Bi, Dung So! Phan Dang Di, Vietnam-Francia-Alemania, 2010
Muerte, dolor y desengaños... la vida, vamos.
El primer largometraje de Phan Dang Di sorprende por tratarse de un típico film a lo Vidas Cruzadas (Robert Altman, 1993) pero con halo alternativo.
Las historias de Bi, Dung So! son tan dispares como similares: por un lado, conocemos a Bi, un niño de seis años, al que le gusta ir a jugar a la fábrica de hielo, que siente una total fascinación por la naturaleza, pero por otro lado es bastante asustadizo con cualquier evento que suceda a su alrededor. La interacción de Bi con el mundo viene casi completamente por estar con su madre y su abuelo, recién llegado a la casa tras años de exilio, básicamente para pasar sus últimos días. Por otro lado, está el padre de Bi, un hombre bastante solitario que cada vez se aleja más de su familia... parece que no sabe lo que quiere. Por último, el descubrimiento del amor prohibido por parte de una profesora, que vive también con la familia, al enamorarse de uno de los alumnos del colegio. En definitiva, un entrelazado de situaciones que, sin embargo, exploran los mismos temas: deseos reprimidos, inocencia, resignación y muerte. A destacar una película tan sobrecogedora como enternecedora e inquietante. Ahí es nada. AA
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Estrada para Ythaca. Guto Parente, Luiz Pretti, Pedro Diógenes, Ricardo Pretti, Brasil, 2010.
El vacío de cuatro amigos
Cuando el cine decide situarse en los extremos, es fácil darle la vuelta a la seriedad y trascendencia de la propuesta mediante el humor desmitificador. Lo comento porque Estrada para Ythaca, si uno se pone socarrón frente a ella, por muchas referencias a la mítica Ítaca, con poema de Cavafis incluido, puede resumirla en la historia de cuatro amigos que se tiran a la carretera, cogen una borrachera y la filman. Punto y final. Sus búsquedas expresivas, las cuales todo sea dicho de paso, saben extraer el jugo a la composición luminotécnica derivada de la imagen digital, vacían de contenido el metraje y flirtea con lo críptico, hasta desembocar en un surrealismo bastante inútil y metido con calzador. Por supuesto, dado su presunto carácter vanguardista, no faltan citas al Cinema Novo, trayendo al presente términos de la modernidad como cine del tercer mundo. A estas derivas le sobra mucha petulancia, dando un discurso un tanto ajado, y que por muy rompedor que se presente acaba cayendo en la más absoluta vacuidad. MA
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Francesca.Bobby Päunescu, Rumanía, 2009.
Realismo varado
Como antaño ocurriera con otras cinematografías periféricas, la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 2007 para la película 4 meses, 3 semanas y 2 días (4 luni, 3 saptamini si 2 zile, Christian Mungiu, 2007), colocó en el mapa a la producción cinematográfica de este país de Europa del Este. Como un alud en cascada, Cannes y posteriores festivales se han apuntado al carro del cine rumano, proyectando películas como Policía, adjetivo (Politist, adjectiv, Corneliu Porumboiu, 2009) o Si quiero silbar, silbo (Eu cand vreau sa fluier, fluier, Florin Serban, 2010), último premio del Jurado en el Festival de Berlín. Este tipo de modas favorecen el alcance a películas de países sin una fuerte presencia internacional pero como en todo dictado, es preciso separar el grano de la paja. Esto viene a colación por Francesca, del debutante Bobby Päunescu, seleccionada en la última edición del BAFICI. Päunescu no tiene ningún reparo en copiar la estilística dictada por Christian Mungiu, como si existiese una marca de fábrica específica en lo que se refiere al cine rumano. Es decir, puesta en escena desnuda, planos secuencias prolongados para no quebrar la unidad espacial, estatismo de cámara y presunta exposición objetiva para tratar de aprehender la verosimilitud, muy a las maneras usadas en el documental. Nada nuevo por otra parte, ya que desde el Neorrealismo italiano, dicha rúbrica, con su lógica evolución y matices, ha acabado por convertirse en una recurrencia, cuando el cine pretende ser una reproducción fidedigna de aquello que representa. De hecho, Francesca, por su nudo gordiano -la inmigración ilegal a través de un personaje femenino- recuerda poderosamente a El silencio de Lorna. Dado que Francesca nos narra los preparativos previos antes de emigrar hacia otro país, Italia, vendría a ser como si los hermanos Dardenne hubiesen optado por narrarnos las vicisitudes de Lorna en Albania, antes de llegar a Bélgica.
