Los vampiros han tenido diferentes momentos en la historia de la literatura y el cine. Por ello los clásicos como Drácula o la colección de Anne Rice han sido tanto best sellers como adaptaciones fílmicas. Los vampiros se han modernizado y han comenzado a invadir nuestra vida cotidiana, por ello libros como la saga de Twilight o series como The Vampires Diaries o True Blood han reavivado la sed de sangre que ahora parece ser algo más chic que un factor para tener miedo.
Sin embargo, en medio de esta nueva corriente vampírica que inunda los medios de comunicación, regresa el director coreano Chan-wook Park (Oldboy, Lady Vengeance, I'm a cyborg but that's ok) y retoma el género de vampiros para rescatarlo y reposicionarlo con una cinta llena de vertientes, complejos y una historia única, cargada de formas que no corresponden a lo que normalmente estamos acostumbrados a ver en una película de este tipo y que además está claramente firmada con su sello personal.
Thirst no habla sobre jóvenes en medio de un amor imposible, o sobre la manera en la que conviven los vampiros y los seres humanos; Thirst narra los días de personajes cuya vida está pendiendo de un hilo debido a circunstancias incontrolables. Como otras películas de Park, su protagonista ha sido víctima de situaciones que no ha podido anticipar y que de principio no comprende. Sus personajes, maniacos o con profesiones muy particulares, son seres que prefieren la soledad porque saben que algo anda mal con ellos, pero siempre están vinculados a otros seres queridos, que estarán en sus mentes hasta que encuentren su destino final.
Sed de Sangre gira en torno a un sacerdote católico que decide enrolarse como voluntario para experimentos en la búsqueda de la cura para una terrible enfermedad. Por una transfusión sanguínea -aplicada justo antes de morir-, se convierte en un vampiro y su vida cambia radicalmente. Sin embargo, esta premisa es la introducción de la película y es su primer punto fascinante, ya que después la historia dará varias vueltas, sobre todo porque está basada en la novela de Emile Zola: Therese Raquin, en donde un triángulo amoroso llevará al límite a sus protagonistas.
En este caso, parece un chiste del director convertir a este hombre bondadoso, que consagra y bebe el vino -representación de la sangre- todos los días durante la misa, en un vampiro que necesita de la sangre del ser humano para vivir. Sería casi pensar que ése era el destino del sacerdote. La analogía de la sangre se vuelve en realidad una necesidad física, cuando antes era una representación espiritual. Además, su consumo le provee de renovadas energías y capacidades especiales, justo como el pan y el vino proveen al espíritu del hombre.
Por otro lado, la cinta presenta reminiscencias del cine negro. En ésta, el hombre protagonista sabe cuál debe ser su dirección y tiene muy claros sus objetivos, pero se ve desviado por la presencia de una mujer que parece no tener límites y que lo llevará a cometer sus más grandes errores, hasta que finalmente lo conducirá a lo que será su verdadero destino. Ella será la razón principal para que él pierda paulatinamente su humanidad -y su espiritualidad-, cayendo en toda tentación carnal que le provee esta nueva vida.
Además, otro de los temas principales de la cinta es el deseo. Primero el deseo de hacer el bien, razón por la cual él se desprende de su cuerpo para que sea usado en experimentos. Luego el deseo carnal, de la sangre y el cuerpo, necesario no sólo para satisfacer el libido y el hambre, sino por una necesidad de supervivencia. Luego el deseo de la liberación y la felicidad, al saber que debe controlar sus ímpetus y que su vida pende de la muerte de otras personas. Por último, el deseo de conservar su condición humana y hacer el bien. Al final, lo único que tenemos es nuestro espíritu que -en su caso- contiene y enaltece su calidad de humano, que sólo le permite obrar con bien.
Como siempre, el cine coreano y uno de sus más importantes representantes (Park) se han convertido en una garantía, no sólo por sus historias, sino también por su realización. Con una fotografía espléndida, oscura y solitaria, contrastada con momentos de blancura ensangrentada, Chan-wook aprovecha cada herramienta para crear su Corea actual, que alberga a estos seres míticos. Además, posee efectos especiales que si bien no son hollywoodenses, son absolutamente suficientes y espectaculares para la historia.
Así como la mayoría de sus películas, el director encuentra en la violencia una necesidad a ser retratada en la pantalla. Sin embargo, la sangre y los actos violentos siempre serán representados con la más pura elegancia que caracteriza sus producciones. Quizá para Park es necesario mostrar ese lado del ser humano actual, que sabe que día a día se devora a sí mismo de múltiples formas y se está consumiendo con el paso de los años, hasta que llegue el día en que no quede nada más que los recuerdos de lo que hizo y lo que debió ser.
Thirst rompe con todos los esquemas de las historias de vampiros que existen actualmente, sin embargo, es mucho más que sólo un cuento de sangre: es una comedia negra, una historia de amor y de bondad, una película de acción y un reflejo de incertidumbre. El desequilibrio invade al mundo y es más fácil explicarle a la humanidad que seres míticos están chupando la sangre de nuestras vidas, a tratar de comprender que hemos perdido el control de nuestra sed.
Esta película, ganadora del premio del jurado en Cannes, es un exitoso y aventurado regreso a la pantalla grande del director coreano, que ha logrado imprimir con maestría su sello en el creciente género de vampiros que está marcando una nueva época en la historia del cine.
Festival de Cannes 2009. Premio del jurado.
Festival de Sitges 2009. Sección Oficial. Premio mejor actriz Kim Ok-bin.
Ficha técnica:
Sed de Sangre (Thirst - Bakjwi), Corea del Sur, 2009
Dirección: Park Chan-wook
Producción: Miky lee, Park Chan-wook, Ahn Soo-hyun
Guión: Park Chan-wook, Jeong Seo-gyeong Jeong. Basado en el libro de Emile Zola: “Thérèse Raquin”
Fotografía: Chung Chung-hoon
Montaje: Kim Jae-beom , Kim Sang-bum
Música: Cho Young-ook
Interpretación: Song Kang-ho, Kim Ok-bin, Mercedes Cabral, Sin Ha-gyoon, Kim Hae-sook
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