Críticas

Una precuela que no aporta nada

Un Lugar Tranquilo: Día 1

Otros títulos: Un lugar en silencio: Día uno.

A Quiet Place: Day One. Michael Sarnoski. EUA, Reino Unido, 2024.

Desde que escuché que Un lugar tranquilo: Día 1 (A Quiet Place: Day One, Michael Sarnoski, 2024) era el nombre de la nueva entrega de esta saga de películas de terror, me pregunté qué más iban a contar. Para los que hemos visto las dos primeras partes, ya sabíamos lo básico. ¿Era necesario ver el día que llegaban los extraterrestres devoradores de seres humanos? No, para mí. Mucho menos cuando no tiene nada que ver con las entregas anteriores, y eso es lo que pasa en esta película. Aunque existe en el mismo universo de las otras, no tiene ningún personaje en común. ¿Es una precuela necesaria? No, y tampoco aporta mucho, podría no existir y no pasaría nada. ¿Vale la pena verla? Sí, es otra historia que continúa con la línea narrativa de la saga y entretiene como las demás.

Volvamos a Día 1. Samira (Lupita Nyong’o) es una mujer con un cáncer terminal que tiene un sueño: comer una pizza de su restaurante favorito en Harlem. Vive en las afueras de la Gran Manzana, en una residencia para personas enfermas, así como ella. De este lugar deciden llevar a los pacientes a una obra de teatro en la ciudad, justo al centro del caos que está a punto de empezar: un soleado día en Nueva York se convierte en una pesadilla, con la llegada de unos meteoritos que se estrellan contra la Tierra, atrayendo a los alienígenas de esta saga, que se ha convertido en un éxito de taquilla. Así, finalmente vemos, como el nombre de la cinta lo indica, el primer día en que el mundo empezó a destruirse. Y todo esto es antes de que aparezca el nombre de la película en la pantalla.

¿Y cómo complicarle la huida a esta protagonista? Poniéndole un dolor constante por su enfermedad, lo que le dificulta la huida y pone al espectador a sufrir con ella. Su ayuda y compañía serán su gato (que me recordó inevitablemente el controvertido guion de Blake Snyder, ¡Salva al Gato!), y Eric (Joseph Quinn), un joven británico que se encuentra en ese proceso de sobrevivir a esta invasión extraterrestre.

Eric y Samira establecen un vínculo profundo, una especie de amor sin muchas palabras ni besos, pero lleno de momentos inolvidables y preciosos. Hay una razón clara por la que Nyong’o sigue estando en las películas de este género (recordemos que fue la protagonista de Us, cinta de 2019 de Jordan Peele): su cara lo dice todo. Sin tener que mostrar lo que está sucediendo, solo con su expresión, nos podemos llenar de angustia y sentir con ella la tensión de estar ahí, luchando por sobrevivir.

Quinn hace una gran contraparte y logra generar empatía, su ansiedad y su comportamiento ante la situación que están viviendo es verosímil y la transmite en sus expresiones. El gato, aunque adorable, es una herramienta insostenible a lo largo de la historia. ¿En serio no va a hacer un solo ruido? Yo tengo dos gatos, y ni dormidos se callan, a veces gruñen en sus sueños y patean. En pleno fin de la existencia como la conocemos, ¿un gato va a quedarse callado? ¿No va a maullar ni se va a asustar cuando pasa un extraterrestre gigante a su lado? Lo dudo demasiado. La magia del cine, supongo…

Lo que más se destaca en esta saga y que se ve en esta cinta son los eternos momentos de silencio, siguen siendo la gran herramienta para producir tensión, ofrecer una historia emocionante y hacer incómodo cualquier movimiento en la sala de cine, porque todo se escucha elevado a la potencia. La otra técnica que sigue funcionando es que siempre vemos lo que sucede alrededor del personaje en ángulos extraños, en reflejos o por partes, nunca claramente. Para algunos, eso es molesto, quisieran ver sin rodeos ni ángulos extraños de cámara lo que está sucediendo, pero esta saga maneja el arte de no mostrarlo todo, de ponernos siempre a sufrir, a descifrar, a construir en la imaginación la otra parte de lo que sí nos muestran, a ponernos en los zapatos de los personajes y sentir su miedo.

La motivación de la protagonista me recordó a Bienvenidos a Zombieland (Zombieland, Ruben Fleischer, 2009) y la eterna búsqueda de los últimos Twinkies del planeta por parte de Tallahassee (Woody Harrelson). Una necesidad banal y medio absurda en pleno fin del mundo, pero es algo que nos recuerda que seguimos estando vivos y somos humanos, con deseos y caprichos que queremos saciar antes de dejar esta Tierra.

Tanto Tallahassee como Samira se aferran a los recuerdos, a la nostalgia de mejores épocas antes del caos, a lo poco que les queda de humanidad ante una crisis épica como la que se enfrentan. Es un profundo deseo que les da propósito y motivación para continuar, sin importar lo que pase. A veces la situación parece ilógica, pero, ¿qué haríamos nosotros si el mundo se acabara a nuestro alrededor? ¿Cuántas personas se suicidaron o empezaron a hacer locuras cuando el covid llegó a nuestras vidas y pensamos que había llegado nuestro final?

Más allá de las escenas que producen terror y hacer saltar a los espectadores, como lo establecen las normas de este género cinematográfico, en esta historia buscan que la emoción y el mensaje sean lo más importante, respaldándose en buenas actuaciones, una adecuada realización y escenas cargadas de tensión y emoción. ¿Es la mejor cinta de la saga? Probablemente no, siempre podría ser mejor. Se puede ver sin conocer las demás, así como se puede no ver y no se afectan las anteriores. Cumple con su función de hacer pasar un buen rato y provocar saltos en los espectadores. ¿Qué más se puede esperar de una cinta de este género?

Tráiler:

 

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Ficha técnica:

Un Lugar Tranquilo: Día 1  / Un lugar en silencio: Día uno (A Quiet Place: Day One),  EUA, Reino Unido, 2024.

Dirección: Michael Sarnoski
Duración: 100 minutos
Guion: Michael Sarnoski & John Krasinski
Producción: Michael Bay, Brad Fuller, Andrew Form, Allyson Seeger, Vicki Dee Rock, John Krasinski
Fotografía: Pat Scola
Música: Alexis Grapsas
Reparto: Lupita Nyong'o, Joseph Quinn, Alex Wolff, Djimon Hounsou, Thea Butler, Alfie Todd, Elijah Ungvary

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