Para su debut, Päunescu, opta por una cámara extremadamente pudorosa con la violencia (se aleja o nos deja fuera de campo la plasmación de ella) y que acostumbra a recargar el largometraje de tiempos muertos. Existen muchas maneras de gestionarlos, que le pregunten a los franceses, pero quizás la forma que acomete el realizador es la peor de todas, porque nos hace dudar de la conveniencia de ellos y nos hace fundar la ley de la sospecha. Por momentos parecen insertados para llegar al metraje estándar de un largo. Véase al respecto la secuencia completa en la que tienen que cambiar de un autocar a otro, que nos la mantiene íntegra pero con nulo valor semántico. Porque Bobby Päunescu pretende ser transparente y (demasiado) explicativo, de corte clásico, pero la morosidad con la que acomete el film, sin esquivar una previsibilidad evidente en la evolución de la trama, hace que el film tenga nulo pulso narrativo y escaso interés. El tedio, rápidamente, se instala en el espectador, porque la película nos la sabemos de memoria -para lo que nos cuenta ya existen mejores aproximaciones como la de los Dardenne-, y la opción que se adopta acaba jugando en su contra, porque está tan pendiente de su función de registro del presente rumano en entornos desvalidos que descuida el diálogo con el espectador, al margen de que se niegue a explotar pornográficamente el dramatismo de un contexto y personajes humildes. MA
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Verano de Goliat. Nicolás Pereda, México-Canadá-Países Bajos, 2010.
Desarticulación metacinematográfica
Verano de Goliat es una buena muestra para tomar la temperatura a varias pulsaciones y tendencias que desde los años 90 se están dando en el cine contemporáneo más situado en los márgenes. Cuando hablamos del tan cacareado cine posmoderno, este film puede ser un claro exponente. Así, la última obra de Nicolás Pereda aunque es mexicana, se me antoja más sintonizada con los impulsos rompedores de la nueva ola del sudeste asiático. Al reflexionar sobre ella, rápidamente vinieron a mi memoria películas como la tailandesa Mundane story o la filipina Aurora, especialmente por su secuencia final. Además, cambiando de hemisferio, por las largas tomas filmadas mediante travelling (frontales o laterales), donde la cámara se acopla rítmicamente a los pasos de los personajes, siempre en movimiento, nos traerá a la memoria al Gus Van Sant más indagador y reflexivo, dejándonos un déjà vu, cuyo origen nos evoca más claramente al ensayo sobre el vacío de Gerry.
Desarticulación narrativa, hibridación de formatos entre ficción y documental, diálogos desprovistos de significado, reflexión humorística sobre el proceso constructivo de la diégesis fílmica (muy divertidas las secuencias en las que dos personajes tienen que memorizar una carta, establecidas como parábola de la dificultad de trabajar con actores no profesionales), son, en definitiva, sustentos sobre los que se basa Verano de Goliat para tratar de captar la cotidianeidad de un verano cualquiera en Huilotepec, a modo de impresiones discontinuas y fragmentadas, mediante dispares personajes que aparecen relacionados y que van apareciendo en la pantalla de forma cruzada, como si fuesen errantes efigies humanas, plenas de desazón y desarraigo. La violencia, el sexismo y el machismo ancestral, la escasez de medios y de perspectivas de futuro, los chismes de pueblo, la adolescencia desorientada, tropos que se extraen de Verano de Goliat para hacernos una idea de cómo es el entorno rural mexicano. MA
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Viajo porque preciso, volto porque te amo. Marcelo Gomes, Karim Aïnouz, Brasil, 2009.
Piedras. Flores. Personas. Yo.
Un geólogo recorre el norte de Brasil en busca de la mejor ruta para el nuevo canal de agua. No, ese no es el argumento. Un geólogo recorre Brasil en busca de sí mismo. De sus miedos, de su angustia, del dolor reencontrado. De cómo superar el amor perdido, el amor que al inicio del viaje recuerda como si aún fuese real. Piedras. Flores. Personas. Su voz interior... serán sus compañeros en esta road-movie hacia el interior de sí mismo. De él, pero también de nosotros. Sí, éste es el verdadero argumento.
