Wicked

Desde su estreno en 2003, el musical de Broadway acerca de la bruja mala del Oeste, de El mago de Oz (The Wizard of Oz, Victor Fleming, 1939), estaba destinado a estar en la pantalla grande. Varios directores fueron postulados (Ryan Murphy, James Mangold, Rob Marshall…) y para 2012 se había asegurado que Stephen Daldry –el mismo de Billy Elliot (Quiero bailar, 2000), Las horas (The Hours, 2002) y Tan fuerte, tan cerca (Extremely Loud & Incredibly Close, 2011)– era el elegido para esta colosal aventura. Pero Universal decidió posponer este proyecto y dedicarse a la monstruosidad de Cats (2019), un gran error para el reconocido estudio y una gran oportunidad para Jon M. Chu, que tuvo la oportunidad de hacer la brillante En un barrio de Nueva York (In The Heights, 2021) y demostrar que nadie mejor que él podría adaptar este musical adorado por toda una generación de geeks teatrales.

Wicked (Wicked: Part One, Jon M. Chu, 2024) irrumpió en las salas de cine como el mejor estreno de una adaptación de Broadway, recolectando más de 120 millones de dólares en su primer fin de semana. Esta esperada adaptación es un homenaje a los grandes musicales de Broadway, con todo el derroche y parafernalia necesarios para hacer de esta una de las mejores y más deslumbrantes adaptaciones audiovisuales. Es casi perfecta, se atreve a decir este profundo enamorado de los musicales y de la historia de esta bruja verde.

La película empieza igual que el musical de Broadway: la bruja del Oeste ha muerto y la buena nueva se extiende por todo Oz. El pueblo está feliz y Galinda (Ariana Grande), la bruja buena, ha llegado a continuar esta celebración. Pero alguien le pregunta: “¿Es cierto que fuiste su amiga?”. La cara de Galinda cambia y ella acepta que fueron compañeras de la Universidad Shiz. Acá empieza un gran flashback (que durará el resto de la cinta), en el que vemos la aparición de Elphaba (Cynthia Erivo) en la vida de todos, cuando era tan solo una joven que cuidaba a su hermana Nessarose (Marissa Bode) y termina enrolada en la prestigiosa escuela por demostrar sus increíbles poderes mágicos, que hasta la gran hechicera Madame Morrible (Michelle Yeoh) envidia.

La historia sigue el mismo lineamiento de Una rubia muy legal (Legally Blonde, Robert Luketic, 2001) y hasta la telenovela colombiana Betty la fea, donde el personaje principal es rechazado y se vuelve el centro de las burlas y el bullying, pero luego se redime ante todos. El giro acá es que Elphaba no piensa redimirse: cuando pierde la venda de los ojos y se entera que el gran Mago de Oz es una farsa (y esto no es un spoiler, viene de la novela original de L. Frank Baum, de 1900), ella tiene la oportunidad de vengarse al convertirse en la «malvada» bruja del Oeste, porque sí tiene el talento del que otros se ufanan, y hace lo que ella considera justo. Y acá viene uno de los puntos más interesantes de la historia: ¿qué es el bien y qué es el mal? ¿Quién tiene la razón y quién está equivocado? Nada es más relativo que esta absoluta división de una cosa o la otra, porque el mundo no es en blanco y negro, está lleno de colores. Y Wicked sí que tiene mucho de eso.

Probablemente sea una cinta demasiado larga para los que no aman los musicales. Toda la versión original de Broadway, en el que está enteramente basada la cinta, dura casi lo mismo que esta primera parte. ¿Por qué es tan larga, entonces? ¿Qué le ha traído de nuevo está adaptación cinematográfica? ¿Qué le aporta de diferente al musical y al libro en el que se basa? Del texto original de Gregory Maguire ya podemos irnos olvidando, porque está a kilómetros de distancia.

La película resuelve ciertos vacíos que tiene el musical, como la rapidez con que todo sucede y los vínculos tan fuertes que se dan de un momento a otro. Fiyero (Jonathan Bailey) es un galán de galanes muchos más metrosexual, confiado en su masculinidad que atrae a todos, y lo sabe. El drama de Elphaba está mucho mejor trabajado, porque hay más tiempo de desarrollarlo, sin duda. Galinda crece como personaje, se roba las risas y el amor de la gente, porque la segunda parte será enteramente de su Elphaba, enfrentando las consecuencias de sus actos y con las canciones nuevas que tanto nos prometieron a los fanáticos de este querido musical.

Visualmente, Wicked es absolutamente deslumbrante. Muchos de los escenarios fueron construidos, y eso se siente en la textura de la imagen, no todo es pantalla verde. Y recuerda a El mago de Oz, por supuesto, es un claro homenaje a la fuente original de inspiración y a la cinta que catapultó a Judy Garland a la fama y a las adicciones. ¡Hasta Dorothy y sus amigos aparecen por un momento! El vestuario y maquillaje son merecedores de un Premio Oscar y de todos los reconocimientos, o al menos de la nominación: impecables, llenos de colorido y detalles muy de Oz. Los efectos especiales se sienten fluidos y verosímiles, casi que saltan de la pantalla y pasan volando por la cabeza del espectador. El sonido y la música son impecables, así como las voces de todos (Erivo y Grande le apostaron a cantar en vivo en cada escena, así como en Los miserables –Les Misérables, Tom Hooper, 2012–). Esta cinta va por lo grande a la temporada de premios 2025, ya veremos si luego me darán la razón.

Entre tantos detractores y fanáticos aguerridos, lo cierto es que esta es una película necesaria para todos los que aman el cine, y que cada uno decida lo que quiera. Más allá de un musical y su increíble valor de producción, es una historia que nos invita a reflexionar sobre la amistad de dos mujeres, que se ve afectada e intervenida por lo que otros consideran que es el bien o el mal. ¡Y todavía falta la segunda parte!

Tráiler: