Cortometrajes. El festival nos trae una estupenda y generosa selección de veintiséis cortometrajes todos ellos a concurso. Desde el que se presenta como un elaborado trabajo artístico hasta el que es un voluntarioso trabajo de fin de carrera, pasando por el que se reduce a una mínima anécdota argumental. Variedad tutti-frutti.
Dos cortometrajes merecieron el reconocimiento a través del galardón por el público y el jurado. Happy day in Barcelona, Johann Pérez Viera, España, 2009 gozó del premio del público mientras que el ya laureadísimo James, Connor Clemments, Irlanda del Norte, 2009 obtuvo el premio del jurado.
Del ramillete proyectado, nosotros vamos a destacar y reseñar ocho. Vamos a ellos.
Simpatiquísimo cortometraje disfrazado bajo la apariencia de ficción japonesa, por un divertido uso del kistch, a través de un número musical que advierte a nuestro chico protagonista de los peligros que se puede encontrar ante el ligue con desconocidos por la calle. Como si fuese un vídeo divulgativo de educación vial pero con una evidente carga irónica. Y como no es ninguna sorpresa en todo aquel cine que nos llega desde Corea del Sur, nos viene con una elegante y esforzada factura estilística. Estupendo aperitivo para adentrarnos a continuación en la proyección de un largometraje.
Corto que goza con el premio del público en la edición de este año del Newfest, The New York LGBT Film Festival.
El título en slang podría traducirse como chisme y continuamos con sensaciones agradables ante una ficción que se centra en dos adolescentes de origen mexicano en el barrio latino de Los Angeles, lejos del glamour de Hollywood. Desde un naturalismo costumbrista y verosímil, asistimos a las conversaciones entre estos dos chicos sobre sexo. En ellas, lejos de tabúes y con total naturalidad, de la misma manera que dos adolescentes heterosexuales hablarían sobre sexo, pasan el rato hablando sobre la penetración anal, las felaciones y los chicos. Todo en un plano teórico, porque Israel (Matthew Monge) todavía no se ha puesto manos a la obra. Divertidas situaciones gracias a la preocupación obsesiva de Israel con su peinado y con su pelo.
Es una broma que seguramente nos pilló en un día tonto ya que nos hizo mucha gracia. Más que un corto de ficción es un videoarte de cuatro minutos de duración, no muy alejado de la concepción cinematográfica experimental de las creaciones audiovisuales de Andy Warhol. En él, Pascal Lièvre, en plano medio fijo, emulando al Grito de Edvard Munch, se dedica durante los cuatro minutos que dura, a gritar mientras suena Gimme more de Britney Spears. Pues eso, su particular denuncia sobre el acoso mediático sensacionalista a la joven diva del pop, Britney Spears, con mucho tirón entre la comunidad LGBT.
Dos jóvenes que se encuentran a altas horas de la noche casualmente en una parada de autobús. Resulta que se conocen superficialmente. Un reloj que se para de uno de los jóvenes, como hábil metáfora del corto, hace recordar al otro de qué se conocen. El autobús no llega por lo que uno de ellos decide coger un taxi e invitar al otro a compartirlo.
Llegan a la casa a uno de ellos, y el del reloj que se para, le invita a que entre a su casa. Más tarde, entre un primo zombie en calzoncillos hipnotizado por la televisión, los chicos la miran hasta que se hace tarde. Llegan a la cama, los dos en calzoncillos, y el reloj marca sonoramente el tiempo.
Divertido cortometraje que expresa lo difícil que resulta la comunicación no verbal en los encuentros sexuales entre gays (¿o no lo son?) cuando la iniciativa está bloqueada por el pudor. Irónicamente podemos acordarnos del bolero que decía: Reloj no marques las horas....
Heiko nos llega con una mención especial en Slamddance Film Festival. Con una filmación estilizada a través de espacios amplios con ventanales que ofrecen una vista panorámica dilatada del exterior, todo sucede a ritmo de escenas descoyuntadas entre un hombre de avanzada edad y el joven del título. En dicho corto, se dan cita el fetichismo por los pies, aunque lejos de Luis Buñuel, y el bondage, para establecer cierta sugestión inquietante. El gran acierto de este corto es precisamente, la creación de una atmósfera perturbadora en pocos minutos de metraje. Cuenta además con una introducción rodada en el añorado Super-8. Interesante.
Vayamos primero al crédito previo conseguido al que se suma el que le otorga el festival de esta edición. Ha sido premiado en los siguientes festivales: Belfast Film Festival, Galway Film Fleadh, Dublin Lesbian & Gay Film Festival, Palm Springs Shortfest, Iris Prize Festival Outlook Award 53rd Corona Cork Film Festival, Fort Lauderlale International International Film Festival, 17st Annual St. Louis International Film Festival, Mexico International Fil Festival.
Que sirvan todos estos premios para que se difunda. Y deseamos que Connor Clemments, si lo desea, que de el salto al largometraje. Lo vimos en un temprano domingo 18 de octubre y aunque todavía faltaba mucha programación para ver, tuvimos la certeza que habíamos visto el mejor cortometraje de la edición. El tiempo y el visionado posterior de diversas obras, no nos hizo cambiar nuestro juicio.
Consideramos que un cortometraje, aparte de ser un excelente banco de pruebas para realizar experimentaciones formales, debe transmitir de forma clara una idea y plegarse a ello. Connor Clemments, la tiene y con la ayuda inestimable de su joven niño protagonista consigue que nos adhiramos a ella. La fuerza de su mirada de cordero degollado, la expresividad que el director extrae de los ajustados primeros planos, imprime con meridiana claridad, la desorientación de un pequeño adolescente que se siente perdido ante su tendencia sexual. Cree encontrar cobijo y ayuda ante uno de sus profesores, que desgraciadamente, prefiere mantener la distancia y tratarlo con un evidente desdén. Las consecuencias serán fatales. Una llamada de atención a los docentes que no quieran implicarse en la formación afectiva y el desarrollo evolutivo del adolescente. En temas de educación, este factor no puede estar excluido. Lo recomendamos fervientemente.
Y hablábamos de experimentaciones formales. Una muestra. Una sensual y suave historia de amor, centrada en un encuentro sexual entre dos mujeres adultas que juega con la delicadeza del cromatismo estético de lugares bajo una iluminación acorde con el sentimiento de sus protagonistas. Sentir desde el goce estético. Una propuesta interesante y muy cuidada. A tener en cuenta.
Fue el primer cortometraje pryectado y visto el resultado, la cosa prometía. A través de unos planos cortos sinuosos y esquinados que se adherían a la piel de sus dos actores en una sauna, nos embargaba una sensación sofocante acorde con la atmósfera que se trataba de transmitir, para situar al espectador en un entorno bochornoso, y por qué no, sexual. Sugestiva propuesta que juega además de forma inteligente con el sonido en off y que cuenta con una composición de Erik Satie.