Marcelo Gomes sorprende con éste, su segundo largometraje, al conseguir que el espectador se introduzca, poco a poco, pero con paso firme, en una historia que al inicio puede parecer totalmente ajena (imágenes de fallas geológicas, mientras la voz del protagonista explica sus características no es la idea que uno tiene al escoger la película), y que acaba convirtiéndose en la búsqueda de uno mismo. Los dos factores de éxito para conseguirlo son, por un lado, la despersonalización de la historia y, por otro, la forma, la técnica utilizada para trasmitirla.
La identificación con el personaje es casi súbita, gracias a que vemos la vida de nuestro protagonista, siempre desde sus ojos, por lo que nunca le veremos a él (menos en una escena, cuya imagen aparece pocos segundos y se va desvaneciendo rápidamente... único guiño al personaje real), y el efecto será sumamente exitoso: nosotros nos convertimos en el solitario hombre que vagabundea por sórdidas carreteras, al inicio centrado en su trabajo y la ilusión de volver con su amada... al final descubriendo la libertad, la necesidad de dejar los recuerdos atrás y seguir con la vida.
Respecto a la técnica, el film se hace muy cercano al haber sido rodado en Super 8, formato clásico, el casero de las películas familiares cuando éramos niños. Se consigue así una textura que nos evoca nuestros propios recuerdos, que aporta, además, la nostalgia necesaria para hacer más propio el viaje iniciático hacia la redención. El formato de rodaje, sumado al tratamiento fotográfico (colores intensos, febriles; desenfoques de lo que no parece importante, o no quiere conocerse; imágenes estáticas de las personas que encuentra, a veces muy crudas, otras con sentimientos desbordados) consigue hacer que Viajo porque preciso, volto porque te amo sea una de nuestras apuestas para conseguir algún galardón. Imprescindible en todos los sentidos. AA
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Woman on Fire Looks for Water. Woo Ming Jin, Malasia-Corea del Sur, 2009.
Sensibilidad oriental en un fluir de la vida circular.
De las cinematografías emergentes del sudeste asiático, Malasia es una de las más interesantes y a la que urge prestarle atención, aunque de todas ellas, sea la menos drástica en su voluntad indagadora. Tuvimos una buena muestra en la última edición del ya extinto BAFF, a través de At the End of Daybreak, que obtuvo una mención especial del jurado.
Woman on Fire Looks for Water fue una de nuestras películas favoritas de L'Alternativa. En ella se condensan los estilemas prototípicos del cine oriental, mediante una opción profundamente contemplativa, distanciada y descriptiva de un entorno pesquero, una cierta neurastenia en sus personajes principales y un humor subterráneo que colorea una narración casi suspendida, para desnudar la sencillez de las emociones mediante la ineludible relación del cuerpo humano con su entorno natural, al que se le reserva una fotografía bellísima y enaltecedora. Por supuesto, en este retrato de generaciones adultas y jóvenes, donde se produce un espejo inverso de las relaciones sentimentales entre padre e hijo, ocupa su lugar la muerte y la concepción de la espiritualidad oriental centrada en la reencarnación. Una trascendencia que supera el objeto físico material para establecer un dinamismo circular capaz de superar el materialismo de la experiencia humana. Por ello, el padre, en sus últimos días agonizantes, y por tanto, a las puertas de alcanzar un estado superior, debe asumir la verdad que anida en su interior: recuperar al amor de su vida que negó en su juventud.
Pausado film, sin artificios lingüísticos, costumbrista en grado extremo y llano en su forma de transmitir emociones, efectúa una observación rigurosa de sus seres, sin que ella esté desprovista de un cariño que resulta contagioso. MA
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Sección Oficial Documentales
Por Arantxa Acosta y Manu Argüelles
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Glubinka 35x45. Evgeny Solomin, Rusia, 2009.
El paso de la historia reducido a cenizas
Tras la caída de la Unión Soviética, y no hace tanto, un fotógrafo rural recorre los pueblos de la Rusia profunda haciendo las fotos de 35x45, tamaño requerido para los nuevos pasaportes. Así, iremos conociendo la forma de vida de los lugareños, emocionándonos con algunas de sus historias y riéndonos con alguna de sus ocurrencias... pero siempre brevemente, mientras se acicalan delante de la cámara.
Con una fotografía impecable en riguroso blanco y negro, encontramos mucho sentimiento concentrado en los breves cuarenta minutos de metraje que acaban sabiendo a muy poco, y gracias a los que nos damos cuenta de que en la Unión Soviética o en Rusia, la gente sigue siendo la misma, qué les importa a ellos... ni a nosotros. Al final, lo único que podría recordar el cambio, los antiguos pasaportes, se acaban quemando tan rápidamente como lo hace el paso del tiempo. Imprescindible. AA
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La bocca del lupo. Pietro Marcello, Italia, 2009
La ambivalente memoria histórica de Génova
Al ritmo que vamos y dada la persistencia por nuevos realizadores, dentro de unos años dejarán de tener sentido las categorías estancas de Ficción y Documentales que el mismo certamen se sirve para clasificar los films seleccionados en la Sección Oficial. Las interdependencias entres ambos formatos está tan acusada, las hibridaciones son tan frecuentes que un largometraje como La bocca del lupo cuesta enmarcarlo en un lugar u otro. Su armazón responde al estatuto de no ficción, pero sus herramientas narrativas y su composición de materiales guarda mucho de fuste de cine negro. El ambiente del lumpen, la contextualización criminal y la combinación de voces en off como conductoras del relato, junto con la forma de articular el suspense, son elementos clásicos de la caligrafía del film noir. Todo ello nos conduce a una secuencia final donde, por fin, los protagonistas principales de la historia que nos narran, se sientan juntos frente a cámara, el film se deshace de retóricas, y se adopta la fórmula estándar de entrevista. Es en ese momento cuando la emoción explota en su plenitud, porque la presencia de Mary, que nos ha sido casi escamoteada durante todo el film (la hemos visto fugazmente, pero como si fuese un rostro anónimo), sirve para desvelar los detalles más sinceros y auténticos de la historia de amor entre un criminal ex convicto y una transexual. Sí, porque hasta llegar a ese desenlace, Pietro Marcello nos ha situado en una ambigüedad, en la forma de articular las voces en off, haciéndonos dudar de la veracidad de lo que se nos explicaba en torno a Enzo. Esto sucede porque hasta que no llegamos a la conclusión, nunca hemos visto en pantalla la correspondencia entre la voz y la imagen de Enzo, al que seguimos desde el principio en su vida cotidiana (la voz del narrador masculino es otra, en cambio, la de Mary, que es la sorpresa final, sí es la misma). Es decir, todo nos empuja a creer que es una fabulación, un pretexto ficcional para dar concierto a la memoria histórica de una ciudad, Génova, a través del retrato imaginario de uno seres situados en la periferia de los estratos sociales centrales. Esta pequeña trampa que guarda poco con la transparencia expositiva del documental, es totalmente perdonada, porque ella nos lleva a estremecernos positivamente al final.
Además, el presente de Enzo, excelentemente combinado mediante multiplicidad de registros e imágenes de archivo, sustenta a La bocca del lupo, la cual se sirve del pasado memorístico de Enzo para alzar una epifanía (laica y nada hagiográfica) sobre una ciudad mediterránea, de la que no puedo evitar sentir un irremediable cariño, porque, algo que ya me pasó con Génova de Winterbottom, su casco antiguo se me antoja prácticamente idéntico al de mi ciudad, Barcelona, sensación aquí más acentuada, dado el protagonismo que dicho entorno arquitectónico juega en el trabajo de Pietro Marcello.
Presentada en el BAFICI de este año, como varias películas seleccionadas por L'Alternativa, también si lo desean pueden acceder a la reseña que publicamos en su momento, para dar cuenta de la cobertura del certamen argentino, hermano mayor (en cuanto a dimensión) del barcelonés. MA
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Los materiales. Colectivo Los Hijos, España, 2009
'A mí esto me aburre soberanamente'...
.... dice la chica protagonista hacia el final del film. Pues oye, a nosotros también. Porque la triste historia de Riaño -pueblo de Castilla y León- requería algo más de sentimiento. Sí, está muy bien utilizar nuevas técnicas de expresión fílmica para romper moldes e intentar adentrarse de un modo intimista en un tema como es la desaparición de un pueblo por la construcción de una presa o el abandono de las localidades vecinas por no haber ningún modo material de desarrollo, pero el uso repetitivo del mismo formato acaba aburriendo al espectador por no poder sentir ningún tipo de apego afectivo a lo que se le está explicando, entendiendo claramente el porqué confeso de la protagonista que se aburre en esos parajes, la que piensa que uno de sus amigos, Javier, tiene razón al reprocharles que habían ofendido a uno de los habitantes del pueblo por mostrar tan poca consideración en su historia, seguramente por estar más preocupados por filmar un plano de más minutos, mostrando lo que en teoría debe ser reflexivo -un paisaje, una casa abandonada-, pero que se convierte en un sinsentido que parece de nunca acabar -por favor, no alargar metraje sólo para que se pueda vender como un largo.
