Críticas
La redención por el arte
Un completo desconocido
A complete unknown. James Mangold. EUA, 2024.
Timothée Chalamet interpreta los primeros años de vida musical de Bob Dylan; el intermitente periplo de canciones apunta a la vivencia personal con inteligencia. Talentoso autor empecinado, recargado de aspiraciones; un ego auténtico mediado por la música. El personaje no reniega ni de la esencia personal ni de la propia talla; Dylan transita la cinta sin sobresaltos ni quejas, no acepta imposiciones ni lecciones de vida montadas en un “deber ser” sostenido por valores ajenos a su voluntad.
La película retrata los comienzos, su vínculo con Pete Seeger, trampolín que lo va vinculando al mundo de la música, oportunidad para exhibir su talento ante público y colegas. Sus amores “legales” y “clandestinos” con Sylvie y Jane, y su transformación musical asentada en el tránsito hacia diversos géneros a partir del folk, desembocan en conflictos con público y organizadores de un festival marcado por expectativas tradicionales: Bob solo debe tocar folk clásico, nada de combinaciones o fusiones.
Concierto de vivencias, trasmuta contenidos en respuesta a sucesos vinculados al desarrollo profesional; a la seguridad y despreocupación se suma un toque taciturno que jamás reniega de un profesionalismo basado en la contundencia de su arte.
La fama arrecia en la inoperante tentación de promotores nominales que acompañan el éxito sin más. Las misiones se bifurcan, mientras el arte despunta, la ganancia tolera. Necesaria relación de complementariedad, siempre encuentra en Dylan la última palabra. Más allá de presiones, el protagonista refiere su vida a la más pura solvencia anidada en la mezcla de intuición, pasión y talento.
El biopic aprovecha las canciones para plasmar realidades emocionales y sociales; universales prototipos de acción generan planteamientos acerca de la necesidad de adaptación al cambio; todo, ejemplificado en ilustrativos mojones de trayecto vital.
Expresión de identidades, prototipo de ausencias; la música soluciona la vida desde la intención, su sentido aferra definiciones personales solitarias. Dylan es el proyecto que todo artista desea seguir, no desde el contenido, sino en la forma ausente de estilos musicales específicos que no reniega de popularidades asumidas a partir de la proyección de un folk en transformación.
La honestidad del artista; afinidad en lo mundano, expansión carente de hipocresía en la parquedad, omisión de explicaciones impresa en la salvaguarda de una integridad pregonada por el ejemplo.
La infidelidad representa ese espacio de excepción que sortea moralinas, en su insistencia alcanza a humanizar; lo perfectible se acompasa con la música, pero no con el sexo. La sensación es de compromiso con la espontaneidad reflejada en la composición y la expresión. Un séquito de pretensiones sumisas invalida cualquier tipo de ofensa posible, salvo por avatares amorosos cuidadosamente administrados. El entorno claudica ante la esencia, la cinta nos muestra a un Dylan silenciosamente autónomo, protegido por el éxito que todo lo justifica.
Los interiores son los del desorden; espacios de imposición, generan una revolución de afectos concentrados en metáfora; el canto exterioriza la vivencia en la paradoja que destroza convenciones. La intimidad se desplaza, las composiciones alcanzan a sustituir las convenciones por oposición y hasta sustitución del otro, Jane se siente omitida, la obsesión creadora de Bob persiste hasta en la cama. La cinta es una demostración de autenticidad pura a cualquier precio; valor rescatado del prejuicio que sostiene una época de romantizaciones e idealizaciones elegantemente sorteadas por la música de Dylan.
El triángulo decrece en abandonos, Sylvie es incapaz de soportar los avatares de la fama, Bob continúa siendo fiel a sí mismo en una clandestinidad a prueba de evidencia; solo importa la música, lo demás es accesorio.
Los purismos carecen de arraigo, la naturaleza humana contempla transformaciones en momentos diferentes; la música es canal de confluencia, prueba cabal de inexactitudes por ausencia de repetición. Los tiempos moldean decisiones, lo convencional se desvanece en lo esencial, compromisos con la vida y el arte. El ser uno mismo define dinámicas cambiantes. La gente no retrocede para reencontrase, se desplaza hacia el futuro en busca de nuevas versiones carentes de exclusión de identidades. La música da cuenta de planteos necesarios, el camino debe continuar, los cuestionamientos nunca pondrán en duda el talento del autor.
Bob Dylan es un completo desconocido, no solo por su origen y rápido ascenso a la fama, sino por la evolución hacia formas y estilos que trascienden el folk; su conversión hacia otros géneros es la estampa personal que descoloca a los demás. Intérprete disociado del negocio y, a la vez, respetado por los dueños del dinero. El éxito blinda una personalidad exigente expuesta a demandas ajenas. Toda la música es un despliegue de cotidianidades experimentadas de modo personal, encumbradas en modalidades definidas por un autor. El protagonista hace lo que le da la gana, hay poco espacio para la discusión, la fama condiciona un servicio de representación acotado a la lógica de los hechos. Faceta central que la cinta desglosa en un cancionero al servicio de la personalidad de Dylan. Ni sucesos de la infancia ni diálogos profundos, existe poco margen para tensiones y discusiones, la dramatización se funde en la consistencia de un autor definido.
El joven taciturno responde sin culpa a impulsos y sentimientos; respeto por sí mismo en la evolución de una carrera sin cuestionamientos; prototipo del genio abstraído de condicionantes realidades contractuales. Suerte de antirebaño convencido: la transformación es el camino. Rutina de ocasionales relaciones, el tiempo consolida espacio, siempre y cuando el creador no derive en transformaciones que impulsen la exclusión. Dylan es el dueño de la fama, Bob siempre gana.
Vale la nominación de Chalamet a la categoría de mejor actor Oscar 2025, aunque hay mejores en la disputa: Adrien Brody (El brutalista, Brady Corbet), Sebastian Stan (El aprendiz, Ali Abbasi).
Quienes esperan un filme que, con lujo de detalles, exponga las profundas características del artista, se sentirán defraudados, la propuesta cancela esta posibilidad. Sin embargo, hay espacio para un suculento premio consuelo que plantea el desafío de la canción. Dimensión exploratoria que acerca la visión de un Dylan jugado en la expresión de diferentes sucesos de la vida atrapados en metafóricas exposiciones que apelan al lenguaje cotidiano para dar cuenta de posibles experiencias. Es todo lo que tenemos, una selección de inteligentes temas musicales esparcidos a manera de cancionero engarzado en diversas situaciones; según se supone, podrían funcionar otorgando pistas que direccionen hacia la oculta intimidad del autor o la propia reflexión del espectador.
Ficha técnica:
Un completo desconocido (A complete unknown), EUA, 2024.Dirección: James Mangold
Duración: 141 minutos
Guion: Jay Cocks, James Mangold. Libro: Elijah Wald
Producción: The Picture Company, Veritas Entertainment Group, Fox Searchlight, Range Media Partners. Distribuidora: Fox Searchlight, Walt Disney Pictures
Fotografía: Phedon Papamichael
Reparto: Timothée Chalamet, Edward Norton, Elle Fanning, Monica Barbaro, Boyd Holbruk, Dan Fogler, Norbert Leo Butz, Scoot McNairy, Will Harrison, Charly Tahan, P. J. Byrne, Eli Brown, Joe Tippett,