Una sinécdoque vací­a

Rubber

Quentin Dupieux, Francia-Angola, 2010

Por Pablo Gamba

RubberRubber (2010) de Quentin Dupieux es una película sobre un neumático asesino con poderes telekinésicos. El segundo largometraje del músico y realizador de videoclips francés, estrenado en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes en 2010, se distingue en eso de las cintas sobre automóviles convertidos en máquinas de matar. A diferencia de Veloces y mortales (Highwaymen, 2004) de Robert Harmon, en la que el criminal es un conductor discapacitado, por ejemplo, no se trata del vehículo como instrumento para superar las limitaciones del cuerpo ni una prolongación de él. Tampoco es una extensión de la personalidad, como en Duelo (Duel, 1971) de Steven Spielberg o Christine (1978) de John Carpenter. Ni siquiera la llanta puede ser considerada como símbolo de la alienación, algo creado por la industria que cobra vida y se vuelve contra los seres humanos que lo inventaron.

La "protagonista" de Rubber es una parte del todo que es el vehículo, pero no una sinécdoque del significado del automóvil en la sociedad del consumo. No tiene tripa, lo cual expresa metafóricamente su vacío de sentido. El comisario de policía que actúa como presentador pone las cartas sobre la mesa al comienzo de la película y concluye de la siguiente manera: "Damas, caballeros, el filme que van a ver hoy es un homenaje a la sinrazón".   

RubberEse vacío intenta ser llenado por el público que aparece en la cinta como un grupo de gente que ha sido reunida en un paraje desértico del Oeste estadounidense para ver un "filme". En contraste con la del neumático, la representación de los espectadores es evidentemente alegórica. La necesidad de usar binoculares es una metáfora de la relación distante que se establece con todo espectáculo, y por ende con lo que se presenta en la pantalla del cine.

La actividad de ese público aporta razones para tratar de hallar una explicación de las cosas absurdas de la "película" que ven. Eso se traduce, por ejemplo, en llegar a la conclusión, a partir de la información que suministra la cinta, de que la llanta es un personaje análogo a un ser vivo, incluso consciente y "humano". La interpretación que hacen de la información es consecuencia del entrenamiento que han recibido de la televisión y del cine. Se lo hace ver cuando un niño protesta al principio porque le parece que no pasa nada. "Ya verás cómo se levanta", le dice el padre, conocedor de la dinámica de la narración de las películas.

También hay sociología del público en Rubber. Los personajes que lo integran se muestran prestos a disciplinarse entre sí.Rubber Incluso reprenden a un hombre que graba lo que ve con una cámara de video. "Puede ir a la cárcel por eso. Es piratería", le dicen. Ellos mismos vigilan el respeto de los derechos de autor de los productores del "filme". Eso no significa que los organizadores del espectáculo no intervengan: lo hacen para imponer un régimen cuasimilitar, despertando a golpes a los espectadores que han tenido que dormir al descampado para ver lo que ocurre al día siguiente. El encargado, además, les roba su dinero mientras duermen.

 Si Rubber llegara hasta allí sería simplemente una tosca reflexión sobre "Hollywood", en la que el discurso inicial sobre la sinrazón del cine sería retórica impostada, adornada con referencias a Scanners (1981) de David Cronenberg, repetidas hasta el abuso, y también a Duelo, por poner dos ejemplos. Pero hay en la historia un primer giro, en el cual la crítica de la manipulación de los espectadores y del cine que los maltrata deja de funcionar, y en cambio cobran cuerpo las relaciones de causalidad que explican la "conducta" del neumático como una búsqueda de venganza. Pero luego, hacia el final, la manera de proceder de los policías vuelve a perder toda lógica, en el operativo que montan para liquidar a la llanta.

Rubber A falta de narración comprensible, Rubber se desarrolla sobre la base de la una crítica de los filmes comerciales de género y de su público, pero también de los tópicos de las películas que plantean una reflexión sobre el cine e incluso de los cineastas que parecen partir de la base de que la capacidad de librarse de la plebe inculta es la medida de la profundidad de su "arte". ¿Adónde quiere llegar el realizador con eso? Quizás a que la gente se haga una pregunta más esencial: ¿por qué el cine? Es una interrogante cuya respuesta en este caso hay que buscar más allá del consumo, de la reflexión, de la crítica de la alienación, del disciplinamiento y del elitismo, y del absurdo, que según el presentador es "el elemento más poderoso del estilo".

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