Por otro lado, hay que reconocer que el corto inicial proyectado, de los mismos autores (Colectivo Los Hijos), es mucho mejor que su nueva incursión. Ya viene, aguanta, riégame, mátame (2009) recrea, sin luz adicional ni una banda sonora distinta a la del momento, los lugares exactos donde se filmaron grandes escenas del cine español (El espíritu de la colmena, Víctor Erice, 1973; Historias del Kronen, Montxo Armendáriz, 1995; La ley del deseo, Pedro Almodóvar, 1987; y Amantes, Vicente Aranda, 1991), consiguiendo así una doble visión: la de reconocer esos lugares como comunes, sin atractivo en el día a día pero, no obstante, recuperar su magia por el simple hecho de poner en subtítulos los diálogos de los protagonistas. Interesante, mucho más que el largo, la verdad. AA
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Mauerhase. Bartek Konopka. Polonia-Alemania, 2009.
Peculiar visión de la historia alemana
Mauerhase nos muestra la vida de los alemanes del Este haciendo un peculiar símil con la vida que tuvieron los conejos que habitaban el muro de Berlín. Empezando con imágenes y fotografías del período en que se inició el levantamiento del muro, una voz en off nos va explicando cómo los conejos pudieron adaptarse tan rápidamente a su encierro: la estructura del muro era regular, por lo que no había que luchar con un mejor cobijo, todos eran iguales. No tenían variedad de comida donde elegir, era siempre la misma, con el mismo olor y sabor... pero había mucha, así que no se quejaban. Pasaron de vivir con miedo a aburrirse en su monótona vida, en la que lo más interesante era reproducirse hasta el infinito. No obstante, algunos "conejos" decidieron iniciar la excavación de túneles hacia el otro lado... hasta que fueron descubiertos. Volvió el miedo, la exterminación. Hasta que un día el muro desaparece. Los "conejos" tendrán que espabilarse en un mundo nuevo, privado a ellos desde hace años (algunos nunca supieron lo que se habían perdido por haber nacido ya en el muro), y descubrir la nueva forma de vida en libertad.
Debería ser de obligado visionado. Total y absolutamente imprescindible acceder a este largometraje documental de Bartek Konopka. AA
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Sección Oficial Cortos
Por Arantxa Acosta
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On ne mourra pas. Annal Kateb, Francia, 2010.
Nos podéis matar, no moriremos
Efectiva crítica contra la guerra, utilizando un argumento tan simple como el de un reportero que, tras realizar su trabajo en Kabul, vuelve a Orán para reencontrarse con su mujer. El intento de celebración llevará al protagonista a salir del piso seguro en busca de un sacacorchos... en ningún otro sitio, en ningunas otras circunstancias, un objetivo tan inocente tendría unas consecuencias tan horribles. Buena reflexión, muy buena fotografía. AA
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Amanar Tamasqueq. Lluís Escartín, España-Malí, 2010.
Vida de los tuaregs
Interesante documental donde se da a conocer el día a día de los tuaregs, pero siempre de una forma que esconde algo enigmático: ya sea por las palabras del narrador ("mejor no me veas ni me oigas") o porque las imágenes de alegría, de fiesta, vienen acompañadas por la narración de las masacres que el gobierno ha realizado contra este pueblo y de las que poco sabemos en el mundo occidental. Muy impactante. AA
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Triumph of the wild. Martha Colburn, Países Bajos, 2009.
La violencia nos persigue
Collage animado que nos hace pasar por la historia americana y que nos hace ver que la historia está, y seguramente estará, plagada de violencia, de cazadores y cazados, de animales salvajes en busca de su supervivencia. Muy buen retrato de una sociedad en la que la guerra siempre acaba ganando. AA
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Cotonov Vanished. Andreas Fontana, Suiza, 2009.
