Chavales del arroyo

Chavales del arroyo. Pier Paolo Pasolini

Por José Miguel Viña Hernández

Portada de Chavales del arroyo

CHAVALES DEL ARROYO (Ragazzi di vita)
Autor: Pier Paolo Pasolini.
Madrid, Nórdica Libros, 2008

En 1955 Pier Paolo Pasolini (1922-1975) saca a la luz CHAVALES DEL ARROYO (Ragazzi di vita), su primera y brillante incursión en el campo de la narrativa italiana. Aún no lo persigue esa fama de artista contestatario, provocador y, en definitiva, maldito, que irá ganando con el tiempo. Todavía restan seis años para su debut cinematográfico (en la faceta de director) con Accatone (1961). Hasta entonces, compagina poesía y narrativa, estableciendo las bases de un estilo sólido y personal en novelas como Una vida violenta (1959) y Mujeres de Roma (1960).

A lo largo de su vida, Pasolini supo moverse como pocos en la línea de la transgresión, el compromiso ideológico (durante varios años fue militante del Partido Comunista) y la heterodoxia, creando una cosmovisión de rasgos bien definidos, presentes esencialmente en CHAVALES DEL ARROYO. La novela plantea el universo pasoliniano como liberación del pathos y desenmascaramiento de los impulsos primitivos humanos. Llegará a decir Pasolini que "la barbarie primitiva tiene algo de puro, de bueno; [...] cuan más primitiva es, menos «interesada», calculada, agresiva, terrorista resulta [...]. El bárbaro no tiene el sentido de la dignidad que tiene el burgués."1

Con CHAVALES DEL ARROYO el artista reconstruye un friso oscuro y certero sobre la vida en los suburbios de Roma. Pasolini retrata la marginalidad "desde dentro" y llena cada línea con un aire de desasosiego y malestar, evidenciando un miserabilismo moral y material muy propio del neorrealismo presente en su obra fílmica temprana. Crudeza y pesimismo son la tónica dominante en una narración cimentada sobre un lenguaje tosco, sin refinar, y una técnica brillantemente discreta. Porque, es cierto que Pasolini nunca fue un prodigio en la técnica, pero en su austeridad supo plasmar como nadie la humanidad de sus personajes en toda su complejidad. No deja de ser sintomático que su particular relectura en clave marxista de los escritos sagrados (El Evangelio según San Mateo, 1964) haya sido aclamada y odiada casi a parte iguales. Esta singular simbiosis (cristianismo-marxismo) la define muy bien el propio Pasolini cuando afirma: "Para mí, en este momento las palabras de Cristo «Ama a tu prójimo como a ti mismo» significan «Haz reformas estructurales»."2

La proximidad al proletariado y a las clases bajas son constantes de una obra que deambula entre el amor al cine y la pasión por la literatura: Edipo Rey (1967), El Decamerón (1970), Las mil y una noches (1974) o su desconcertante reinterpretación de Sade en Saló (1975) son sólo algunos ejemplos que vertebran la iconografía del débil en una civilización decadente. CHAVALES DEL ARROYO es, ni más ni menos, el punto de arranque donde se forja la idea y la ideología, la ética y el estilo, el compromiso, el enemigo y la muerte.


1 DUFLOT, Jean. Conversaciones con Pier Paolo Pasolini. Barcelona, Anagrama, 1971, pp. 109-110.

2 PASOLINI, Pier Paolo. Pasiones heréticas. Correspondencia 1940-1975. Buenos Aires, El Cuenco de Plata / Extraterritorial, 2005, pp. 8-9.