Reseñas de festivales
Tierra de nadie
Existe un elemento común de base entre The Act of Killing y Tierra de Nadie: el hecho de que en ambos films alguien declare ante una cámara, mirando fijamente al objetivo y sin que le tiemble el pulso, haber matado sistemáticamente a sangre fría a cientos de personas y que, además, sienta orgullo por ello.
Salomé Lamas nos presenta una apuesta arriesgada desde un punto de vista conceptual basado en un minimalismo absoluto. Sienta al personaje en una silla y con una tela negra como atrezo en el fondo, le graba durante varios días. Las consideraciones del protagonista dan como resultado un documental de setenta minutos que no es más que una entrevista al uso. Las respuestas, siempre en el marco de sus actividades como ex soldado para el ejército de Portugal o como mercenario dentro organizaciones como la CIA o gobiernos como el español, componen un maremagnun debidamente ordenado mediante bloques que son enumerados para facilitar el seguimiento de un discurso condensado de pensamientos y elucubraciones, que, en ocasiones, se entrecruzan y avanzan en el mismo sentido y, en otras, se contradicen. La realizadora se mantiene al margen de estas discordancias y no pretende en ningún momento aclarar si lo que su personaje narra es cierto o no. Solo pequeños datos que averigua sin mucho afán le dan algunas pistas sobre la veracidad de parte de lo expuesto, pero el espectador ya es capaz por sí solo de entreverlo.
El interés del film está centrado por completo en la historia que este hombre nos cuenta y las aristas de su personalidad, pero un testimonio así podría tener el mismo impacto si la entrevista fuese auditiva, como podría darse en el medio radiofónico. Es lo que ocurre cuando el uso de lo mínimo se sitúa demasiado próximo de algo que no explota las cualidades del medio audiovisual.