Nos llega en este mes abultado de estrenos españoles la película Planes para mañana, tras el crédito conseguido en la anterior edición del Festival de Málaga, y que ha supuesto el debut en largometraje de ficción de Juana Macías, realizadora de larga trayectoria en cortometrajes y videoclips. Su puesta en largo recoge la legendaria tradición del women's picture a través de cuatro microhistorias femeninas, paralelas y débilmente relacionadas, que prenden su inicio el mismo día, a la misma hora: 12 de noviembre, 00:32 a.m. La acción transcurre en un solo día, en el que las cuatro mujeres deberán reaccionar ante lo que se presenta como un momento decisivo de sus vidas. Un cul-de-sac en el que, o son capaces de tomar las decisiones por sí mismas u otros las tomarán por ellos, tal como se comenta en un momento del film.
La maternidad, la familia, el éxito profesional y la autonomía frente a una excesiva dependencia emocional, son los bastiones sobre los que se articula esta modesta propuesta a la hora de tomarle el pulso a las problemáticas de la feminidad en la sociedad actual. Para ello, para remitirnos al presente más inmediato, hace acto de aparición la presencia de las nuevas tecnologías en nuestra vida ordinaria, a través de móviles, blogs, chats y webcams, herramientas de comunicación más específicas de los jóvenes Raúl (Adrián Marín) y Mónica (Aura Garrido), que aunque presenten un aspecto más de mediación y artificialidad, proceden a un acercamiento más sincero que el que mantienen los adultos, tanto entre sí como con ellos mismos, una vez que no existe distancia física. Es un mensaje optimista con las nuevas herramientas de comunicación, que facilitan una proximidad más estrecha en cuanto permiten una conexión emocional auténtica por encima de una distancia física, en contraposición a la serie de desencuentros emocionales plasmados en el film. Esa misma nota positiva con los medios es la que se aplica a la conclusión, ya que Juana Macías se niega a cerrar su trama, ajustadamente dramática, con un regusto amargo. Por ello, deja que el testigo de las historias recaiga en la encarnación de la nueva generación, Raúl y Mónica -hijos respectivamente de Antonia (Carme Elías) y Marian (Ana Labordeta)-, como signo de un futuro esperanzador. De ahí que los cuidados títulos de créditos finales sea una simulación de entradas alternadas de los dos blogs de la pareja adolescente.
Por fortuna para el espectador, para dar cuerpo a ese intimismo sentimental y con una clara sensibilidad femenina para el melodrama, Planes para mañana se distancia de esa factura televisiva que han adoptado muchas películas españolas recientes, producidas mayormente en Madrid y regidas más por parámetros industriales. Hablamos de esos modismos visuales y narrativos heredados de las más nefastas series españolas con las que la televisión suele martirizarnos. Sus referentes, que los tiene y muy evidentes, hay que buscarlos afuera y retroceder en el tiempo. Para la escritura visual, Juana Macías, opta por un formalismo más de carácter europeo, en el que la cámara se adhiere a sus protagonistas, neutralizando los espacios físicos y acostumbrando a cerrar los planos. Es un acercamiento muy próximo, similar al que por ejemplo realiza Laurent Cantet en La clase (Entre les murs, 2008), pero con un tono más poético, en ocasiones recordando a la Isabel Coixet de Mi vida sin mí (2003), o a la turgente expresividad de Wong Kar Wai en Chungking express (1994). Es por ello, un ojo que trata de registrar sin un excesivo nerviosismo, pero que se mueve como el ladrón inquieto que hurga todo lo que su campo visual le permite, escudriñando los rostros de sus actrices, las cuales sostienen bien y con resistencia esa acción invasiva en su expresividad actoral. Las caras como reflejo del alma tienen un predominio jerárquico, aunque en ocasiones el foco de atención se desplace en la búsqueda de la elocuencia del gesto furtivo, consiguiendo con ello bellos instantes fílmicos. Tomemos como ejemplo la secuencia en la que Antonia está en la entrevista de trabajo, justo después de que Brian le haya pedido que se fugue con él a Londres. La realización centrará sus esfuerzos en una sucesión de primeros planos de la excelente Carme Elías para que podamos advertir la descomposición interna que se está fraguando en su seno, mientras debe aparentar firmeza y serenidad frente a su interlocutora. Bastará no obstante, un cauteloso y rápido plano detalle de su mano y la posición en la que la mantiene oculta a la entrevistadora, para advertir ya con ese gesto la incomodidad de Antonia. Esa atención a los detalles -como en la secuencia en la que Marian y Mónica van juntas en coche y parece que nos detenemos por un instante en la mano de Marian a contraluz, sosteniendo brevemente entre sus dedos, ligeros cabellos rubios de su hija, tal como si fuese una caricia solapada-, son pequeñas gemas doradas en un flujo dinámico que no busca la limpieza del marco visual, sino que con esa inestabilidad pretende realizar un acercamiento más humano, y por tanto, voluble, similar a los modos de nuestros mecanismos ópticos.
Ya vemos que la realizadora ha aprendido bien la lección y si formalmente alude al ámbito europeo, en una esquizofrenia que tampoco provoca un desequilibrio, para edificar su arquitectura dramática, opta por decantarse por los dictados posmodernos de la disgregación del relato, especialmente explotados en producciones foráneas de los años 90. Si bien, Juana Macías prefiera mirarse en el espejo de la demagoga Crash (2005), accidente de coche incluido, para entrecruzar las historias en un mismo flujo temporal concentrado, pero mediante desorden cronológico. Hay que reconocer que el cine español no fijó excesiva atención en estos impulsos deconstructivos que se fraguaban fuera de sus fronteras. Y Planes para mañana cumple con ellos (afortunadamente prescinde de las piruetas en el montaje a lo Tarantino, ya excesivamente copiadas), aunque ello no es óbice para que nos quede la sensación de que esta ruptura de la vectorialidad junto con esta atomización narrativa, llega un poco a destiempo, precisamente ahora que ya está claramente en desuso, pasada la emoción del momento. Aún así, es justo reconocer que la película funciona razonablemente, porque las actrices cumplen, se desarrollan bien las situaciones y todo parece bien ajustado. Aunque le sobre alguna concesión comercial con esos momentos videoclip que afean un poco la intencionalidad de querer distanciarse del canon español reciente. Ya saben, suena una canción y aunque simule que la música está al servicio de la imagen, es justo al revés, ya que es la pantalla la que sirve de adorno a la canción. Las canciones, por cierto, son de grupos españoles independientes que cantan en inglés, una moda, sí, también muy de los 90.
Así pues, las encrucijadas de Planes para mañana no solo son las que sufren sus personajes, sino también, la de un nuevo cine español que busca encontrar una intersección entre independencia y comercialidad, para conectar mejor con su público. Aunque eso suponga repetir esquemas un poco trillados pero preferibles a reincidir en errores reiterativos recientes del panorama español.
Festival de Málaga 2010. Sección Oficial. Tres premios: Mejor dirección, mejor guión novel y mejor actriz de reparto (Aura Garrido).
Trailer:
Ficha técnica:
Planes para mañana, España, 2010
Dirección: Juana Macías
Producción: Guillermo Sempere
Guión: Juana Macías, Juan Moreno y Alberto Bermejo
Fotografía: Guillermo Sempere
Montaje: Juana Macías, Yago Muñiz
Música: Ignacio Pérez Martín
Interpretación: Carme Elías, Goya Toledo, Ana Labordeta, Aura Garrido, Jorge Bosch, Brendan Price, Adrián Marín, Pablo Viña, Christophe Miraval, Maite Blasco
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