Victoria

En la muestra de la Competencia Oficial Argentina del Bafici 17, el cineasta Juan Villegas, reconocido por sus películas Sábado, Los Suicidas y Ocio, es una presencia infaltable en el Festival y un director esperado por muchos de sus seguidores. En esta oportunidad, nos sorprende con una nueva obra que se aleja de la ficción para incursionar en el documental. El resultado, más allá de la sorpresa por el cambio de registro, es un giro positivo en su carrera, y tiene nombre propio: Victoria. El film es un retrato sobre la vida y trayectoria de la cantante de tango argentina Victoria Morán que lleva quince años de carrera y, sin embargo, para muchos de nosotros es desconocida dentro la escena musical.

Victoria es una mujer multifacética, y el documental se encarga de demostrarlo con respeto y admiración: es música, esposa, madre, da clases en su casa, carga con algunos problemas de salud desde su infancia, ha editado de forma independiente y ha demostrado que puede cantar, no sólo tangos, sino todo aquel ritmo que se proponga. Hay una escena donde canta un blues que  suena maravilloso. Sin embargo, su talento se conoce de manera más local, está invisibilizado frente a las grandes compañías discográficas y los medios masivos.

Hay un registro riguroso sobre ella. Los planos la muestran auténtica, real, simple, bella.  La cámara es contemplativa, y los planos fijos sobre de la protagonista se prolongan cuando canta; otros la enmarcan y la acompañan en su cotidianidad. A diferencia de las herramientas narrativas habituales en muchos documentales, Villegas no utiliza el recurso de la entrevista ni el relato de la voz en off, ni diálogos en primera persona hacia la cámara, tampoco hay insertos de imágenes, archivos o sonidos de su carrera artística. Tan solo en una escena, en la cual un periodista entrevista a Victoria, nos adentramos en los inicios de su carrera junto a la cantante Nelly Omar, quien fue su maestra y mentora.

“El film plantea un punto de vista sobre las relaciones entre el arte y el dinero, entre lo familiar y lo profesional, entre lo privado y lo público”, manifiesta su director en una entrevista. “Y, si por una parte yo me siento muy identificado con Victoria en cuanto a su gusto musical, es en estas cuestiones en las que la identificación es aún más fuerte. Al poder meterme a observar su vida, al observar con la cámara cómo estos conflictos se manifiestan en cada uno de sus actos, descubrí que la película también es un autorretrato. A través del retrato de Victoria, yo estoy reflexionando sobre mi lugar como cineasta y como persona”.

Villegas propone un acercamiento al interior de una mujer que, como muchas dedicadas al arte, no se especializa en una sola cosa, al contrario. Ella sostiene con pasión lo que hace y eso la define en relación a lo qué es y a cómo se siente verdaderamente. Pero el hecho de seguir su cotidianeidad es también una búsqueda a dar luz a la esencia misma de alguien, a destacar aquello que lo hace auténtico y que no siempre encuentra, “un otro” que lo descubra. La protagonista, desde su sencillez y sacrificio, divide su vida entre las obligaciones y la música. Si bien el inicio del film, siguiendo el trayecto de Victoria, recuerda a Reimón, de Rodrigo Moreno, rápidamente se diferencia y toma otro rumbo.

El enunciado se construye como un proceso interrumpido, a través del cual Victoria realiza las grabaciones de su nuevo material. Estas escenas se van hilando e intercalando con el resto de sus actividades: cocinar, dar clases, estar cantando con amigos en su casa, ir de compras con la hija. Como si la misma canción de fondo se escuchase de a pedacitos, una y otra vez, hasta formar un todo.

El film muestra de manera simple y clara el universo en el que se inserta. Es coherente y  leal con lo que muestra. Villegas también se permite homenajear a grandes músicos, a los que admira y son parte del repertorio que ella elige cantar, pero sin duda, lo que aquí se rescata es la oportunidad de mostrar la voz de una mujer que merecía ser descubierta.

Tráiler: