Críticas
¿Responsabilidad?
Un niño culpable
Responsible Child. Nick Holt. Reino Unido, 2019.
Rafael McCullin, Ray, es un crío de doce años. Vive con su padre alcohólico pero un día decide no soportar más la situación. El inicio de Un niño culpable juega con la elipsis. No se muestran de forma explícita al espectador las condiciones de vida que tenía que soportar el chiquillo. Tampoco hacía falta. Ray, con arrojo, se dirige acompañado de unos pocos trastos personales para intentar ser acogido en la vivienda en la que reside su hermano Nathan, junto con su madre. Pero en el mismo hogar también conviven sus dos hermanastras pequeñas y el padre de las mismas, actual pareja de la progenitora. Este hombre destaca por su agresividad y su carácter violento mantiene aterrorizados a la mayoría de los habitantes de la casa. El director británico Nick Holt, basándose en hechos reales, huyó en esta ocasión de la propuesta documental para presentarnos un drama de ficción con la finalidad de involucrar emocionalmente al público.
Ray es detenido y acusado de asesinato. A partir de los diez años, la legislación inglesa permite que un menor sea enjuiciado y condenado aunque ni siquiera se haya asomado al inicio de la adolescencia. La madurez sicológica en la comprensión de los hechos no es importante para la legislación de aquel país, también de Gales. Se trata de una normativa denominada Ley de Infancia y Juventud de 1963. Y a pesar de los continuos requerimientos por parte de organismos internacionales para su derogación, permanece vigente. Al respecto, si acudimos al derecho comparado europeo, la media de edad penal se sitúa en los 14 años. Se navega desde responsabilidades a partir de los 7 años en Suiza hasta los 18 en Bélgica o Luxemburgo. Circunscribiéndonos al caso inglés, es suficiente que se demuestre que el menor pueda ser consciente de haber obrado mal para encausarlo. Y si nos fijamos en el título del filme en su original, da en la diana sobre el meollo del asunto: hablamos de menores de más de diez años a los que se consideran suficientemente desarrollados para poder achacarles cualquier responsabilidad penal por la comisión de un acto delictivo. Ya sea un asesinato, un robo con violencia u otro delito contra bienes jurídicos protegidos por la legislación penal.
¿Ustedes qué creen al respecto? Las autoridades inglesas parece que lo tienen claro y entienden que estos chavales son merecedores de todas las obligaciones y de casi ningún derecho. Todavía tienen muy lejos el momento en que podrán votar, tampoco se les permite trabajar y, por supuesto, no está a su alcance decidir por ellos mismos con quienes desean compartir tiempo y espacio. La película de Nick Holt resulta tremendamente eficaz en sus objetivos. No se pierde en divagaciones y va directa a mostrar al espectador el sinsentido de un sistema que pide responsabilidades a quienes todavía no pueden ser lo suficientemente conscientes del alcance de sus actos.
Ray es un niño que, como dice uno de sus abogados, parece haberse caído de una nube. Con cara de inocencia, con mucha ingenuidad, con timidez, reservado y educado, resulta la antítesis del posible culpable de los hechos que se le imputan. Está interpretado de forma admirable por Billy Barratt. Con la mirada perdida, sin entender demasiado pero comprendiendo que su frágil mundo ha terminado por derrumbarse; y que ya cuenta con pocas posibilidades para su reconstrucción. Los acontecimientos acaecidos, mientras seguimos linealmente su enjuiciamiento, son exhibidos mediante el recurso de secuencias retrospectivas entrecortadas. Y por su crudeza, por su brutalidad y por su irracionalidad parecen resistirse en seguir adelante. Mientras tanto, nos introducimos en conceptos como el miedo o el terror hacia sucesos de probable acontecer. Y chapucearemos con temores insoportables, impulsos irrefrenables o legítimas defensas con inequívoca disparidad en bandos. Como judíos y palestinos: bombas contra piedras.
Y también, como resulta lógico, serán los mayores encargados de luchar porque nuestro menor pueda tener un futuro los que deberán pelear, sufrir y argumentar con toda su sapiencia a la búsqueda de tal finalidad. Hablamos de abogados de turno de oficio o sicólogos especializados. Por contra, saldrá a la luz la incompetencia de servicios sociales o errores judiciales desencadenantes de consecuencias muy perturbadoras, cual efecto mariposa. Y destaca, por abominable, el papel de una madre cautiva, paralizada, débil, incapaz de luchar por sus hijos. Porque calla y sonríe, mientras se apiada de ella misma al tiempo que sus chicos se ocupan de priorizar a aquello que más quieren en el mundo, precisamente a su progenitora.
No pasa desapercibido tampoco la animadversión de ciertos mayores al enfrentarse a un crío del que lo desconocen todo. Desde su realidad de huérfano con padres, su amor por un hermano depresivo, su escasez de recursos económicos desencadenante de desprecios por compañeros de escuela, su generosidad con sus hermanas o su carácter pacífico que le aleja de cualquier tipo de batalla. ¿Porqué un chiquillo con estos antecedentes y caracteres sería capaz de cometer las atrocidades que se le imputan? ¿Porqué no interesa su pasado? ¿Porqué no se indaga en ese miedo invencible que puede apoderarse de su ser? ¿Y qué se pretende en el intento de encerrarlo en una celda y tirar la llave? ¿Con doce años? Muchos, demasiados hombres y mujeres ya bien crecidos examinan a Ray con odio, con desprecio, con inquina: jueces, fiscales, miembros de un jurado, trabajadores en medios de comunicación…
Es probable que se estén preguntando por los recursos a desplegar cuando los delincuentes son menores. Al respecto, nos acordamos de Playground (2016), la interesantísima película del director polaco Bartosz M. Kowalski, basada en unos terribles hechos ocurridos en los noventa del pasado siglo en Liverpool. ¿Qué se hace con los autores de violencias infantiles? Mientras lo piensan acuérdense de conceptos como enseñanza, formación, educación, amparo, atención o socialización. En los últimos años, miles de menores han sido juzgados como mayores en Inglaterra y Gales (también en muchos otros países) ¿Hasta cuándo? Ya es momento de que se paralice la apisonadora contra los más desprotegidos y empiecen a respetarse la dignidad de estos pequeños seres. No hay que olvidar que entre sus principales atributos se encuentra la vulnerabilidad. Vulnerables al egoísmo de los mayores, a la inmadurez y crueldad de otros menores, a la ceguera de un sistema que en vez de educar y proteger se ocupa en perseguir y condenar.
Tráiler:
Ficha técnica:
Un niño culpable (Responsible Child), Reino Unido, 2019.Dirección: Nick Holt
Duración: 90 minutos
Guion: Sean Buckley
Producción: Kudos Productions, 72films
Fotografía: Nick Cooke
Música: Adrian Johnston
Reparto: Billy Barratt, James Tarpey, Tom Burke, Neal Barry, Tina Harris, Owen McDonnell, Michelle Fairley, Debbie Honeywood, Shaun Dingwall, Kirsten Wright, Zachary Barnfield, Angela Wynter, Matthew Aubrey, Zita Sattar, Stephen Boxer, Heather Bleasdale, Jay Villiers, Natasha Joseph