Críticas
Ella, Tonya
Yo, Tonya
I, Tonya. Craig Gillespie. Estados Unidos, 2017.
Si hay algo que gusta en el cine de Hollywood es la historia de auge y caída, a ser posible con unas gota de redención. El consabido «basado en hechos reales» es reclamo eficaz para el arte de hacer números, aunque el resultado de estas biografías ficcionadas sea la mayoría de las veces de calidad discutible. En Yo, Tonya, Craig Gillespie y su equipo demuestran que se pueden contar este tipo de historias sin caer en lo evidente, perpetrando una gran película llena de fabulosos equilibrios y contrastes en el aspecto visual y enormes dosis de ironía destructiva en sus intenciones.
Yo, Tonya recupera aquella historia que dio la vuelta al mundo y puso el universo alrededor del patinaje artístico en el punto de mira internacional. La trama lo tenía todo: una protagonista peculiar rodeada de una fauna no menos extravagante que escondía una sórdida vida de auge y caída al pozo de la vergüenza con extra de ensañamiento por parte de la prensa carroñera. Gillespie ha sabido ver el potencial de tamaña odisea americana para la radiografía despiadada de la sociedad occidental ávida de héroes y villanos.
De primeras diré que no soy amigo de biopics, salvo honrosas excepciones. Yo, Tonya entra con fuerza en ese cajón de películas que, a priori, no debería entusiasmarme. Lo genial de la magia del cine es que gente como Craig Gillespie es capaz de dar una buena patada llena de socarrona actitud a los clichés. Agarra de la solapa el tono habitual de restauración amigable del personaje de turno y nos presenta una colección de tarados, a cada cual más sacado de quicio. Evita la redención lacrimógena y se arma de humor negro, personalidades límite y decisiones cinematográficas arriesgadas e inteligentes.
Craig Gillespie se desmarca en Yo, Tonya, como un tipo valiente, capaz de jugarse el todo por el todo a la hora de elegir la herramienta precisa. El aspecto visual de la película es un encomiable esfuerzo por dotar de ritmo y dinamismo a la propuesta, con excelentes resultados. No se queda en el mero intento de hacer algo diferente: Gillespie saca la artillería pesada, traducida en sorpresa para el espectador. En el arsenal de Gillespie tenemos espectaculares contrastes entre el oscuro mundo personal de la protagonista y el hermoso despliegue de habilidad física de su carrera deportiva. Las escenas sobre el hielo resultan emocionantes, pues entendemos que esos escasos metros de libertad cinética eran el único lugar donde Tonya era realmente feliz.
Las escenas deportivas muestran virtuosismo e intuición por parte de Gillespie, pero el resto de la oferta es de quitarse el sombrero. Imágenes que vuelan de la estética del documental a inteligentes y arriesgadas rupturas de la cuarta pared que indican la naturaleza oral de la historia, contada desde la demencial y contradictoria perspectiva de los implicados. Yo, Tonya es de esas clases de enredo donde la realidad supera a la ficción.
Un director puede lucirse cuando tiene buen material literario como pilar de su película, y en ese aspecto, Yo, Tonya, nos deja para el recuerdo la estupenda definición de personajes, lanzados a la pantalla sin fisuras, esclavos de sus ambiciones y demonios personales, que construyen el ecosistema perfecto para los surrealistas acontecimientos que convirtieron a la patinadora en poco menos que un monstruo internacional. Los secundarios son ejemplo de psiques trastornadas, inoperantes, consumidos por delirios de grandeza o simplemente idiotas en medio de una historia que les queda demasiado grande.
Todo este gran trabajo de construcción de sólidos muros para la película se quedaría en la enorme nada de las buenas intenciones sin la aportación de actores y actrices capaces de dar sentido al enrarecido cosmos alrededor de la protagonista. El trabajo de Margot Robbie es de esos que salvarían la película por sí misma, y se sitúa en el podio en una auténtica demostración de poderío por parte del elenco femenino. Parece que la intérprete se está especializando en dar vida a caracteres bastante perturbados, y luce magnífica en al piel de esta mujer salvaje y belicosa, siempre al borde del derrumbe, víctima de los demás y de ella misma, atrapada entre su amor por el patinaje y la tendencia a la autodestrucción.
Al otro lado del ring, Sebatian Stan como el marido de ida y vuelta de Tonya. Un ser repulsivo, contradictorio, endeble y acomplejado que retrata alguna de las peores cosas de ser humano. Magnífico contrapunto que redondea la excepcional tendencia hacia lo despreciable del conjunto de la sociedad que adorna su propuesta.
Es complicado hacer una película repleta de personajes que no caen bien al público. A veces existe conexión, e incluso se pueden entender ciertos momentos, pero las reacciones totalmente fuera de quicio y las enfermizas relaciones entre todos los implicados conducen al asombro más que cualquier otra cosa. Aún así, todos los individuos presentados en la obra son excepcionales, y si no fuese porque están extraídos de la realidad, podrían resultar incluso entrañables en algún caso.
Para dar más empaque a ciertas escenas, la selección musical, siempre irónica, adecuada y con un punto de mala uva es deliciosa y perversa al mismo tiempo. Otro punto extra que da contundencia a momentos clave.
Gillespie ha firmado en Yo, Tonya, su mejor película hasta la fecha, llena de aciertos y evitando con destreza las debilidades que suelen dinamitar proyectos de este tipo. No hay el intento de redimir a Tonya Harding ni tropieza en el enésimo final empalagoso de perdones y disculpas varias. El resultado es equilibrio y constancia en el tono y las formas. La moraleja no es la caída de tal o cual personaje. Gillespie invita a la reflexión acerca de la naturaleza misma del público o de los medios que trataron el incidente. Esos somos nosotros, tan encendidos para elevar héroes con pies de barro como implacables para alimentarnos de sus caídas. El paso de la adoración al odio como espejo. Con el tratamiento tan salvaje como virtuoso que ha dado Gillespie a su obra, nos queda una película sorprendente.
Tráiler:
Ficha técnica:
Yo, Tonya (I, Tonya), Estados Unidos, 2017.Dirección: Craig Gillespie
Duración: 121 minutos
Guion: Steven Rogers
Producción: Clubhouse Pictures / LuckyChap Entertainment / Neon / 30West / Ai Film
Fotografía: Nicolas Karakatsanis
Música: Peter Nashel
Reparto: Margot Robbie, Sebastian Stan, Allison Janney, Caitlin Carver, Julianne Nicholson, Bojana Novakovic, Mckenna Grace, Paul Walter Hauser, Bobby Cannavale, Renah Gallagher, Amy Fox, Ricky Russert, Jeffery Arseneau, Bobby Akers, Suehyla El-Attar, Kaleigh Brooke Clark, Catherine Dyer, Joshua Mikel, Jason Davis