Críticas
Racismo años 50
Till, el crimen que lo cambió todo
Till. Chinonye Chukwu. EUA, 2022.
Apaleados o baleados, en líneas generales, abatidos, la población negra norteamericana ha sufrido infinidad de vejaciones y maltratos por el color moreno de su piel a manos de un sector de la población blanca de cruenta rabia racista. La cantidad de episodios tristemente célebres padecidos por los negros convertidos en crónicas de sucesos o libros detallando los pormenores del salvaje canallismo xenófobo es una insoportable realidad que no aminora su agresiva asiduidad. En los últimos tiempos, se han producido en suelo yanqui hechos violentos de una gravísima ferocidad perpetrados contra indefensos ciudadanos de color. Acciones de este tipo se producen y se repiten a un ritmo imparable sobre seres humanos desprotegidos tiroteados, linchados o asfixiados; atacados, en algunos casos, por agentes de la ley. El número de casos de esta índole es elevado y la preocupación máxima por la reiteración de sucesos de marcado acento racista. El cine, sobre todo en las últimas décadas, se ha sentido sensible al lacerante aumento de incidentes raciales. Su panorámica no solo atiende a hechos recientes, sino que también se muestra acusador, rescatando del pasado auténticos y deplorables sucesos de una villanía terrible. Se pretende que el olvido no oculte la blasfema sin razón y el escabroso comportamiento inhumano de quienes arrogados a una nauseabunda arrogancia supremacista impongan su ley tirana en perjuicio de una raza constantemente pateada y degradada. Uno de los últimos ejemplos de esta corriente es el estreno de Till.
Till, el crimen que lo cambió todo, de Chinonye Chukwu, es una producción de Universal que trae a la pantalla el infame episodio de una agresión brutal y mortal recibida por un chaval negro de 14 años en Money, pueblo sureño del estado de Mississippi. Las buenas intenciones de reconstrucción de los hechos y su eco de denuncia y memoria histórica son aspectos loables. Para este tipo de asuntos, el cine estadounidense no solo es sagaz, sino que industrial y visualmente está muy bien preparado para cubrir y recrear tan canallescas miradas contra el racismo. Su don narrativo de corte clásico, elementalidad discursiva y su sincronizada maquinaria conjugan a favor de un drama sobre la angustia de una madre que ha perdido a su hijo de manera ruin. La cineasta, no sin vigor y tremenda voluntad, construye un alegato de notable calado que ataca la barbarie xenófoba y la más torticera injusticia.
Elementos reales pautados con la eficacia y la sensibilidad patentada con tino comercial por el cine de Hollywood, el de las majors, con habilidad narrativa para enfocar un asunto espinoso que revuelve la conciencia. El manoseado formalismo empleado por la autora de Clemency (EUA, 2019), a veces cercano al telefilme, cubre, con una ordenada y efectiva puesta en escena de fácil consumo, el trillado desarrollo de historias que asustan y conmueven a la vez.
Estaba muy convencido de lo que iba a ver y el acabado final. En líneas generales, responde a un modelo de cine y a un tratamiento del hecho narrado visual y expresivamente ortodoxo. La reconstrucción de un suceso atroz e inhumano se acerca lo más posible a la verdad en términos convencionales. Un sesgo que no cuestiono y que se ve en la pantalla con la misma nitidez que otros títulos que abordan atropellos criminales semejantes.
El cine estadounidense tiene un estilo muy propio y transparente para contar este tipo de atrocidades. Abundantes recursos, una estructura dramática perfilada a piñón fijo, fotografía solvente, actores increíbles y un ritmo que no decae. Elementos que configuran un resultado monótono resumido en su buen acabado y la interacción de estupendos intérpretes cuyo trabajo consigue emocionar.
El largometraje apela a la conciencia y refleja cómo una acción acometida sin malicia (Till se atrevió a silbar a una mujer blanca que le pareció una deidad cinematográfica) se transformó en una represalia salvaje de repugnante rechazo racial. No pongo en duda la fórmula empleada para la narración. Este mismo tratamiento lo he visto en otras películas. Porque la pulcritud, no exenta de elegancia, está ahí y brilla. Pero la sensación que me deja Till, el crimen que lo cambió todo es de déjà vu. De vista en otras propuestas.
La acción transcurre en los años 50, en el mes de agosto, entre la ciudad de Chicago (Illinois), cuyos vecinos son más tolerantes aunque bellacos con los ciudadanos negros y Money (Mississippi). Emmett Louis Till (Jalyn Hall) viaja de vacaciones hasta el estado sureño a visitar a sus tíos y primos. Su madre, Manie Till Bradley (Danielle Deadwyler) no está muy convencida. Es consciente del grave peligro en el que puede incurrir su hijo si tropieza con un hombre blanco o una mujer blanca. Y sus sospechas terminaron en tragedia: su único hijo golpeado y baleado en la cabeza por dos hombres, uno de ellos, el marido de la mujer que se sintió ofendida por la cariñosa y amable actitud de Emmett.
La película es canónica en su desarrollo y en la entereza de la madre, capitalizando, con bastante ardor, una actitud llena de coraje e integridad. Su firme empeño para que la foto con el rostro machacado de su hijo se imprimiera en los principales periódicos para llamar la atención de la opinión pública y evitar en lo posible que sucesos de esa índole vuelvan a producirse es un reto valiente.
Lógicamente, el cuerpo y alma de la película es Manie. Su arrojo, no exento de inconsciencia, para presentarse en el lugar de los feos acontecimientos es valerosa, aunque estética y visualmente está pautada con el sigilo y habilidad que el cine americano imprime a estas páginas de aberraciones. Pero la interpretación es fuera de serie y el ambiente sureño, con sus fastidiosos y engreídos blanquitos, de manual.
Vale, bien, todo correcto. Sí que es verdad que los responsables artísticos de la película tienen las agallas suficientes para sacar, y por largo tiempo, el rostro machacado y convertido en un guiñapo del infortunado Emmett Till. Me ha extrañado, porque normalmente el horror que causa su destrozo suele quedarse en off y el editor se decanta por mostrar el desgarro interpretativo del actor/actriz de turno que asisten con espanto al dolor por un dantesco contraplano que acostumbra a quedar fuera de cuadro. En este caso no ha sido así, porque la madre permitió que un fotógrafo sacara varias instantáneas del muchacho para clamar justicia a través de los muchos medios de comunicación que salieron a la calle con la foto del damnificado.
Tráiler de la película:
Ficha técnica:
Till, el crimen que lo cambió todo (Till), EUA, 2022.Dirección: Chinonye Chukwu
Duración: 131 minutos
Guion: Keith Beauchamp, Chinonye Chukwu, Michael Reilly
Producción: Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), Frederick Zollo Productions, Whoop/One Ho Productions/Lil' Whoop Productions, Orion Pictures. Distribuidora: United Artists Releasing
Fotografía: Bobby Bukowski
Música: Abel Korzeniowski
Reparto: Danielle Deadwyler, Jalyn Hall, Frankie Faison, Haley Bennett, Whoopi Goldberg, John Douglas Thompson, Sean Patrick Thomas, Jamie Renell, Kevin Carroll, Roger Guenveur Smith