Caracas. La transformación constante

Por Pablo Abraham

Ciudades de cine: CaracasCaracas es definida como una ciudad moderna, en constante transformación. Contrario a otras ciudades latinoamericanas, su arquitectura colonial, por ejemplo, ha venido desapareciendo con el paso de los años. Este gusto por la modernidad se inició en los años 50, bajo el gobierno del general Marcos Pérez Jiménez, quien llenó al país, y sobre todo a su capital, de importantes obras arquitectónicas y viales. ¿Acaso una evidente intención de superar esa condición rural que veníamos arrastrando desde la colonia? Quizás. Gobernantes anteriores hicieron lo mismo, es el caso de Guzmán Blanco en el siglo XIX, que quiso afrancesar a la ciudad, aparte de llenarla con estatuas suyas. El gran arquitecto venezolano Carlos Raúl Villanueva sería el gran responsable de buena parte de la fisonomía de la Caracas moderna; y aún perviven, por suerte, sus obras: la Ciudad Universitaria, la urbanización El Silencio... Es también en los años 50 cuando el cine venezolano realiza uno de los primeros retratos de la ciudad que se aprestaba a entrar a esa definida modernidad. César Enríquez, inspirado en el Neorrealismo italiano, movimiento estudiado por él en Francia, realiza La escalinata en 1950, un drama que hablaba de la importancia de la ascensión social para salir del barrio y no hundirse en la pobreza. Eso es lo que representa la escalinata del barrio donde vive la familia de Juanito, joven que por la difícil realidad que le rodea parece no poder escapar a la práctica de la delincuencia, obviando el mandato, repetido varias veces por la abuela, de lo necesario de subir la escalinata como aspiración a una vida mejor. Como lo hizo Pablo, un amigo de la infancia, con cuya presencia se inicia el film, con unas imágenes del barrio cuando vuelve convertido en un hombre ejemplar.

Y será desde allí, desde el barrio, que buena parte del cine venezolano observará la realidad del país. En los años 60, justamente el inicio del movimiento documentalista lo marca La ciudad que nos ve (1967), de Jesús Enrique Guédez, que proviene de un estudio realizado por la Universidad Central de Venezuela. A las imágenes realistas de lo que se ve en una barriada caraqueña, el autor le agrega ciertas dosis de poesía. Se trata  en todo caso de una mirada más bien amorosa, amable, más que de furibunda denuncia, rasgo éste característico del documentalismo nacional, revelador de la verdadera realidad de un país que se vanagloriaba de su riqueza petrolera.

Y como el país evolucionó, también lo hizo el cine. En los años 70, a esa mirada algo  cándida hacia la realidad llevada a cabo por el cine en los 50, ese gran sociólogo visual que fue Clemente de la Cerda proponía un retrato crudo, descarnado y naturalista de la misma. Hoy sigue siendo estremecedor un film como Soy un delincuente (1976) y su visión de una Caracas transformada a los ojos de hoy, una ciudad tan presente en el film que se vuelve a veces casi la protagonista.

Ciudades de cine: CaracasEs otro el enfoque ofrecido por Jacobo Penzo en su documental El afinque de Marín (1980), donde un barrio caraqueño, el Marín del título, es visto como una cantera indiscutible de expresión y talento musical de buena parte de sus habitantes, una expresión de alegría y amor por la vida. Pero ha sido Rafael Marziano Tinoco con El camino de las hormigas (1991) el que ha retratado más ambiciosamente la ciudad desde todos sus aspectos, desde diversos ángulos (por tierra y por aire)... mostrando sus infinitos espacios, estableciendo los fuertes contrastes que exhibe una ciudad tan complicada como la capital venezolana. Ostentación y pobreza, espacios abiertos, campos de golf, miles de ranchos en las laderas de las montañas que rodean la ciudad, mendigos, carros lujosos, autopistas modernas, vendedores ambulantes (en Venezuela se les dice "buhoneros")... caos por todas partes como cualquier ciudad, cierto, pero es a todas luces una ciudad reconocible: Caracas.

Un nuevo icono caraqueño arquitectónico de la modernidad se inauguraba en los años 70. El complejo residencial Parque Central fue celebrado por su concepción avanzada en materia de comodidad y en el hecho de que sus residentes no iban a tener la necesidad de desplazarse a otros puntos de la ciudad para realizar sus compras u otras diligencias o disfrutes pues se contaría con oficinas comerciales de todo tipo. En los 80 se inauguraron dentro de ese complejo dos torres enormes de más de 40 pisos que hoy sirven de asiento a varios organismos y ministerios oficiales. Se trata de dos especies de atalayas desde las cuales se puede observar todo el valle de Caracas. No obstante, no es esa la intención de Andrés Agustí al tomarlas como centro en su documental Parque Central (1991). Las torres nos vigilan constantemente, pueden verse desde cualquier rincón de la ciudad, están allí, nos siguen, parece que no podemos escapar de su mirada, hasta se reflejan en el espejo de un vendedor ambulante. Un film sin diálogos pero preciso en sus 12 minutos de duración.

Más recientemente, Caracas aparecía en Secuestro Express (2005), uno de los mayores éxitos taquilleros del cine venezolano de los últimos tiempos, con más de 900 mil espectadores. Y no es para nada romántico el retrato realizado por su director Jonathan Jakubowicz de la capital venezolana al presentarla como un lugar peligroso, casi equiparable al infierno, en donde la única salida parece ser llevar una vida austera y sin ostentosidades, si no, eres víctima de la violencia de los delincuentes que parecen ser los dueños y los que imponen sus reglas a una ciudad sin ley e insegura. 

Por su parte es amable, la visión que ofrece Efterpi Charalambidis en su ópera prima Libertador Morales, el Justiciero (2009), un film que trata acerca de cómo un mototaxista se convierte de noche en el redentor de las víctimas de la delincuencia. Contrario a la constante de mostrar la miseria y la violencia como algo indisoluble, se aprecia en el film el intento de develar otro lado más humano, menos duro y, digámoslo, menos victimaria de la ciudad.

Filmografía citada

El afinque de Marín, Jacobo Penzo ,1980

El camino de las hormigas, Rafael Marziano Tinoco, 1991

La ciudad que nos ve, Jesús Enrique Guédez, 1967

La escalinata, César Enríquez, 1950

Libertador Morales, el Justiciero, Efterpi Charalambidis, 2009

Parque Central, Andrés Agustí, 1991

Secuestro Express, Jonathan Jakubowicz, 2005

Soy un delincuente, Clemente de la Cerda, 1976

 

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