Los absurdos de la Guerra Fría
Emotivo cortometraje en el que Ashravin, un intérprete retirado, recuerda la historia de Cotonov, uno de los mejores en su trabajo que fue elegido para hacer de intérprete en la reunión Reagan-Gorbachov y que ahora descubrimos por qué desapareció y no volvió a trabajar. Muy buen retrato de la gloria y caída de un hombre que amaba su profesión, pero que decidió alejarse de su pasión por vergüenza, o porque supo que era la mejor decisión. Mezcla ágilmente imágenes del presente y futuro, de una época convulsa y de otra más pacífica, pero en la que sus protagonistas echan de menos, igualmente, aquellos maravillosos años. AA
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L'art délicat de la matraque. Jean Gabriel Périot, Francia, 2009.
Abuso de poder
En tono de comedia alegre, gracias a la música de Public Image Limited, 'This is not a love song', y durante los algo más de cuatro minutos que dura la canción, se suceden imágenes de manifestaciones en las que la policía ha utilizado sin razón la violencia. AA
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Un monde pour soi. Yann Sinic, Francia, 2010.
Exceso de Google Earth
La intención es buena: hacernos ver que nuestra sociedad, cuanto más se desarrolla, incomprensiblemente, más se aísla. Barrios poblados de casas unifamiliares, en las que se disfruta de todo lo necesario sin tener ni tan siquiera que ver al vecino. Barrio, bonita palabra, si tenemos en cuenta que, por mucho que se trate de chalets adosados, ninguno de sus ocupantes se relaciona con el de al lado. Pero hay lugar para la esperanza: ¿por qué no intentar volver a una organización rural, donde el trabajo en equipo vuelva a ser el que nos sustente, el que nos haga felices? Es una buena reflexión, pero se acaba perdiendo entre tanta imagen aérea que, aunque inicialmente muy poética -la luz es el gran punto del film-, se hace tan repetitiva que nos hace perder el interés. AA
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Secciones Paralelas
Por Arantxa Acosta y Manu Argüelles
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Bajo California: el límite del tiempo. Carlos Bolado, México, 1998.
Otra road movie sobre la búsqueda del yo
Tras Viajo porque preciso, volto porque te amo, la verdad es que el film de Carlos Bolado nos ha sabido a poco, pero no obstante, hay que destacar que el punto de vista de la búsqueda del yo a través de los antepasados y las pinturas rupestres del México más profundo llega al corazón.
Conocer nuestros orígenes. Cual camino de Santiago, nuestro protagonista, un americano descendiente de hispanos, comprende que las respuestas a sus preguntas sólo serán desveladas tras realizar su propio viaje iniciático al verdadero yo. Decide entonces emprender la búsqueda de la tumba de su abuela, caminando, mientras encuentra a familiares remotos que le ayudarán en su hazaña y consigue olvidar el pasado que le atormenta: haber atropellado a una mujer embarazada y abandonarla a su propia suerte sin detenerse.
Lo más destacable de Bajo California: el límite del tiempo es el descubrimiento de esos paisajes desérticos, gracias al uso del zoom out que nos desvela la absoluta soledad que rodea a nuestro protagonista. Si bien se enfatiza demasiado la dramatización en el montaje de algunas escenas, el conjunto del film es destacable y acaba poniendo los pelos de punta al encontrar por fin las pinturas de unos antepasados nunca conocidos pero que tenían los mismos problemas que nosotros: la búsqueda de la protección de la familia, el ensalzamiento de los niños. Interesante. AA
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La fórmula secreta. Rubén Gámez, México, 1965.
Cine experimental del bueno
En 1965, Rubén Gámez sorprendió con este inclasificable largometraje, en el que se retrata a la sociedad mexicana más profunda, desde un punto de vista sórdido y mordaz. Comparando a animales con hombres, mostrando escenas tan violentas como el sacrificio de una vaca, mientras en paralelo dos personas se besan, o a niños en columpios observados con lascivia por parte de curas que acabarán siendo sometidos... finalmente todo contrastado con la imagen de la secuencia final, con una cinta donde aparecen escritos los nombres de multinacionales o personajes de un mundo supuestamente más avanzado que el mostrado, un mundo que está presionando para que lo que se nos acaba de enseñar acabe desapareciendo, por mucho que no lo quieran sus protagonistas. Rodada en blanco y negro, destaca por encima de todo por un siniestro montaje muy bien acompasado por la estridente música clásica que acompaña las extrañas imágenes. AA
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Reed, México insurgente. Paul Leduc, México, 1973.
