Reseñas de festivales
Tlatelolco, verano del 68
En México, el 2 de octubre no se olvida, y cada añose conmemora la terrible matanza que se llevó a cabo en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, en la Ciudad de México. En 1968 se llevaron a cabo las Olimpiadas en medio de una vorágine de acontecimientos sociales estudiantiles a lo largo y ancho del planeta. México no fue la excepción, y con Gustavo Díaz Ordaz al frente del país, se tomaron medidas represivas para evitar una situación incómoda durante el evento deportivo más importante del mundo.
Carlos Bolado, que recientemente realizó Colosio (2012), en esta 10ª edición del FICM presentó su última película: Tlatelolco, verano del 68. Bolado utiliza de excusa el romance entre dos jóvenes de clases sociales distintas y distantes para poder narrar los acontecimientos del 68. Pese a su realización cuidadosa, su ambientación definida y certera, su reparto y caracterización, y una narrativa que conduce poco a poco al espectador, Tlatelolco es una historia de amor, que remeda casi al pie de la letra un romance a lo Romeo y Julieta, que más parece una adaptación de Amarte duele (Fernando Sariñana, 2002) al Verano del 68.
No obstante, seguro que hará reflexionar a más de uno, lo que permitirá despertar en las nuevas generaciones curiosidad –o al menos morbo- ante lo ocurrido hace más de cuatro décadas en México.
En México, el 2 de octubre no se olvida, y cada añose conmemora la terrible matanza que se llevó a cabo en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, en la Ciudad de México. En 1968 se llevaron a cabo las Olimpiadas en medio de una vorágine de acontecimientos sociales estudiantiles a lo largo y ancho del planeta. México no fue la excepción, y con Gustavo Díaz Ordaz al frente del país, se tomaron medidas represivas para evitar una situación incómoda durante el evento deportivo más importante del mundo.
Carlos Bolado, que recientemente realizó Colosio (2012), en esta 10ª edición del FICM presentó su última película: Tlatelolco, verano del 68. Bolado utiliza de excusa el romance entre dos jóvenes de clases sociales distintas y distantes para poder narrar los acontecimientos del 68. Pese a su realización cuidadosa, su ambientación definida y certera, su reparto y caracterización, y una narrativa que conduce poco a poco al espectador, Tlatelolco es una historia de amor, que remeda casi al pie de la letra un romance a lo Romeo y Julieta, que más parece una adaptación de Amarte duele (Fernando Sariñana, 2002) al Verano del 68.
No obstante, seguro que hará reflexionar a más de uno, lo que permitirá despertar en las nuevas generaciones curiosidad –o al menos morbo- ante lo ocurrido hace más de cuatro décadas en México.
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