca el grupo. Lo más curioso es que las canciones están muy por encima de la media de los grupos de la época. Hay dos secuencias antológicas: en la primera, se recoge toda la polémica generada por la portada de su nuevo álbum, Smell the Glove, mientras que en la segunda vemos cómo Shearer queda atrapado sobre el escenario en una crisálida, y solo logra salir de ella al final de la canción.

Aunque la edición de This Is Spinal Tap en DVD apenas incluye extras, esconde una pequeña sorpresa: un segundo DVD con el documental –en esta ocasión, verdadero– Anvil! El suelo de una banda de rock (Anvil: The Story of Anvil, Sacha Gervasi, 2008), que constituye en sí mismo otra joya, ya que se trata de la historia real de una banda canadiense de Heavy Metal que ha sobrevivido más de treinta años a pesar sus múltiples fracasos comerciales y giras casposas y deprimentes. Steve “Lips” Kudlow y Robb Reiner –resulta curiosa esta homininia–, sus componentes, han permanecido inasequibles al desaliento y ofrecen una auténtica lección de vida: uno debe ser fiel a sus sueños hasta el final, aunque no llegue jamás a conseguirlos. Anvil no es, por tanto, la historia de un fracaso, sino la de una ilusión y, sobre todo, la de una amistad.