Críticas

Sobre la desproporción de la pena

Time

Garrett Bradley. EUA, 2020.

TimeCartelEn Time nos imbuimos en ese espacio interminable que transcurre mientras esperas, día tras día, que tu pareja abandone la prisión tras muchos años de encarcelamiento. El sistema penitenciario estadounidense es inmisericorde y parece desconocer el principio penal básico de proporcionalidad. Resulta inconcebible que por un atraco puedan condenarte a sesenta años de reclusión, sin posibilidad de revisión. Un castigo cruel, inhumano y degradante. Sesenta años… Toda un vida entre rejas sin  posibilidad de acceder a la reinserción. En principio no hay vuelta atrás en aquel país en el que cuando abren la boca, las primeras palabras van dirigidas para loar a Dios. Y sin embargo, no se conoce el vocablo perdón y menos si nos referimos a seres humanos que han cometido un delito. Los errores, sí o sí, se deben pagar, más cuando uno es afroamericano.

Estamos ante la historia de Sibil Fox Richardson, conocida por Fox Rich. Se trata de una mujer cuyo marido, Rob, fue condenado a esos sesenta años de prisión por un atraco que cometieron conjuntamente. Pero ella estuvo más espabilada y acertó en pactar la pena con la Fiscalía. Por eso, en “solo” tres largos años obtuvo su libertad y también el tiempo necesario para criar a sus seis hijos. Además de ello, dirigió todos sus esfuerzos y exigua economía a intentar encontrar cierta magnanimidad en el Estado. ¿Cómo? Procurando visibilizar el error de una estructura que no dirige sus esfuerzos penitenciarios a la posibilidad de reinserción, sino a la venganza. Una venganza traducida en castigo que únicamente puede conducir al hundimiento del afectado principal y al de sus seres queridos. Una venganza que, además, resulta tremendamente onerosa para el Estado, que debe ocuparse de la estancia, alimentación y vigilancia de los condenados durante periodos interminables.

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La obra se elabora en un formato documental que mezcla vídeos caseros tomados por su protagonista, por Fox Rich, junto con el material filmado por la directora, por Garrett Bradley, casi veinte años más tarde de las primeras tomas. Ante la disparidad de los elementos de partida, la realizadora optó por potenciar un montaje, a cargo de Gabriel Rhodes, en el que el punto de anclaje se sitúa en el tiempo, en un devenir caótico que se apropia de sus altibajos. Así, se van sucediendo cortes que bailan desde la juventud de Fox Rich y Rob y pasan por los eternos años que transcurren tras la salida de la cárcel de la primera. Junto con el cuidado de los hijos, intentará que no olviden que tienen un padre. Y por si fuera poco, se lanza a la búsqueda de un improbable futuro con toda la familia unida, en una evolución que le lleva al activismo político. Con la ayuda de Dios, llevará sus reivindicaciones al conocimiento público y a todo aquel que quiera escucharle.

Fox Rich se conforma como una mujer coraje. Destinará sus ahorros al pago de profesionales que tengan cierta posibilidad de abrir brechas que destruyan la irracionalidad de esos castigos infames y eternos. Y ella misma llamará a las puertas y a los teléfonos que sean necesarios las veces que hagan falta. Mientras tanto, los días van pasando y. a la par, sus hijos crecen y su marido sigue pudriéndose en la cárcel de Luisiana, conocida popularmente como “Angola”.  Así, en ese aparente caos, entre vídeos caseros y testimonios personales, se va alternando en constantes subidas y bajadas el paso del tiempo; un tiempo perdido que sí, es posible que se pueda recuperar con la memoria, como hizo Proust en su obra magna, pero lo que jamás se podrá recordar es lo que nunca existió. El vacío de la ausencia del padre se erige como inapelable. 

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Entre las melodías del piano de Emahoy Tsegué-Maryam Guèbrou y con el recurso de la voz en off transcurre esta historia en blanco y negro. Un blanco y negro que no es el mismo en las imágenes de archivo grabadas por la familia Fox que en las escenas filmadas del presente por Garrett Bradley. Del video analógico al digital. Del blanco y negro granulado al que matiza y purifica contrastes. El conjunto se convierte en una especie de collage que transita como un acordeón a la caza del objetivo que se persigue. Pero, ¿cuál sería la primera cosa que realizarían si obtuvieran la libertad tras muchos años? Buena pregunta, infinitas respuestas. Desde luego, lo que a nosotros no se nos hubiera ocurrido es hacer el primer trayecto sin cadenas en limusina. Tampoco tener la imagen del ausente de cartón, en tamaño natural, colgado en la pared de la sala de estar. En fin, en todas partes cuecen habas y en algunas muchas más.

Además de la deshumanización del sistema, nos gustaría destacar la de las personas que lo conforman y lo hacen posible. La de aquellos que no son conscientes de que una simple gestión a su alcance puede transformar radicalmente la existencia de otro ser humano. La de aquellos que quizás, aún siendo conscientes de ciertas crueldades, prefieren que nada cambie, no vayan a subírseles a la chepa o a triplicarles la faena. Y resulta grande el dilema que plantea la táctica a seguir para llegar a la meta de tu existencia: escoger la lucha para obtener los derechos que crees poseer frente a un sistema injusto; o por el contrario, rogar y suplicar clemencia ante aquellos que además de ostentar el poder, están convencidos de que la justicia y la verdad están con ellos.

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Todo se aborda por Garrett Bradley con emocionante lirismo, con angustia pero siempre con esperanza. El crecimiento físico y personal de Fox y de sus hijos se torna conmovedor. Porque el filme opta por quedarse en ese lado del tiempo, el que transcurre más allá de las rejas, mientras deja para la imaginación del espectador lo que puede estar sucediendo detrás de ellas. Dos décadas… ¿Quién ha filosofado sobre la subjetividad del tiempo? La percepción de su devenir puede resultar altamente dispersa dependiendo del cajón en el que nos encontremos. Y el que les ha tocado en suerte o en mala suerte a nuestra familia protagonista es difícil que no se convierta en una eternidad  maldita.  

Para terminar, nos quedamos reflexionando sobre cómo actuar cuando eres joven y tienes demasiadas ilusiones o necesidades pero ninguna capacidad de conseguirlas o de solventarlas. ¿Atracar un banco? Quizás… Desde luego, la tesitura ya la experimentaron cineastas como Sidney Lumet en Tarde de perros (Dog Day Afternoon, 1975), o más recientemente, David Machenzie en Comanchería (Hell or High Water, 2016).

Tráiler:

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Ficha técnica:

Time ,  EUA, 2020.

Dirección: Garrett Bradley
Duración: 81 minutos
Guion: Garrett Bradley
Producción: Concordia Studio
Fotografía: Zac Manuel, Justin Zweifach, Nisa East
Música: Jamieson Shaw, Edwin Montgomery
Reparto: Rob Rich II, Fox Rich, Laurence M. Rich, Mahlik Rich, Rob G. Rich, Freedom Fox Richardson Justus Fox Richardson, Remington B. Richardson

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