El guion de Convención en Cedar Rapids, que Phil Johnston escribió pensando en Ed Helms como protagonista, estuvo un par de años circulando por los estudios hasta el momento en que el propio Helms, actor que aparece en la serie The Office y que se ha vuelto muy popular gracias a las dos entregas de Resacón en Las Vegas (The Hangover, Todd Phillips, 2009; The Hangover. Part II, Todd Phillips, 2011) decidió implicarse directamente en el proyecto, tanto en la reescritura del guion como en la búsqueda de productores. No es, por tanto, casual que la película sea un vehículo al servicio del cómico en su primer papel como protagonista, pero eso no le resta ni un ápice de interés a esta comedia agridulce ambientada en el mundo de los agentes de seguros.
Tras las cámaras, se encuentra un director de origen portorriqueño curtido en las series de televisión, Miguel Arteta, que también se ha movido con solvencia entre producciones de bajo presupuesto y películas de corte independiente, desde Star Maps (1997) hasta Youth in Revolt (2009), pasando por Chuck & Buck (2000) y The Good Girl (2002), su título mejor valorado.
Aunque pueda sorprender, Convención en Cedar Rapids es una historia sobre la pérdida de la inocencia de Tim Lippe (Ed Helms), un personaje magnífico que, a pesar de sus treinta y cuatro años, conserva intacta toda su ingenuidad y su buena fe. Tim es un niño grande que trabaja en un pequeño pueblo de Wisconsin, Brown Valley, donde vende seguros a sus vecinos. Recuerda a algunos de esos personajes de Frank Capra que viven totalmente al margen del mundo, pero, en algunos momentos, se parece más al personaje que interpretaba Jack Lemmon en El apartamento (The Apartment, Billy Wilder, 1960), un ingenuo de buen corazón. De todas maneras, no todo en Lippe es inocencia, ya que mantiene una aventura más sexual que amorosa con su antigua profesora, Macy Vanderhei, interpretada por una genial Sigourney Weaver que no tiene ningún empacho en mostrar su edad en la pantalla.
Este es el pequeño mundo en el que se desenvuelve la existencia de Tim; de repente, todo queda patas arriba cuando su jefe (Stephen Root) le comunica que tiene que ir a representar a su empresa en la convención que se celebra en Cedar Rapids, en Iowa. Es la primera vez que Tim abandona su pequeño pueblo, la primera vez que toma un avión, la primera vez que conduce un coche alquilado... Estamos, por tanto, ante un relato de iniciación algo atípico por la edad de su protagonista, pero un relato de iniciación, al cabo. El pequeño mundo de Tim pronto se hace añicos cuando choca con el mundo real, repleto de hienas dispuestas a devorar a este corderito.
El hotel donde se celebra la convención y sus inmediaciones se convierte en una suerte de hortus conclusus donde Tim, a pesar de sus actuaciones ridículas e incluso patéticas, logra entablar una estrecha amistad con sus dos compañeros de habitación y con una atractiva mujer. Estos personajes, y los excelentes actores que los encarnan, son, sin duda, lo mejor de la película. John C. Reilly interpreta a Dean Zigler, un tipo extrovertido y fanfarrón, gamberro y charlatán, que contrasta muy bien con la seriedad y la presencia de Ronald Wilkes, a quien da vida Isiah Whitlock Jr., actor que aparece en la serie The Wire, a la que hará más de un guiño a lo largo de la película. El contrapunto femenino lo aporta Anne Heche, radiante en esta película como Joan Ostrowski‑Fox, un papel que resulta un caramelo para cualquier actriz, pero que ella hace creíble y atractivo.
No sabría muy bien explicar por qué, pero la química que surge entre estos personajes salva a la película de un naufragio seguro, pues una historia de este tipo tiene un catálogo muy limitado de posibilidades. Así, no falta la prostituta de buen corazón, Bree (Alia Shawkat), a quien el protagonista confunde con una trabajadora social, que lleva a Tim a conocer el lado más salvaje de la vida, con las consabidas experiencias sexuales, lisérgicas y espirituosas.
A caballo entre distintos géneros (comedia, farsa, sátira), Convención en Cedar Rapids, a pesar de su toque indie, admite una lectura bastante tradicional: defiende el valor de la amistad y la lealtad por encima de cualquier intento de corrupción, aunque esa defensa conlleve, en ocasiones, caer en el ridículo más espantoso o sufrir la más abyecta humillación. Por eso, al salir del cine, la sonrisa amable que se había dibujado en nuestra cara se transforma en una ligera sensación de vacío en el estómago. ¿Qué habríamos hecho nosotros en su lugar?
Trailer:
Por favor, comparte con los lectores de Revista de cine - Críticas, tráilers, sinopsis, análisis de películas tu opinión acerca de este artículo.