Críticas
Demasiados ingredientes en la pócima
Venus
Jaume Balagueró. España, 2022.
Menuda colisión de mundos encontramos en Venus (Jaume Balagueró, 2022). En más de un sentido, porque al encuentro entre dos de los nombres egregios del fantástico español, Balagueró y De la Iglesia, se conjuga la mezcla alucinada de géneros, en una película que aglutina elementos del thriller callejero y la orgía de sangriento horror cósmico. Con tantos ingredientes en la pócima no es fácil encontrar equilibrios. Efectivamente, Venus funciona a veces, pero es tanto el embrollo conceptual que resulta en amasijo poco coherente, víctima del choque frontal de intenciones contradictorias, de visiones enfrentadas que zarandean la película hasta rozar el naufragio.
Me temo que, en este caso, la cadencia hipnótica con la que Balagueró trata sus historias ha caído prisionera del histerismo macarra del que suele hacer gala Alex de la Iglesia. Aunque este último se coloca los galones de productor en Venus, el resultado hace sospechar que el afamado director ha metido sus garras, porque los desvaríos estilísticos recuerdan a su cine. La idea de que estás viendo varias películas al mismo tiempo, lanzadas con ritmo frenético y desconcertante, sobrevuela la obra de Balagueró, que, sin renunciar del todo a sí mismo, abraza con alegría diabólica el desbarajuste.
Sí que hay cierto retorno a los orígenes de Balagueró en esta historia tan elegante como callejera, que, salvando las enormes distancias, recuerda al desasosiego de Rec (Jaume Balagueró, 2007), con escenarios similares, extirpados del barrio, de los rincones más prosaicos del ecosistema urbano, la ciudad transformada en ente extraño que alberga horrores innombrables. Para la ocasión, el director catalán se inspira en el universo lovecraftiano; eso sí, armado de múltiples licencias respecto al material original, el cuento corto Los sueños de la casa de la bruja, adaptado con libertad absoluta hasta hacer irreconocible la inspiración sobre el relato. Por cierto, que con un talante más clásico se ha llevado a la pantalla esta misma historia para el Gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro, en manos de la prometedora Catherine Hardwicke.
Al relato clásico de casas encantadas y encuentros con lo misterioso, Balagueró añade modernidad con el contexto de los personajes, un puñado de gente rota, arrastrada por sueños rotos, demasiado pasado y presente desesperanzador. El submundo del tráfico de drogas y la violencia criminal se hace hueco entre pesadillas y amenazas oscuras llegadas de las entrañas del mal absoluto. Mientras las protagonistas luchan por su supervivencia en la realidad caníbal, el peligro acecha en el rincón oscuro donde nadie mira, en los recovecos de un edificio que se convierte en personaje por los escalofriantes silencios rotos por lo imposible.
Balagueró, en la zozobra que amenaza el conjunto de la película, es capaz de una intimidad bastante conseguida, sugerencia de un pasado que pesa como una losa sobre las protagonistas. Entendemos un conflicto familiar que se nos muestra en detalles, pasado que se enquista y pesa como una losa sobre las dos hermanas protagonistas, que han pasado a ser dos desconocidas con demasiados muros entre las dos. Podría ser el principio de un camino de redención y perdón. Algo de eso hay, pero en los compases finales de Venus alguien aprieta el botón nuclear, el batiburrillo de ideas pasa a ser una masa informe digna del propio Lovecraft, y lo que era sugerencia y misterio pasa a ser de un explícito agobiante y desbarajustado.
Hasta ese momento, los equilibrios más o menos se mantienen, aunque la película funciona mejor en su faceta de narcothriller. Aunque el aire de brujería envuelve el tono de todos los pasos de Venus, la cara furtiva de la trama nos deja los mejores momentos de conflicto, personajes fronterizos y relaciones trágicas. Sentimos la tensión de la caza, la sordidez del mundo del que procede Lucía, nuestra protagonista, donde no existe la inocencia y del que es incapaz de escapar. Entonces encontramos el contraste en el refugio para huir de un infierno, que se transforma por arte de, literalmente, magia, en otro mucho peor, inexplicable, capaz de absorber los pocos resquicios de normalidad a los que aspira en su huida.
Si bien Venus camina sobre la cuerda floja, en los minutos finales da el salto mortal sin red que no acaba de cuajar del todo. Balagueró se mueve con soltura en el submundo criminal conteniendo el desenlace, y en los instantes de horror es capaz de mantener el sentido de la autoría como director de género, tratando con respeto los cauces propios del terror. No es escalofriante, sabe que el camino no es el susto fácil, que lo importante es la creación de ambientes y lanzar a personajes completamente mundanos a las garras de lo inexplicable. No evita los tópicos, pero los maneja con astucia. En cierto modo, encuentra poesía en la oscuridad, calma en brazos de lo espantoso.
Toda esa contención desaparece como lágrimas en la lluvia, y el espectáculo de acción sangrienta y brutal confronta con una irritante bacanal mística. Como espectadores recibimos tanta información lanzada de formas tan contradictorias que es fácil salir de la película. Balagueró dinamita el camino construido a lo largo del metraje; transforma a su heroína, a base de catarsis ultraviolenta, en imagen de perversa religiosidad vengativa, deriva de extraña moraleja (si es que la hay) sobre la naturaleza del mal y la liberación que supone aceptar la oscuridad.
El reparto hace lo que puede con el divertimento de Balagueró y De la Iglesia, que se lo pasan en grande. Da la impresión de que los actores aceptan la apuesta y se suman al festín salvaje en el que confluye todo el tinglado. Ester Expósito se muestra solvente en el papel protagonista, cómoda en el drama callejero, desatada en la epifanía de sangre.
Venus quiere ser muchas cosas a la vez y no acaba por encontrar firmeza en ninguno de sus episodios. La aspereza confrontada con la calma nos regala buenos momentos, pero el desconcierto es la nota predominante en el confuso menú ofrecido por Balagueró, muy lejos de sus mejores encontronazos con el terror, como aquel brillante debut con Los sin nombre (1999).
Una pena este tiro al poste, que tiene más de chiste privado, al que yo, personalmente, no acabo de encontrar la gracia.
Ficha técnica:
Venus , España, 2022.Dirección: Jaume Balagueró
Duración: 100 minutos
Guion: Fernando Navarro, Jaume Balagueró
Producción: Coproducción España-Estados Unidos; Pokeepsie Films, The Fear Collection
Fotografía: Pablo Rosso
Música: Vanessa Garde
Reparto: Ester Expósito, Inés Fernández, Ángela Cremonte, Magüi Mira, Fernando Valdivieso, Federico Aguado, Alejandra Meco, Pedro Bachura, Aten Soria, María José Sarrate, Fran Boira