Trumbo. La lista negra de Hollywood

Muchas veces existen luchadores silenciosos, aquellos que hacen todo desde el anonimato -o a veces desde la clandestinidad- para poder sortear los obstáculos que les plantea la vida. Sus características principales suelen ser la tenacidad, la tozudez y la convicción con la que abordan su misión. Allí llegamos a la historia de Dalton Trumbo, un guionista de Hollywood, víctima de la persecución anticomunista de los años 50, interpretado por un cada vez mejor Bryan Cranston.

Luego de dirigir sagas exitosas, como es el caso de Austin Powers (1997) y Los padres de ella (Meet the Parents, 2000), Trumbo viene a dar un giro en la carrera de Jay Roach, si tenemos en cuenta el tema delicado que toca este filme, que aborda con una mirada seria y crítica los años del inicio de la Guerra Fría, donde se perseguía y acusaba infundadamente a ciudadanos norteamericanos de intentar instalar el comunismo en los Estados Unidos. Y si hablo de giro, es porque hace unos días se estrenó All the Way (2016), película que aborda la asunción y mandato de Lyndon Johnson (interpretado por… Bryan Cranston) luego de que JFK fuera asesinado en 1963.

Además de hablar de un momento muy especial de la historia estadounidense (y que luego marcaría tendencia en otros países), Trumbo habla de cine, y eso es lo que puede llegar a constituir la parte más lúdica del filme. Veremos a un guionista de los años 50, reconocido por todos sus colegas como el mejor de su época, desde la intimidad de su casa, donde era conocido por escribir con su máquina en una bañera llena de agua, hasta las galas de Hollywood, donde mantendrá recordados enfrentamientos con la crítica Hedda Hopper (impecable actuación de Helen Mirren) y el actor John Wayne (interpretado por David James Elliot). La historia de Trumbo es una historia real y el filme representa cómo ganó dos Oscar en la clandestinidad, utilizando nombres ficticios para poder seguir cumpliendo con su pasión de escribir guiones y, a su vez, escapar de la persecución ideológica que lo tuvo preso durante once meses durante el primer lustro de la década del 50.

Para la Paramount, Trumbo escribió los guiones de Vacaciones en Roma (Roman Holiday, William Wyler, 1953) y El Bravo (The Brave One, Irving Rapper, 1956), además de Éxodo (Exodus, Otto Preminger, 1960) y Espartaco (Spartacus, 1960), película dirigida por el gran Stanley Kubrick. Por ser parte del famoso grupo de “los 10 de Hollywood”, perseguido por el senado de los Estados Unidos, especialmente por el impulsor del anticomunismo, el senador Joseph McCarthy, los Oscar recibidos por Vacaciones en Roma y El Bravo fueron entregados a nombre de Ian McLellan Hunter y Harry S. Franklin, respectivamente.

Un recurso que Trumbo. La lista negra de Hollywood utiliza de manera magistral es el de diferenciar el material de archivo con un tratamiento blanco y negro de la imagen para demostrar que se trata de transmisiones típicas de la época. Pero lo más curioso es, quizás, el hecho de que las escenas no son material de archivo propiamente dicho, sino que se trata de planos rodados en la misma producción del filme, desde los que el director se da el lujo de, volviendo al color, sumergirnos en ese material e, incluso, mejorando el audio, como si pasáramos de estar viendo la televisión en casa a estar in situ, donde ocurre la acción.

Es particular que el cine de Hollywood de hoy (principal difusor de ideología norteamericana a lo largo de su historia) aborde estas temáticas, ya que representando esta visión crítica hacia esa época también se ha estrenado recientemente ¡Ave, César! (Hail, Caesar!, de los hermanos Coen, 2016), aunque con un toque más cómico, nos entrega una mirada similar hacia esta histórica postura de los Estados Unidos. Justamente es el cine actual el que se critica en aquella época. ¿Estamos ante una liberalización ideológica del cine norteamericano o se trata simplemente de una casualidad temporal el hecho que las dos películas se estrenaran casi al unísono? El tiempo nos dirá si esto es sólo una sensación.