Críticas
Pon un becario en tu vida
El becario
The Intern. Nancy Meyers. EUA, 2015.
Si bien es cierto que la comedia americana mainstream ha sido un género del que se ha abusado en no pocas ocasiones, con el fin de obtener unos ingresos rápidos y cuantiosos, dando títulos que apenas conseguían permanecer en la mente del espectador unos instantes después del fin de su proyección, también es cierto, y hay que admitir, su gran potencial como reconfortante emocional que ayuda a sobrellevar mejor momentos difíciles, precisamente cuando vuelve su mirada a sus orígenes: la comedia clásica de la época dorada de Hollywood.
La mezcla de humor sincero, desenfadado, atrevido y vivo con personajes que viven situaciones emocionales difíciles, fácilmente identificables por el público, con el acompañamiento de la trama urbana como escenario de fondo y un tándem de talentos interpretativos memorable, permiten definir la esencia de este género, cuyo gran logro es hacernos ver los problemas de la vida pasados por el filtro, mejor los filtros, de la carcajada y la lágrima, pasando de uno a otro con exquisita pericia y equilibrio.
No en vano la directora Nancy Meyers dice haberse inspirado para la creación de los personajes principales en Katharine Hepburn y Spencer Tracy, aludiendo a la naturalidad interpretativa que desprende éste y a la expresividad enérgica y elegante con que deslumbra al público su partenaire femenina.
De hecho, la historia gira en torno a la fuerza de sus dos protagonistas, la joven fundadora y directora de una start-up en Brooklyn dedicada a la moda, además de madre y esposa, Jules (Anne Hathaway), y el veterano director de ventas jubilado y viudo Ben (Robert De Niro), reciclado en becario en dicha empresa, gracias a un programa de ayuda para la inserción social.
En un principio, Jules acepta a Ben como un trámite para cumplir con las condiciones del programa que su empresa ha aceptado, sin prestarle ninguna atención ni mostrando el menor afecto por su presencia. Pero pronto todo cambia, cuando la joven emprendedora se da cuenta de que Ben es mucho más que un simple anciano con el que cargar en su joven y vivaz empresa, es alguien de quien aprender, en quien confiar, incluso en los momentos más duros, con quien hablar, hablar de verdad, y reír, y sobre todo, es alguien a quien querer y también admirar.
La relación entre Jules y Ben se enmarca dentro de esas relaciones cinematográficas que tan buen resultado han generado en muchas ocasiones y que exponen el contraste intergeneracional, enfatizando no sus diferencias, sino sus semejanzas y puntos de contacto, como en otros títulos célebres del estilo de Up (Pete Docter, 2009) o Gran Torino (Clint Eastwood, 2009). La fuerza interpretativa de Anne Hathaway, reforzada por su radiante y estilísticamente inigualble sonrisa, se deja ver en El becario del mismo modo que en sus anteriores trabajos, pero añadiendo el nerviosismo característico de la madre trabajadora, emprendedora, inagotable y que se esfuerza por llevar una vida, en casa y el trabajo, lo más perfecta posible.
Un cúmulo de emociones que vienen a calmar y reconducir las expertas habilidades del genio de De Niro, quien en este papel se ha ganado de un plumazo a las nuevas generaciones de jóvenes, del mismo modo que lo hizo con los que lo descubrieron por primera vez y disfrutaron en Los padres de ella (Meet the Parents, Jay Roach, 2000), demostrando, a su vez, la maestría que atesora para la comedia y para meterse en el bolsillo al público con unas estratégicas muecas y una presencia puramente magnética.
Los protagonistas llenan cada plano y escena de la película, pero no hay que olvidar ni por un instante la importancia y acierto de la plantilla de secundarios. En primer lugar, por su elegancia y porte, y por el placer de recuperarla para la gran pantalla, destaca el personaje de Fiona, encarnado por Rene Russo como la masajista de la empresa de Jules, una afable y atractiva mujer que premia a los empleados que han conseguido un logro en el trabajo con un relajante masaje. Uno de ellos resulta ser Ben, gracias a su experimentada habilidad de gestión, y con el contacto de manos y hombros surge una chispa amorosa que describirá una revitalización crucial de la vida de ambos.