Cuasi-soporífera recreación de las memorias de Reed
Si bien es cierto que el film de Paul Leduc ganó en 1974 el premio Ariel con ésta, su traslación para la gran pantalla de las memorias de John Reed -un periodista americano al que la revolución mexicana le contagió tanto que dedicó el resto de su vida a proclamar la libertad de rebelión-, hay que reconocer que no da para las dos horas de metraje. No obstante, siempre será recordada por ser la primera película que retrató fielmente la revolución mexicana de principios del siglo XX, con un Pancho Villa repleto de orgullo por tener un periodista tan interesado en sus hazañas.
Es destacable la graciosa imitación del estilo cinematográfico de esos años, tanto con un metraje color sepia como utilizando técnicas tan "del momento" como el cierre de iris o la introducción de los capítulos utilizando la imagen de un cartel blanco sobre fondo negro. Pero, igualmente, es demasiado notable el hecho de estar recreando la historia... ni siquiera de contarla. Actores que se antojan demasiado noveles para esta trama y que restan veracidad al México de antaño, un desarrollo más que lento y, para rematarlo, un final demasiado precipitado (aunque hay que reconocer que impactante, después de tanto sopor), hacen que sea sólo recomendable para autóctonos nostálgicos de su historia o con ganas de conocerla desde el punto de vista de un "gringo". AA
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Reporters. Raymond Depardon, Francia, 1980.
La no-vida de los paparazzi
L'Alternativa rinde homenaje a la figura Raymond Depardon, documentalista francés de raza, con la muestra de seis de sus largometrajes, testimonios poliédricos de la actualidad mundial y especialmente francesa, en las últimas décadas. El que nos ocupa fue su segundo largo y está centrado en un ámbito que conoce muy bien, el de los reporteros gráficos, ya que él fue el fundador de la agencia de prensa Gamma, presente en el film. Así, Depardon decide fijar la atención en su propio entorno y en las vicisitudes que sufren los periodistas, además de mostrar las condiciones laborales que exigen una resistencia supra-humana (no faltarán tensiones por la difícil conciliación entre la vida profesional y personal), que sufren los fotógrafos que persiguen día a día, sin tregua y con poco espacio para la vida familiar, la actualidad en su vertiente política o de crónica social.
En el 2010, este largometraje tiene su valor, en muchos casos anecdótico, por el seguimiento periodístico de un Jacques Chirac, en aquel entonces alcalde de París, y una todavía estrella emergente norteamericana y endiosada: Richard Gere. Por supuesto, también nos sirve para comprobar cómo se ejecutaba este tipo de profesión, hoy ya tremendamente desvalorizada y denigrada (también sufrían el desprecio en aquel entonces, aunque hoy está más acentuado) mediante el apelativo de paparazzi. En sustancia, las dinámicas mostradas no parecen guardar mucha diferencia con el presente, cambiando casi únicamente la incorporación de medios tecnológicos más avanzados, precisos y eficientes.
Para ello, Depardon opta por la no intervención del realizador y adscribe su documental bajo el paradigma de la observación. Parece no existir el dominio del demiurgo sobre lo que vemos, estando la imagen plegada al poder de lo que ocurre en pantalla. Tal como nos comenta Bill Nichols[1], en vez de construir un marco temporal, o ritmo, a partir del proceso de montaje (...) las películas de observación se basan en el montaje para potenciar la impresión de temporalidad auténtica. Y Reporters responde a este modelo fehacientemente, desnudando por completo la sucesión de imágenes, no solo de un discurso explícito, sino de herramientas típicas del documental como los intertítulos, las entrevistas, la música extra-diegética, la voz en off o las recreaciones. Es una forma extrema de fijar la cámara y dar constancia de un aquí y ahora inmediato, en consonancia con la afanosa acción siempre en tiempo presente de los sujetos sociales representados en Reporters. Su desnudez extrema, plegada al servicio de ser un mero registro, un excesivo metraje con largas tomas, junto con una ausencia de sucesos relevantes, reserva dicho largometraje a estudiosos de esta variante documental (excelente ejemplo para ello) o a aquellos interesados por un pasado histórico de la actividad periodística. MA
[1] Nichols, Bill: La representación de la realidad. Barcelona, Paidós Comunicación, pág. 72.
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