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Upstream Color o el trascendentalismo según Shane Carruth
El 4 de octubre de 1845, Henry David Thoreau se retiraba a hacer su vida en los bosques. Más precisamente, en un bosque ribereño de la laguna Walden, donde construyó una cabaña con sus propias manos y vivió semi-aislado de la civilización hasta 1847. De esta experiencia surge Walden, un texto publicado en 1954, que relata estos dos años de su vida con sumo detalle. En su primer párrafo explica «Cuando escribí las páginas que siguen, o más bien la mayoría de ellas, vivía solo en los bosques, a una milla de distancia de cualquier vecino, en una casa que yo mismo había construido, a orillas de la laguna de Walden en Concord (Massachusetts), y me ganaba la vida únicamente con el trabajo de mis manos. En ella viví dos años y dos meses. Ahora soy de nuevo un morador en la vida civilizada» (1).
No obstante su desvinculación con el mundo civilizado, durante estos años, Thoreau vive otro capítulo importante de su vida; el conocido hecho de su negación en 1846 a pagar impuestos, ya que consideraba que su fin no era justo. Se oponía a la injustificada guerra entre México y Estados Unidos de los años 1846-48 -que concluyó con la inclusión de más de cinco estados a la Unión- y a la esclavitud. A partir de este evento, escribe una conferencia, publicada en 1848, explicando sus razones para llamar a la Desobediencia Civil. La obra tuvo una inmensa repercusión por su crítica directa a la autoridad del Estado y su llamado a los hombres a seguir su intuición y su moral, y no leyes injustas.
Para comprender a Thoreau, y no desechar sus textos por un idealismo desfasado y poco objetivo, debemos, como en todo, acercarnos a su contexto. Parte del Club Trascendentalista, que surge bajo la égida del antiguo ministro unitario Ralph Waldo Emerson, comulgó con todos los principios de esta corriente filosófica americana. De hecho, Emerson diría que Henry David Thoreau puso en práctica, como ningún otro miembro del Club, las enseñanzas del trascendentalismo. Derivado del movimiento religioso unitario, con pinceladas de filosofía racionalista y romántica alemana, sobre todo del pensamiento kantiano, los trascendentalistas concedían una importancia vital a la razón y promulgaban una relación con el universo, determinada por la capacidad intuitiva e intelectual de cada hombre de acercarse a los principios cósmicos –leyes naturales-, a través de la observación de su medio. Consideraban que las organizaciones, ya sean religiosas o políticas, corrompían al individuo, o como expresó Thoreau, que “el mejor gobierno es el que gobierna lo menos posible”(1).
Establecido sobre la base de este idealismo trascendental, actualmente, el pensamiento thoreauviano nos parece que espera demasiado de una especie que ya ha dado sobrada muestra de su capacidad autodestructiva. Llevado al extremo por un hombre de marcada probidad intelectual y moral, que prefirió la cárcel y la soledad a quebrantar sus principios, su ideario es tomado como un maravilloso ejemplo de lo que debe ser y nunca es. Walden es un canto de amor a la naturaleza, que nos convida a establecer un vínculo positivo con nuestro medio, teniendo en cuenta que somos parte de algo que nos supera en tamaño y trascendencia. La desobediencia civil es un llamado a la unión de aquellos hombres de bien, que desgastados por las energías inagotables del absurdo y la codicia, se rinden o se convierten en miembros apáticos de una maquinaria infernal.
En el 2013, el matemático devenido en director de cine, Shane Carruth lanza su segundo largometraje, Upstream Color (2013), una fábula sobre la condición humana, partiendo de una versión libre de los pensamientos del filósofo Henry David Thoreau. Con su primer filme, Carruth ya había logrado entrar entre los pensamientos más crípticos del cine por esa visión enrevesada y, al parecer bastante realista, de los viajes en el tiempo. Su segundo guion, A Topiary, se convierte en una utopía fílmica y con esta segunda película refuerza la creencia de que no es un hombre de pensamiento ortodoxo.
Upstream Color (2013) es un filme de ciencia ficción, que narra la historia de Kris, una joven que vive un capítulo muy extraño en su vida, del cual nunca se recuperará. Aunque las referencias explícitas a los textos de Thoreau son observables en la omnipresencia del texto impreso de La Desobediencia Civil y Walden y en la recitación por parte de Kris de pasajes de Walden; podemos encontrar en el filme pistas que nos llevan a una interpretación personal y carruthiana del mismo. La historia comienza con la búsqueda de un gusano que solo crece en una orquídea azul que se da salvaje en el bosque. En una serie de planos iniciales, elípticos y metafóricos, nos presentan a un gusano, que hace perder la voluntad a quien lo come. Un gusano que en su libro Thoreau compara con esa animalidad que es parte del ser humano. «(…) toda nuestra vida es de una moral sorprendente. Entre la virtud y el vicio jamás hay un instante de tregua. Somos conscientes de que hay un animal en nosotros cuyo despertar está en razón directa al letargo de lo superior de nuestra naturaleza. Aquel es reptil y sensual, y quizá no lo podemos expulsar completamente; es como los gusanos que están instalados en nuestro cuerpo, aunque estemos vivos y sanos(1)». Es la eterna lucha entre lo intelectual –lo racional- y lo emocional –lo irracional- en el ser humano. Thoreau se cuestionaba cómo el progreso y la mejora de las condiciones de vida alejaban al ser humano de su naturaleza más primitiva, y con ello de la moral intuitiva.