Pero el punto cómico del film también lo protagonizan los dos jóvenes nuevos becarios que acompañan a Ben y el joven empleado (Adam Devine) que los guiará en su travesía por la empresa. El trío masculino tendrá en Ben una especie de padre y mentor que les hará ver la importancia de las buenas maneras, de ser puntual, organizado, vestir con clase, afeitarse a diario y ser un caballero con las mujeres, como un maestro Jedi del que aprender y en quien inspirarse. De hecho, gran parte de las frases y conversaciones más divertidas del film (la escena del masaje) se dan lugar con este grupo como protagonista, incluída una de las escenas, probablemente la que más, más desternillantes de la película y que cubren la sala de risas, aquella en la Ben decide ir con “los chicos” a robar el ordenador portátil de casa de la madre de Jules, pura diversión.
Los temas tratados en el título de Nancy Meyers son variados y pueden sintetizarse en el dolor de la soledad, la pérdida de un ser amado, la necesidad de amar y ser querido, el precio del éxito y de trabajar duro en la estabilidad familiar, el no renunciar nunca a nuestros sueños, y por supuesto, aprender de nuestros mayores, ellos son los que han vivido el pasado y, por tanto, conocen las bases para nuestro futuro.
Aunque la filmografía de Nancy Meyers esté caracterizada por historias con personajes emocionalmente dañados, pero curiosamente con una posición económica, nivel de vida y relaciones familiares aparentemente ideales, como se puede apreciar en sofisticadas comedias como En qué piensan las mujeres (What Women Want, 2001), Cuando menos te lo esperas (Something’s Gotta Give, 2003) o No es tan fácil (It’s Complicated, 2009), siempre permanece la constante del “buenrollismo” que desprenden sus películas, la relación saludablemente enfrentada y reflexivamente crítica entre mujeres y hombres y los conflictos emocionales intergeneracionales, una dosis de energía positiva de esa que se necesita hoy y que en El becario se consigue con nota.
Como la planta que Wall-E (Andrew Stanton, 2008) intenta preservar celosamente en su tarea por recuperar la vida en la Tierra, Ben Whittaker pertenece a esa especie que el presente hipermodernizado a dejado atrás y ha olvidado pero que supone la esencia de lo que en un día nos hizo grandes y en un futuro nos hará mejores. Como mínimo, a uno le entran ganas de levantarse una hora antes, hacerse un buen afeitado, enfundarse un elegante traje y una reluciente maleta y abrir la puerta a las damas con una sonrisa, lo que viene a ser comportarse como un caballero, en pocas palabras.
Enlace al tráiler:
Ficha técnica:
El becario (The Intern), EUA, 2015.Dirección: Nancy Meyers
Guion: Nancy meyers
Producción: Waverly Films
Fotografía: Stephen Goldblatt
Música: Theodore Shapiro
Reparto: Robert De Niro, Anne Hathaway, Adam DeVine, Nat Wolff, Wallis Currie-Wood, Liz Celeste, Anders Holm, Drena De Niro, Andrew Rannells, Zack Pearlman, Christine Evangelista, Elliot Villar, Linda Lavin, Peter Vack
La acabo de ver y aunque soy un fan incondicional de De Miro, junto con Al Pacino lo mejor de los últimos 50 años, no dejo de intentar ser pragmático en mis juicios, pero de nuevo me ha dejado sin palabras, una sublime actuación en otros registros fuera de la maravillosa influencia de Scorsese, ah yencionar la espléndida actuación de Anne, en fin.una espléndida manera de pasar dos agradables horas con un montón de enseñanzas sobre la juventud actual y la madurez de los mayores. Sobresaliente
Magnífica interpretación, por parte de todos y todas, pero mejor provocación de reflexión en lo que supone un intercambio intergeneracional, parece ser tan poco valorado actualmente.
Como representante de la asociación AEPI, invito a no desperdiciar estas dos horas de una gran visión de lo que debería ser una situación normal y necesaria