Críticas
Genio y figura
Tolkien
Tolkien. Dome Karukoski. EUA, 2019.
¿Qué hay detrás de la gestación de una gran obra? ¿De qué se compone la mente de un genio?
Una de las intenciones más comunes de las biografías en el cine es, precisamente, responder a lo anterior, invitando al espectador a asistir al proceso de creación e inspiración de algún personaje interesante, mostrarle sus maestros o influencias, además de abrir una ventana a aquellos momentos significativos y cruciales que llevaron a la figura en cuestión a potencializar su talento especial.
Así que en ese mismo tenor, Dome Karukoski decide llevar a la pantalla la historia del poeta, filólogo y escritor John Ronald Reuel Tolkien –creador de universos mágicos y fantásticos contenidos en sus grandes obras como lo son El Silmarillion, El Hobbit y El señor de los anillos–, y lo hace indagando en su pasado para invitarnos a descubrir los episodios que pudieron ser los que definieron su personalidad e inspiraron su creación literaria.
Con Tolkien –su primera realización fuera de Finlandia–, Kaukoski (Heart of a Lion, 2013) nos hace viajar en el tiempo hasta la niñez del escritor para recrear sus juegos infantiles cargados de imaginación y fantasía, a su adolescencia en la que se unió a la sociedad TCBS (Tea Club and Barrovian Society),y hacia su juventud en la que se enamoró de Edith Mary Bratt (Lily Collins)–, alternando lo anterior con oscuros momentos en los que el personaje se encuentra abrumado y sobrepasado en medio de las trincheras en la Primera Guerra Mundial, recordando su pasado y, a la vez, envuelto en una serie de alucinaciones dentro del tétrico escenario que supuestamente inspirará el mundo en Tierra Media, inventado más tarde por él.
Claramente, podemos apreciar cómo el trauma de la guerra le influyó en la invención de universos y personajes fantásticos, así como su infancia y adolescencia sirvieron de marco para la creación de sus propios idiomas e historias. La hermandad con sus compañeros, amantes del arte y aspirantes a poetas, así como su gusto por la literatura y las lenguas son las bases que plantea Kaukoski como cimientos de su obra. Valiéndose para ese fin, utiliza imágenes potentes, consiguiendo así una factura estética bastante nítida y atractiva a cargo de Lasse Frank Johannessen, con quien ya había trabajado en su anterior filme, Tom of Finland (2017). Pone especial atención sobre todo en las dramáticas escenas de las trincheras, en donde sus pensamientos se vuelven pesadillas alucinantes, en las que los dragones suben desde el frente de batalla para llenar toda la pantalla con las concepciones predominantes en su obra, de tal forma que todo el concepto visual refuerza la idea de la influencia de la guerra en su creación, que aún cuando pudiera caer un poco en lo obvio, es uno de los momentos más interesantes del filme.
A su vez, podemos decir que las actuaciones son acertadas; tanto Harry Gilbi (Just Charlie, 2017) como Nicholas Hoult (The Favourite, 2018), que interpretan a JRR Tolkien en su niñez y juventud, respectivamente, logran una representación bastante creíble del personaje. Por su parte, Lily Collins (Okja, 2017) hace un buen papel como una joven de carácter y con sueños propios, de quien Tolkien se enamora y considera la musa que inspirara a su Lúthien, una elfa que se vuelve mortal para compartir la vida con su amado Beren, que sería él mismo.
Asimismo, las reuniones de los amigos de la sociedad TCBS, en las que participan los actores Patrick Gibson (Guerrilla, 2017), Anthony Boyle (Z, la ciudad perdida, 2016), y Tom Glynn-Carney (Dunkirk, 2017), hacen los momentos más emotivos, entretenidos y significativos del filme. Las interpretaciones, los diálogos y la relevancia de esta amistad, en el carácter del escritor, son piezas clave tanto en su vida, como en la película.
Sin duda, la primordial intención de Kaukoski fue sencillamente conocer el pasado de JRR Tolkien para rastrear en este las semillas de su literatura, no adentrarse de lleno en su compleja cabeza ni en su trabajo como profesor, como tampoco en su religiosidad, que fue otro de los rasgos principales para definir su personalidad: la profunda fe y devoción al catolicismo, y que él mismo señaló como una gran influencia en sus historias. Por lo que, probablemente para los fans del legendario escritor, la puesta en escena resulte insuficiente para satisfacer sus enormes expectativas; quizá echen en falta un mayor acercamiento al mundo que habitaba aquella mente tan especial, o el hacer hincapié en la convivencia entre fantasía y realidad que detonaba su imaginación, o quizá el profundizar en su capacidad y virtud para inventar nuevos idiomas; tal vez solo responda al hecho de que es su obra, más que su vida, el tema más relevante, interesante y, por supuesto, mágico.
A la postre, al terminar de ver Tolkien, nos queda la sensación de haber asistido a la revelación de algo interesante, entretenido, visualmente agradable, sin embargo no del todo sobrado para alcanzar a comprender de lleno al personaje. Tampoco reparamos en que se nos haya llevado por caminos distintos a los otras veces transitados en las cintas biográficas.
Y es que el biopic es tan utilizado últimamente que ya es difícil encontrar una vía diferente de la comúnmente experimentada, y lo anterior ha llevado, en esta ocasión, a los realizadores de Tolkien a adoptar una fórmula probada y que funciona muy bien, pero que muchas veces no es lo bastante sólida y original como para dejar satisfecho al espectador, sobre todo si este, de antemano, es un gran admirador de la figura que se pretende retratar.
Tráiler:
Ficha técnica:
Tolkien (Tolkien), EUA, 2019.Dirección: Dome Karukoski
Duración: 112 minutos
Guion: David Gleeson, Stephen Beresford
Fotografía: Lasse Frank Johannessen
Música: Thomas Newman
Reparto: Nicholas Hoult, Lily Collins, Genevieve O'Reilly, Colm Meaney, Tom Glynn-Carney, Patrick Gibson, Anthony Boyle, Craig Roberts, David Puckridge, Pam Ferris
Así vamos descubriendo los secretos de la genialidad