En el filme, Kris es secuestrada luego de serle inoculado el gusano. Esto la convierte en la marioneta de un ladrón que le quita todo lo que tiene, mientras la mantiene hipnotizada haciendo tareas repetitivas, entre ellas copiar el libro de Thoreau a mano y hacer cadenetas con las hojas. Está tan desconectada de su lado primitivo, que la conexión con el mismo debe ser a través de un acto violento. Su vida es la representación de una humanidad que es incapaz de «enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida» (1) y que debe ser encontrada por una fuerza mayor para llamarla a la desobediencia vital y la simplicidad.
Al liberarla el ladrón, Kris descubre que tiene el gusano dentro y aquí es donde entra en juego el demiurgo, The Sampler, que es algo así como el que toma las muestras y tiene una conexión mental con quienes han ingerido el gusano. Este personaje -quien lleva el diseño sonoro del filme premiado en el Festival de Sundance de 2013- representa, por una parte, esa intuición o conexión vital del hombre y su medio. Así mismo, como Thoreau notó en su aislamiento «de pronto la existencia de una sociedad dulce y benéfica en la Naturaleza, en el golpear acompasado de las gotas y en cada sonido y vista alrededor de mi casa; una amistad infinita e indescriptible, como si se tratara de toda una atmósfera que me mantenía» (1); va este ser, creando notas y percibiendo hasta el mínimo sonido que el medio puede proveer. Sin embargo, tiene una naturaleza dual. Por un lado, es una presencia espiritual y por el otro, representa el control. Es el encargado de extraer el gusano, la conexión vital con el universo, para insertarlo en la más común de las bestias y tener controlado al ser con quien conecta. Enrevesada fórmula reflexiva de profundo alcance sobre la función de la sociedad e instituciones modernas, la alienación del individuo y la ruptura de un ciclo vital convertido en espiral de conformismo.
Kris llega al demiurgo –a través de una conexión sonora inexplicable- para que le extraiga ese huésped incómodo pasándolo a una cerda, con la cual ella tendrá una conexión síquica desde el momento de la trasmisión. Libre del gusano, se encuentra perdida. La han despedido del trabajo, ha perdido todo y no encuentra explicación a lo sucedido. Es entonces cuando se encuentra con Jeff, un joven con quien conecta de inmediato, pues también ha sido víctima del gusano de la orquídea azul. Ambos se enamoran y comienzan un círculo de recuerdos y experiencias repetidas. Las limitaciones del trillado pensamiento consuetudinario que hacía arder el espíritu thoreauviano, mezclan sus recuerdos como si ambos hubieran vivido la misma vida. Vigilados todo el tiempo por The Sampler, que tiene el don de la ubicuidad y al vigilar la granja de los cerdos puede ver, sentir y observar síquicamente a quienes están vinculados con ellos.
El amor o el encuentro entre estos dos seres que han pasado por un trauma similar es lo que dará un giro a estas vidas, el giro de Shane Carruth, quien pone la salvación en la unión y el amor de la pareja. Kris y Jeff ya no caben en la sociedad, se sienten culpables de algo, algo los persigue. Los cerdos a los cuales están vinculados también luchan por salirse de la monotonía de la granja, de la predeterminación de una sociedad que inocula sueños prefabricados. Huyen de algo que, aunque no tiene categoría material, persigue y aterroriza como una bestia. Han vuelto, como Thoreau, a ser moradores de la vida civilizada, pero ya no son los mismos, se rehúsan -quizás inconscientemente- a pagar los impuestos para pertenecer. Los cerdos se rebelan, se embarazan, rompen cercas, se pelean, destrozan la perfecta armonía de la granja. Kris y Jeff, también.
Los símbolos de rebelión -los pequeños cerdos bebés, cuyo dueño incluso rehúsa sacarles provecho económico con tal de matar ese germen-, generan con su podredumbre el color de la orquídea y el sustento que atrae el gusano hacia la misma. Se rompe el círculo y ha surgido un despertar, es por ello que Kris recita en la piscina, mientras extrae piedras del fondo, viendo visiones de orquídeas amarillas. En ellos, la muerte del conformismo (enfermedad social, convertida en líquido, célula de color azul sinónimo del control) se transforma en desasosiego, llamando a la desobediencia civil y cultural. Y esto es lo que hacen Kris y Jeff, ponerle fin a la amenaza y establecer el vínculo ideal entre lo animal y el espíritu superior del hombre.
