Críticas
Postal italiana
A Roma con Amor
To Rome with Love. Woody Allen. EUA, Italia, España, 2012.
Woody Allen es un sinónimo de cine, no sólo por sus cualidades únicas de autor, sino porque es uno de los directores más prolíficos y productivos, dado que realiza prácticamente una película por año desde 1966. En este largo camino fílmico, el mundo ha podido ver una amplia variedad de historias y producciones, que van desde las comedias de enredos hasta thrillers psicológicos y dramas pasionales. Es fecha que hay gente que cree que ya se ha visto todo, sin embargo de vez en vez sorprende con genialidades, como lo hizo con Match Point (2005), cuando parecía que ya no habría nada más.
En los últimos años, tal vez por esta misma diversidad creativa, Allen parece estar produciendo cintas llenas de amor por ciertos detalles y lugares. Así, ha regalado a sus seguidores, y al mundo entero, historias en fotografías de sus ciudades favoritas: Vicky Cristina Barcelona (2008), Medianoche en París (2011) y ahora A Roma con Amor.
Tal vez de estas últimas películas, la que nos ocupa sea la más caprichosa de todas, dada la simpleza de sus cuatros historias retratadas y sus recorridos por diversos puntos emblemáticos de la bella ciudad italiana. Con esto produce una postal cinematográfica de un lugar lleno de cotidianidad, de personajes, de amor, comida, música y turistas. Una ciudad como cualquier otra, pero vista desde los ojos de un hombre enamorado de sus calles y enigmas.
Las historias no tienen puntos en común, salvo que son desarrolladas en la misma ciudad, en la que no pasa nada y al mismo tiempo pasa todo. A lo largo de sus casi dos horas, Allen mezcla entre sus cuentos, hitos y estereotipos de la vida italiana: los paparazzi, la pasta, las vespas, el cinema, la ópera y sus tenores, el amor y sus contrastes entre la liberación y el conservadurismo.
Cada historia aborda una perspectiva del amor y el estilo de vida romana. Por ejemplo, está la historia del italiano promedio, con un trabajo mediocre y una familia estándar, que de un día a otro es descubierto inadvertidamente por la fama, y se deja llevar por la marea de la popularidad, que le regala mujeres, dinero y atención desenfrenada.
Por otro lado, se puede ver una pareja que sufre los ataques de la sociedad italiana: familia conservadora y evaluadora, contra la lascivia y la debilidad de la farándula y el placer. Pero ellos no son los únicos que sufren la presión social, también pasea por las calles la historia de unos estudiantes que se radican en Roma y que padecerán un desbalance en su relación cuando una tercera en discordia aparezca en escena.
Por último, se puede ver el cuadro donde el mismo Allen es retratado como un padre que va a conocer al prometido de su hija, y que casualmente se dedica a la industria musical, y descubre (en el lugar menos esperado) a un talentoso cantante.
Está por demás decir que, aunque las historias son sencillas, están plagadas de formas y locuacidades que sólo podrían provenir de la mente alleniana y que se han visto de una u otra manera en cintas previas.
Cómo evitar ver al personaje de Allen (que es el mismo de siempre), nervioso, americano, citadino, complicado, veloz, pero ahora tratando de congeniar con una cultura tan abrazadora como la italiana. Por supuesto, habrá de encontrar las salidas más absurdas para sus ocurrencias, logrando salirse con la suya.
Allen consigue reflejarse en otros personajes, como es el caso de Jack -que interpreta Jesse Eisenberg- quien tiene dudas a cada paso que da, se contradice y se halla inmerso en sus propios pensamientos. Además, en esa historia, se materializa a voluntad Alec Baldwin, dando una surrealidad a la narración, tal como sucede en Deconstructing Harry (1997), cuando desaparece paulatinamente uno de los personajes.
Igual de absurda es la idea motora del cuadro de Roberto Benigni que, casualmente, un día es atacado por la fama, de una forma inexplicable, al punto en el que se vuelve natural, no sólo para el personaje, sino para el espectador también.
Es importante mencionar que el reparto que ha logrado conjuntar el director neoyorkino es amplio y reconocido, lo que asegura –sobre todo- más visitas a la sala, y es que ¿quién no podría sentir curiosidad de ver a Ellen Page o a Roberto Benigni de la mano de Allen? Por supuesto, también se ha encargado de encontrar un papel para su nueva musa, Penélope Cruz, y de trabajar con varios actores y cantantes italianos.
En general, A Roma con Amor es una forma de conocer un poco esa ciudad y qué mejor que hacerlo de la mano de la imaginación de Woody Allen, que no se muestra pretencioso con su cinematografía, pero sí quiere hacer un retrato digno de este lugar, dejando que la audiencia recorra sus callejones y fuentes y se acerque un poco más a su cultura, desde una visión americana.
Definitivamente, no es el trabajo que muchos esperaban después de su aclamada Medianoche en París, pero es una más de las cintas que este cineasta regala a la humanidad y que, de todos modos, muchos acudimos a ver para gozar de unos minutos en la mente de Woody.
Tráiler:
Ficha técnica:
A Roma con Amor (To Rome with Love), EUA, Italia, España, 2012.Dirección: Woody Allen
Guion: Woody Allen
Producción: Faruk Alatan, Letty Aronson, Giampaolo Letta
Fotografía: Darius Khondji
Reparto: Woody Allen, Alec Baldwin, Roberto Benigni, Penélope Cruz
Muy buena reseña. Aunque no he visto aún esta película coincide con los comentarios que he recibido. De todos modos, aunque las críticas fueran malas, como creo que han sido algunas, igual la vería, por tratarse de Woody Allen.
Me encanto Wooy Allen te sorprende en cada puesta Como siempre un genio