Investigamos
Un enfrentamiento con ramificaciones inusitadas
Breve acercamiento a uno de los mejores títulos del siglo XXI
NADER Y SIMIN, UNA SEPARACIÓN, Asghar Farhadi, Irán (2011)
La propuesta es el análisis escueto de dos escenas pertenecientes al filme Nader y Simin, una separación (Asghar Farhadi, Irán, 2012). Película que relata las consecuencias de una separación bajo las reglas de un mundo islámico en clave occidentalizada.
Se trata de una familia de clase media que padece los problemas típicos de cualquier familia contemporánea inmersa en la cultura occidental capitalista actual. Su realidad está matizada con ingredientes islámicos, más arraigados a medida que se desciende en la escala social.
Simín desea radicarse con su hija en los Estados Unidos, donde las mujeres pueden acceder a mejores oportunidades. Nader se opone porque debe cuidar de su padre enfermo de Alzheimer. Simín se va de la casa y Nader deberá contratar a alguien para que, en su ausencia, se haga cargo de su progenitor. Sobreviene un accidente con pérdida irreparable, y se desata un conflicto que nos permitirá ir conociendo la situación de forma gradual. .
Escena inicial de la película
La separación es el disparador de un sinnúmero de circunstancias que van complejizando el desarrollo de la historia.
La escena inicial es la más limpia, en términos de una diferenciación de los personajes. Las posturas son definidas, no dan lugar a duda. Farhadi, en concordancia, introduce un estilo “analítico”, donde prima un encuadre diferenciador de posiciones que se intentan explicar. Cámara fija, primer plano compartido que se dirige a un espectador “juez”. Los personajes se justifican frente a la cámara, buscan un aval que no escapa al prejuicio como posibilidad. El tiempo y el espacio serán determinantes que condicionen posturas; la cultura del espectador está destinada a ejercer un rol activo en la toma de posición, el filme presiona hacia allí. Es momento clave para la toma de partido en función de valores culturales acordes a época y país de circunstancial exhibición.
El filme ira complejizándose, sin dejar de proponer invita a una evaluación por etapas, la verdad es esquiva a partir de pequeños detalles que, sin embargo, se vinculan a grades sanciones, ya no morales, sino legales. Si, al principio, la invitación es al juicio moral, el desarrollo de la historia va sumando variables de conveniencia, que alteran tanto el discurso personal como el “oficial”, entendido como el tentativo de cada espectador en cada momento según patrones del propio contexto. Por eso, esta escena inicial, desde lo postural y emocional, es la más rígida. Los personajes delimitan posiciones claras, contrapuestas. No hay matices, hay dicotomía, separación de cuerpos y discursos en un clima que remarca la división sin ocultamientos; las conveniencias se juegan en un marco de transparencias. Los personajes centrales son directos y honestos frente al espectador “juez” que se ocupa de recoger datos desde la simulación de una comunicación expresa, y no desde la observación pasiva de circunstancias. Se nos interpela a través de la cámara. No hay un fallo final, pero sí, el magistrado interviniente evalúa la magnitud del problema, con lo cual nos da una pista legal y cultural. Las leyes no están para contemplar problemas personales específicos y, además, la decisión del hombre prima por sobre la de la mujer; él es quien, en primera instancia, debe otorgar su anuencia para que el divorcio se lleve a cabo.
Un conflicto de intereses que prioriza el cuidado del otro por encima del deseo de libertad y autorrealización, catalogado como razón de importancia menor.
Hasta aquí, una escena que nos introduce en lo que sobrevendrá; se transformará en factor de inculpación, tanto desde los hechos en sí mismos, como desde la recriminación; todos somos responsables, generamos consecuencias con nuestros actos que, en principio, pueden ser imprevisibles
Se define el conflicto central
La segunda escena a compartir es la que involucra la creencia religiosa fundada en el castigo como límite absoluto ante la conveniencia. Razieh no quiere jurar en vano sobre el Corán para que su esposo cobre la indemnización y pueda pagar las deudas. Discuten en la cocina. El temor al castigo es más fuerte. Pragmatismo de clase media versus pseudomoral de clase baja, el temor como fundamento de acciones que, tan solo por una vez, sirven al objetivo de desnudar los únicos limites a la manipulación. La emoción, asociada a la religión, se transforma en única vía de acceso al reconocimiento de la verdad. La creencia religiosa se funda en el temor, fuera de lo cual, campea la manipulación de la información.
Un plano que nos muestra los avatares de una relación de pareja en una conflictiva interna que, al trasladarse a acciones de intención mitigadora, termina expandiéndose en problemas mayores.
La violencia es puesta de manifiesto, nos dice acerca de una profunda crisis familiar que, quizá, nos lleve a tomar partido por Nader y Simín. La exposición de la realidad desnuda rasgos que trascienden la circunstancia. Por estar enquistados en una modalidad vincular, van más allá de actos específicos en un juzgado. Hojjat es violento en todas partes, sus carencias morales se exponen: a pesar de la duda sobre la causa del aborto, está dispuesto a aceptar el resarcimiento económico que se le ofrece.
Ante estas escenas, una conexión
Las escenas operan a manera de introducción y conclusión.
Los conflictos son abordados desde dos modalidades diferentes, siempre atravesadas por la legalidad y la moralidad. Las acciones se van encadenando para generar un efecto bola de nieve que culmina desnudando todo tipo de carencias morales. En una sociedad profundamente religiosa, la apelación a Dios es permanente y vacía, solo encuentra su límite al borde del temor por la superstición: “…ese dinero es maldito. ¿Cómo voy a vivir ahora?
La postura se asocia más a un contexto social de menor educación en contraposición a una clase media representada por Nader y Simín. Ellos manejan las diferencias en base a argumentos racionales más de corte occidental, han sido alcanzados por estos valores, y los puntos de discusión giran en torno a la independencia de la mujer en el extranjero como oportunidad frente a las dificultades familiares ocasionadas por la enfermedad. La religión no determina, como sí lo hace en la familia de Razieh.