Revolución

Mariana Chenillo, Fernando Eimbcke, Amat Escalante, Gael García Bernal, Rodrigo García, Diego Luna, Gernando Naranjo, Rodrigo Plá, Carlos Reygadas, Patricia Riggen, México, 2010

Por Cristina Bringas

Cien años han pasado desde que dio inicio la Revolución Mexicana, uno de los acontecimientos más icónicos del siglo XX en el país. El pueblo luchó durante años por una mejor vida. Estallidos sociales por cuestiones económicas, políticas, sociales y culturales comenzaron a avivarse a lo largo y ancho del país. Este 2010 se celebran cien años del inicio de esta lucha, y doscientos desde que se declaró la guerra por la independencia.

Todo este año, México está de fiesta recordando estos dos eventos que han sido trascendentales en el desarrollo de la Nación. Dentro de las conmemoraciones y celebraciones, IMCINE junto a Canana Films han preparado esta película compuesta por diez cortometrajes, de diez minutos cada uno, realizados por diez directores mexicanos: Revolución.

Cada uno de los cortometrajes está situado en el 2010 y está vinculado al tema de la revolución. Así, cada director ha preparado su visión sobre la situación actual de México con respecto al fenómeno social de hace cien años. Los temas de cada trabajo son únicos y completamente diferentes entre sí.

Hablar de una película como Revolución es complejo en la medida que refleja diez visiones completamente diferentes: tanto en historias, como en cinematografías, formatos, temas, etcétera. No obstante, hay un minúsculo hilo conductor que une todo en un solo producto: la esperanza.

Pese a que cada visión es diferente una de otra, en lo particular me gustaría destacar las propuestas de algunos de los directores mexicanos. En primer lugar, el cortometraje arriesgado de Carlos Reygadas, quien más que una ficción, presenta un documental producto del experimento de hacer una gran fiesta en el campo.

Durante su "reunión", personas de diferentes clases sociales se congregan para convivir y disfrutar del alcohol, el clima y la comida. Así, paulatinamente, se ve cómo la división y el separatismo entre los grupos se permean hasta llegar a un ritual de destrucción y fiesta, que se refleja con la hoguera producida por un vehículo desmantelado por los invitados.

"Este es mi reino" -el título del cortometraje- después de diez minutos de conversaciones a medias, empieza a dibujar una historia de clasismo, disociación y destrucción. Sin embargo, una luz de esperanza y un dejo de profunda comunicación se perciben en el ambiente. Un diálogo basado en el alcohol, la fiesta y la esperanza de evadir las barreras que nos dividen.

Completamente distinto a este trabajo, es la comedia de Patricia Riggen, "Lindo y querido", en la que plasma la aventura de una joven que desea llevar a cabo el último deseo de su padre: ser enterrado en su pueblo, en México. Este sencillo cortometraje es conmovedor y presenta de forma cálida el ingenio del mexicano, su solidaridad y su calor humano.

Tanto Riggen como Mariana Chenillo han realizado trabajos con un toque similar, en cuanto al tono e incluso la fotografía. Asimismo, ambas han elegido protagonistas femeninas, siendo las únicas que se han inclinado por esa opción. Las mujeres que presentan son trabajadoras, salen adelante y siempre se levantan; así es la mujer mexicana, y así lo fue también durante la revolución.

Rodrigo García, por su parte, realizó el cortometraje que concluye la película: "La 7th y Alvarado", que se sitúa en Los Angeles, y que con una dramática cámara lenta, muestra la realidad del barrio latino L.A., que es atravesado por una caravana revolucionaria, que observa con tristeza la realidad y lo que su trabajo, sangre y sudor ha cosechado para los inmigrantes en Estados Unidos.

La fotografía y la cadencia de la propuesta de García son el toque de nostalgia que Revolución requiere para cerrar los 105 minutos de película, en donde todos los matices, formas y temas que los directores tocan, se condensan en los diez minutos lentos y silenciosos de "La 7th y Alvarado", que mezcla ficción, realidad, sueño, nostalgia y añoranza.

El poder de cada una de las imágenes expuestas en este largometraje es capaz de hacer nudos en la garganta y un hueco en el estómago. Como mexicano, saber que la realidad que vivimos diariamente está plasmada en pequeñas ficciones es un regalo y a la vez un profundo dolor, al observar que nuestro día a día está lleno de situaciones sociales que no han mejorado ni con el tiempo ni con una revolución de por medio.

En los cortometrajes se retrata una llamada de atención ante la caótica y triste realidad de México: miseria, confusión, decepción, desesperación, corrupción, necesidad y poco entendimiento; todo esto es lo que emana y rodea al país, y es lo que se presenta en el largometraje, matizado con el color de la nostalgia y la añoranza de lo que serían tiempos mejores cien años después de la guerra, que se han convertido en un círculo vicioso que nos conduce al punto en el que partimos.

En momentos como éste, en los que México se tambalea, es crucial tener la oportunidad de ver cine de calidad, hecho por personas que sufren y gozan lo mismo que todos los habitantes del país. Revolución contiene un poco de lo que cada uno de nosotros hemos pensado, añorado o preguntado en los últimos años.

Este 20 de noviembre de 2010, cien años después del estallido de la Revolución, llegará a las salas de cine esta visión cinematográfica del México de principios del siglo XXI, que más se asemeja a aquel que no dejamos atrás en 1910.