El cine está lleno de historias de amor, de ese poderoso sentimiento universal que no envejece, y que cada día franquea barreras culturales y de clase. Y la opera prima de Álvaro Pastor y Antonio Naharro, Yo también, es sobre todo una historia de amor. Un amor que rompe las barreras convencionales en la eterna búsqueda del ser amado. La vital necesidad de amar y ser amado necesita héroes dispuestos a enfrentarse al mundo entero, si es necesario, para conseguir sus propósitos. Seres valientes, brillantes, excepcionales, diferentes del común. Y allí está Pablo Pineda, el primer europeo con síndrome de Down en obtener un título universitario, que construye en su alter ego, Daniel Sanz, un personaje tenaz, absolutamente franco en sus sentimientos, lleno de humor e ironía, que se ríe de sí mismo, pero qué pena el hecho de ser diferente, de tener un cromosoma más. Encarnando así el eterno conflicto de aceptar el "soy" respecto a un inalcanzable "debo ser" que impone la sociedad. Por su parte, Lola Dueñas da vida a Laura, una mujer rebelde que escapa de toda regla, arrebatada y promiscua, de un pasado difícil, una auténtica sobreviviente. Ambos, soledades descartadas de cualquier lance de amor. Ambos, diferentes, y esa diferencia los atrae y los repele. Les hace posible e imposible amar. Siendo sus entornos familiares, micromundos de una sociedad que los ama y los acepta, o por el contrario, que los daña y los expulsa. Sin embargo la relación que establecen Laura y Daniel, con aciertos y desaciertos, es en términos de igualdad, en términos reales donde no cabe el amor eterno sino la verdad del instante amado.
Así la singularidad de los personajes de Daniel y Laura tiene sus antecedentes en los protagonistas de cortometrajes previos de sus autores. En Lourdes (Lourdes Naharro), una joven con síndrome de Down que cuestiona a su entrevistadora con sus mismas preguntas, dejando al descubierto la devastadora soledad de su normalidad en Uno más, uno menos (2002), dirigido por Pastor y Naharro. O en Elías (protagonizado por Antonio Naharro), un joven profesor que finalmente vence el miedo y comunica a su entorno el ser seropositivo, en Invulnerable (2004), de Antonio Pastor. Seres marcados por la diferencia, que transitan a nuestro lado. Que aman y que quieren ser amados.
Yo también obtuvo las Conchas de Plata a la mejor actriz y al mejor actor en la 57º edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, galardones para una actriz de carrera y un actor debutante. Sin embargo, en este caso, Pablo Pineda, quién se declara "un triunfito del cine", no tiene el mérito de ser el primer actor con síndrome de Down en el cine español, recordemos que anteriormente Guillem Jiménez protagonizó León y Olvido (Xavier Bermúdez, 2004), sino que su gran mérito es la sinceridad de su interpretación.
En la mirada de la cotidianidad, la historia de Daniel y Laura es una historia imposible. Pero allí está el cine, que como un mantra repite una y otra vez historias de amores imposibles que libera en las pantallas. Que como Daniel, ve una y otra vez la pixelada grabación de Laura en su móvil para invocar su presencia, su compañía. Yo también pide visibilidad, inclusión en la pantalla grande, pero, además, pide protagonismo en el juego de la vida. Y con una jugada en la que aparentemente se tienen todas las de perder, se inicia esta historia.
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