Upstream Color es una intensa metáfora sobre el ideario del filósofo estadounidense y parte de la filosofía de su director. Producto cinematográfico atípico, es necesaria más de una visualización, para tener una idea más bien nebulosa de su alcance y significado. El director nos lleva a un mundo tan diferente que resulta inquietante, como le parecía la soledad a los cuestionadores de Thoreau. «Con frecuencia solían decirme: Me atrevo a pensar que usted se siente solo por allí y que desea estar más cerca de la gente, especialmente en los días y noches de lluvia y nieve. (…) No me parece que esa pregunta que me han formulado sea la más importante. ¿Qué clase de espacio es el que separa a un hombre de sus semejantes y le hace sentirse solitario? He descubierto que ningún movimiento de las piernas puede aproximar a dos mentes. ¿Cerca de qué queremos vivir nosotros, principalmente?» (1).
(1) 2014. Thoreau, Henry D.: Walden o la vida en los bosques. Traducción de Jorge Lob. Biblioteca Ecoosfera. Disponible en http://www.ecoosfera.com/
Un acercamiento a las muchas posibilidades del cine
Prime (la de los viajes en el tiempo), me gustó muchísimo, así que vi Up stream con grn entusiasmo pero no me gusto NADA. La crítica es interesante y bien escrita, pero si es necesario tantas explicaciones es que la peli no está bien hecha. No me gustó, no se entiende sin «un manual de uso» y en cierta forma me resultó desagradable pero en el sentido inutil de la sensación.
El arte no es para «entender». Entender es una labor intelectual y el arte es una tarea emocional. Lo expresan a la perfección maestros como Fellini, Godard, Bergman, a veces Gaspar Noé…
Si pero el arte es , ante todo, un ejercicio intelectual, independientemente del aspecto racional ó emocional del mismo. Y si una pieza de arte dificulta dicho ejercicio, quiere decir que su ejecución es mala.
Thoreau fué una de mis lecturas de juventud y es cierto, si has comprendido el texto nunca vuelves a ser el mismo. La sensación de leerlo es exactamente la que se transmite a través del (la extracción del) gusano, es algo así como destapar el pastel, como la píldora roja de Matrix, «cuando hace pop ya no hay stop».
Debo decir que aunque me parezca que la película es un poco «desdibujada», con un poco de paciencia y darle al coco se le puede encontrar el significado. No es TAN complicada, de hecho, los paralelismos entre la piara de cerdos y los personajes humanos son muy comprensibles, es cierto que quizás se deba ver un par o tres de veces, y quizás leerse el texto de Thoreau para entender el significado; pero seria como criticar a la Divina Comedia por obligarte a conocer la historia Bíblica antes de leerla, los precedentes existen, y a veces los creadores han leido y pensado un poco más que nosotros.
Quiero decir tambien que es injusto decir que las creencias de Thoreau sean ingenuas o desfasadas, a mi parecer, lo único que defiende es que el Hombre (el humano, la humanidad), nace libre, no en un Estado, por lo tanto debe obedecer las leyes de la Naturaleza (para eso va al bosque, para entender y conocer Las Leyes) y cualquier otra obligación legislativa es antinatural (desde religiones a estados).
Básicamente es una crítica a los dogmatismos que ejercen la fuerza (judicial, policial, social) para hacerse respetar.
Mirad a una paloma por la calle y preguntaros a quien obedece y porque. O mejor, preguntaros porque cualquier cm2 de terreno tiene propietario en la Tierra y que derecho lo avala.
No la toméis con Carruth por hacer pelis así! Saludos!
Excelente análisis, mejor creo que hasta la película, pues le da un sentido. Algo atractivo que sucede cuando desnudamos el símbolo, si el símbolo está mal vestido, por si decirlo
todos conectados..flora ..fauna..ser humano…todo trasciende ..lo
esencial es invisible a los ojos….
Densa, aburrida, insoportable, necesita ser explicada para… comprenderla?
La trama es tan delirante que uno puede describirla a través de otro argumento, pudiendo éste ser mucho más coherente y original.
Al leer esta reseña y un par más, pude descubrir que logré apreciar el mensaje de la película con mucha claridad. Me fascinó, la vi de casualidad xq no conocía ni siquiera su director, y me dejo con muchos sentimientos encontrados. Por eso tuve que buscar más información. Para mi es excelente.
Buenisima.
Sin duda una pelicula que no es para todos.
Gran película, fuera de la interpretación política que es muy interesante y posible por la conección con Walden. La interpretación que le di es que el compositor ces dios y el ladrón una especie de diablo. Ambos se alimentan, el compositor arroja las muertes al río para q las flores tomen color y ladrón tome los gusanos.
Excelente analisis de una película compleja y llena de símbolos, mil gracias.
«Buenísima, pero no es para todos»
«Hace falta verla varias veces para entenderla»
«Es normal que no la entiendan, solo aquellos elegidos podrán entenderla.»
Esnobismo intelectual de manual.
La película tiene un planteamiento muy original e interesante, unas actuaciones pésimas y una producción irregular. El montaje es demencial.