La resistencia de los muertos (Survival of the Dead, 2009) es la tercera película de zombis de George A. Romero desde 2005. El guionista y director hizo sus primeros tres filmes del género a lo largo de un período de diecisiete años, entre 1968 y 1985. Si se considera además que recientemente se han rodado remakes de Amanecer de los muertos de 1978 (Dawn of the Dead, 2004) y Día de los muertos de 1985 (Day of the Dead, 2008), y que ha salido una versión en 3D de La noche de los muertos vivientes de 1968 (Night of the Living Dead 3D, 2006), la conclusión es que en negocio de los zombis por fin ha empezado a marchar bien para el cineasta independiente estadounidense.
Pero si el dinero ha comenzado a entrar, llegando incluso de Universal Pictures para Tierra de los muertos (Land of the Dead, 2005), y le ha permitido a Romero darle continuidad a su producción al margen de los grandes estudios, eso no se ha traducido en una mejoría de las ideas. La resistencia de los muertos es la primera de sus películas de zombis en la que la crítica social y política no está formulada con la contundencia de un puñetazo a la nariz que ha caracterizado siempre su obra. Incluso si El diario de los muertos (Diary of the Dead, 2007) tenía como flaqueza la dificultad del realizador para desenvolverse en el terror para adolescentes, hacía una pertinente y sólida crítica del caos informativo que pueden causar la proliferación de versiones en YouTube y sitios similares.
La suavización tiene como aspecto positivo en este caso la mayor sutileza de algunas imágenes, que intrigan por su capacidad de sugerir. Se trata de los espectaculares paisajes de Plum Island, donde se desarrolla la mayor parte de la historia. El hecho de que las dos familias en pugna sean irlandesas evoca la ambientación bucólica de El hombre tranquilo (A Quiet Man, 1952). Pero en vez de la armonía con la historia idealizada de honor del clásico de John Ford hay una sarcástica disonancia entre la belleza del ambiente y el aspecto grotesco de los zombis. Si Romero ha cultivado desde La noche de los muertos vivientes la ironía que representan los conflictos egoístas entre los vivos cuando los muertos regresan para devorarlos a todos, en este caso parece apuntar hacia una indiferencia del mundo que trasciende incluso la catástrofe de los zombis, si es que no se trata únicamente de una búsqueda estética. La posibilidad de múltiples interpretaciones enriquece la imagen.
Pero en términos generales la falta de claridad crítica en La resistencia de los muertos es problemática. El filme se presenta como una mezcla de película de zombis con western, lo que se traduce en gente que anda a caballo y con rifles, disparándose los unos a los otros. Entre los personajes están los guardias nacionales de El diario de los muertos. Ellos son un grupo armado más envuelto en el conflicto, lo que parece ser una forma de expresar lo que realmente son para el cineasta los militares: fuerzas que defienden sus propios intereses, no los de la sociedad. Pero es un irse por la tangente poco romeriano: el problema con las fuerzas armadas del país del cineasta en la actualidad es lo que hacen en Irak y Afganistán, no el peligro interno. Estados Unidos no es América Latina ni una nación de los Balcanes.
Que sean irlandeses los dos líderes en pugna, O'Flynn y Muldoon -uno cree que hay que "matar" a los zombis; el otro que se curarán y dejarán de comerse a la gente-, hace pensar también en una metáfora del conflicto que divide ese país. "En este maldito mundo alguien pone una bandera y otra persona pone la suya. Muy pronto empieza una guerra y nadie sabe quién fue el que comenzó a poner esas estúpidas banderas", dice el personaje narrador. Pero esa es una forma demasiado superficial de considerar las causas de esas luchas. Obvia, por ejemplo, las secuelas del colonialismo que constituyen el trasfondo de la división de Irlanda.
Al comienzo el narrador dice: "La última vez que se sacó la cuenta, se supo que 53 millones de personas morían cada año, 150.000 cada día y 107 cada minuto. Eso es en tiempos normales". ¿Es entonces La resistencia de los muertos una crítica de la actualidad como una era de la muerte? De ser así podría pensarse que es una síntesis de los linchamientos racistas de La noche de los muertos vivientes, del desperdiciar la vida al dedicarla a consumir en Amanecer de los muertos y del aprovechamiento científico de la muerte en Día de los muertos. Pero con esa generalización se pierde la referencia a situaciones concretas de actualidad, y esa era una de las principales virtudes de los filmes de zombis de Romero.
En la última secuencia, un duelo de muertos vivientes bajo una inmensa luna falsa, el sentido político de la historia, si es que lo tiene, parece diluirse en la evocación del género. El mundo postapocalíptico de La resistencia de los muertos podría ser entonces básicamente un mundo de cine, postmoderna referencia sin referente. ¿Expresa eso principalmente una búsqueda estética a través del juego con las mitologías de los zombis y los vaqueros? De ser así se pierde con ello, paradójicamente, la esencia de la estética grotesca de Romero: hacer caso omiso de las sutilezas de la autocensura para plantear la crítica social con la misma brutalidad con la que los zombis destripan a la gente y los vivos encuentra mil y una formas de "matar" a los muertos vivientes. Esa parece ser la estética que se corresponde mejor con situaciones en las que los muertos traen al mundo el infierno donde ya no caben más, no la del pastiche.
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