El amor en el cine

Del amor y otros demonios

Hilda Hidalgo, Costa Rica-Colombia-México, 2009

Por Enrique  Posada Restrepo

Del amor y otros demonios, cartelEl cine es un arte en sí mismo, pero hay películas más artísticas que otras. Cuando se conjugan la fotografía, la literatura, la actuación y la música, y se hace con ellas un trabajo cuidadoso y deliberado, las cosas pueden salir muy bien, especialmente si el espectador se toma su tiempo para disfrutar, con calma, saboreando, apreciando. Considero que este es el caso de Del amor y otros demonios, basado en la obra homónima del Nobel Gabriel García Márquez, dirigida por Hilda Hidalgo, una producción conjunta de Costa Rica, Colombia y México.  

Estamos hablando de llevar al cine una novela maestra hecha por uno de los novelistas más creativos y más poéticos que han existido. Sus novelas tienen un manejo del tiempo cadencioso, al ritmo de historias sorprendentes y trágicas, cuyos personajes están atrapados por algún sino improbable pero real. En Del amor y otros demonios se cuenta la historia de Sierva María, una niña de cabellos largos, rojos y rebeldes y de sus amores con Cayetano, un cura, a la vez ilustrado e inocente, quien cae rendido de amor, seducido por la presencia misteriosa de la niña.

El amor es simplemente el resultado inevitable del contacto entre dos seres en la encrucijada, que se miran con ternura y esperanza y se dicen pequeños poemas; los demonios son esos miedos antiguos que condenan a los hombres a la ignorancia, a la superstición y a la intolerancia. Los dos se atraen mutuamente en las novelas de García Márquez 

Fotograma de Del amor y otros demoniosLa película está filmada en buena parte en Cartagena, la ciudad más hermosa de Colombia. Ha sido rodada tanto en interiores como en espacios abiertos; los segundos con luminosidad caribeña; los primeros con tonos oscuros y severos, propios de los antiguos caserones construidos por los españoles para no quedar totalmente atrapados por el trópico y para tener la ilusión de estar todavía en sus tierras natales. Hilda Hidalgo ha cuidado, diseñado y elaborado cada cuadro, como si se tratara de una pintura. Para ello ha escogido tiempos lentos, en los cuales las cámaras se detienen en los detalles. El espectador puede elegir entre ser apreciativo y dejarse llevar por la magia de las imágenes o buscar ansioso el desenlace y apagar en su mente lo que está a la vista, en busca del cuadro siguiente. De ello va a depender que logre encontrar los tesoros escondidos de esta película.

Quería la directora hacer una "película íntima, centrada en lo sensorial más que en lo anecdótico". La historia se va contando apoyada en lo visual y en lo sonoro. Los sueños de los personajes son parte esencial, y en ellos la directora juega con las luces y con sus pieles, que se tornan brillantes, blanquecinas. La fotografía de Marcelo Camorino es extraordinaria en el manejo del claroscuro, al modo de Caravaggio. Cada cuadro es una obra de arte, cada combinación de luz y de color es una narración íntima y poética, palabras de luz, pensamientos hechos de textura y de color. La música de Fidel Gamboa contribuye a esas expresiones e interviene en forma suave, dulce, centrada en pocos instrumentos, inspirada en el barroco, muy a tono con la época.

Del amor y otros demonios, películaMás que en  la novela misma, se establece un diálogo y un conflicto entre tres culturas. La niña ha sido criada entre esclavos y se contagia de la visión y del idioma de los negros. La voz ensoñadora de la joven artista colombiana Eliza Triana, Sierva María, habla en varias escenas el palenquero, la lengua de los esclavos de los palenques y cada expresión es pura poesía, delicadeza. Podríamos decir que la niña quedó hechizada por los misterios de esa raza orgullosa y vencida, y el espectador no se escapa al mismo encanto, porque el film trata con amor y con ternura todo lo que tiene que ver con esos momentos de cercanía con lo negro. La historia se acerca a los descendientes de los esclavos, que viven en San Basilio de Palenque, cerca de Cartagena, donde hablan su propia lengua y mantienen mucho de su cultura original y africana.

La niña es hija de un noble español, un hombre suave, amoroso, pero incapaz de enfrentarse a las circunstancias, atormentado en su vida familiar, atendiendo a una esposa enferma y caprichosa, desconcertado por una hija extraña y medio salvaje; sujeto a las ignorancias de la época, atentas a descubrir al diablo más que al amor como fuente de las cosas que pasan. En los personajes religiosos se insinúa el conflicto cultural que vive la España de la época y que se extiende a las colonias americanas: de un lado el obispo y las monjas, modelando una religión todavía medieval, ya caduca; y del otro, el joven sacerdote Cayetano que se enamora de Sierva María, ilustrado, con aires de renovación y de humanismo.      

Junto a Cayetano, Abrenuncio, el médico portugués que atiende a Sierva María (que ha sido mordida por un perro rabioso) y que está inspirado en un médico portugués que efectivamente vivió en Cartagena en el siglo XVII, constituyen el rompimiento de la ciencia y del sentido común, que estaban abriendo espacios renovadores en la época.

Del amor y otros demonios, críticaPero, ¿no se trata de las mismas circunstancias de la vida moderna? Todavía los padres, infelices y desunidos, se muestran incapaces de fluir con la fogosa energía femenina de las hijas soñadoras y rebeldes, a quienes ven de cabellos largos e ideas imposibles de entender; todavía la Iglesia se agita entre conflictos y no alcanza a encontrar espacios libres y amplios para el amor apasionado que se desprende de los instintos y de la naturaleza humana; todavía se menosprecian las lenguas diferentes y se siente el sobresalto social ante las diferencias entre las personas, que ya no son esclavas que se venden y se compran en el mercado, pero que sufren aislamiento y menosprecio.

Este trabajo ha sido hecho y dirigido por mujeres notables, capaces de enfrentarse a los retos de llevar al cine otra historia de García Márquez (un escritor totalmente afín al cine, pero cuyas obras no han recibido la acogida merecida y ésta es quizás la que más se acerca a un guión de cine) y capaces también de levantar más de dos millones de dólares y de llevar a término el proyecto, lo cual reviste especiales dificultades en países sin una industria de cine desarrollada. Ya desde este mismo punto de partida, la película se atreve a plantear los aspectos femeninos como respuesta a los desafiantes problemas de la vida de todas las épocas.

Esa es la energía del amor y de la pasión, que es capaz de acercarse al otro, de aprender su lengua, de apreciar sus costumbres sorprendentes y distintas. Esa es la fuerza sutil y efectiva de la poesía, que dice las cosas con delicadeza, con ilusión, la que hace que los sueños sean realidad. Es el poder de la sanación, que se toma su tiempo para acariciar, para escuchar, para dar masajes suaves y decir al oído encantos y fórmulas mágicas. Se manifiesta en la piel, en la cercanía, en los tonos pastel, en las luces sugestivas que dan brillo a las sonrisas, a los ojos y a las caras. Se manifiesta en el amor, que vence los imposibles de la vida y de la muerte.

¿Y los otros demonios? Son los que hacen que el amor se vea como negativo. El miedo, el dolor, el oscuro pasado, el rechazo por lo diferente y por lo cambiante. Como lo femenino domina esta bella película, aún tales demonios se presentan en tonos tranquilos y calmados, sin iras, casi como enseñanzas para el espectador ilustrado. Me parece que esta es un clave importante que vale la pena descubrir y que esta película, como un cuadro precioso, debe verse más de una vez.

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