Acrónica evolución

Por Javier Moral

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La entrañable y primigenia sitcom americana gozó de un necesario punto de inflexión a mitad de los años noventa, coincidiendo con el estreno de Friends (1994-2004), serie que permanecería en antena durante diez temporadas, batiendo récords de audiencia y sentando las bases de la comedia catódica posmoderna. Tras echar un cierre que parecía nunca iba a llegar, esa simple y rentable idea que se basaba en la cotidianeidad de un grupo de veinteañeros neoyorquinos no fue a parar al baúl de los recuerdos, sino que tan solo un año más tarde se reencarnó en otro producto. Aunque para todo televidente se haga inevitable, no termino de aceptar la comparación, porque lo cierto es que Cómo conocí a vuestra madre no funciona como un puntual remake de Friends (que no significa que no beba a grandes sorbos de su legado), sino como una versión 2.0, reinventada, más desinhibida y canalla, y mucho más frenética y compleja.

hijosLa creación de Carter Bays y Craig Thomas (también músicos de la banda a cargo de la sintonía del serial) se articula en torno a una fórmula poco recomendable para una serie de perspectiva lejana. Como el propio título indica, un padre se enorgullece de relatar a sus hijos la larguísima historia que le llevaría a conocer a su esposa. La quimérica crónica del hallazgo de una mujer definitiva que todavía no sabemos si veremos algún día (aunque ya se percibe cierta concreción por haberse fijado un final definitivo hacia la octava temporada), sirve de excusa para que el cansino progenitor torture a sus fastidiados chavales con unas batallitas que brotan de una memoria prodigiosa. Pese a que el argumento podría aplicarse al más peleón de los culebrones latinos y sin llegar a prescindir de pequeñas dosis de ternura azucarada, Bays y Thomas han logrado uno de los mayores derroches de ingenio televisivo de la última década.

Un atractivo cosmopolitismo que actualiza las fetiches proclamas del maestro Woody Allen sobre la Gran Manzana (pese a rodarse íntegramente en Los Ángeles) y un elenco en estado de gracia que desordena el clásico concepto de pandilla, capaz de armonizar el talento con el protagonismo (que solo se ve descompensado por la insuperable vis cómica de Neil Patrick Harris,bofetada en un papel mucho más espinoso de lo que pudiera parecer) han venido a ser dos de sus mejores bazas para captar a la audiencia. Pero sin duda, su artefacto más poderoso reside en la dinámica y creativa factura que presentan sus divertidos juegos temporales, a través de fugaces flashbacks y flashforwards (enmarcados dentro del inmenso recuerdo totalizador de la trama general) o de acelerados montajes paralelos y alternos. La expresión que se alcanza con estas maniobras resulta tan sólida y distintiva (de un producto) que incluso algunos chistes adquieren una categoría recurrente -algunas veces, esa exactitud digna del fan más puntilloso, obliga a resumir el contexto-, como las cinco bofetadas que Marshall debía de propinar a Barney como resultado de una apuesta y que se fueron repartiendo por los capítulos posteriores en forma de inesperados golpes -nunca mejor dicho.

Incluso, el tiempo ha dotado a Cómo conocí a vuestra madre de una dimensión casi casual en las sitcoms, la psicología evolutiva de los personajes: Ted pasó de ser un romántico empedernido a un discreto "rompebragas" que suaviza las técnicas de un Barney que fluctúa entre el sexo sin compromiso y el amor verdadero; Robin hace tiempo que dejó de ser una mujer fatal para empezar a llorar por los hombres y Marshall y Lily, que antes funcionaban como piezas combinables pero independientes que servían de modelo a las jóvenes parejas de hoy, se han fusionado en un pack unitario y asentado en el tópico del que los amigos tienden a alejarse.

todos barConstruyendo las situaciones en torno a las convenciones sociales más irracionales o paradójicas y aplicando un filtro de absurdo gamberrismo a esa moralidad del deber ser (tomando en este caso como referentes una de las grandes como es Seinfeld y el posterior delirio de su co-creador, Curb Your Enthusiasm), Cómo conocí a vuestra madre se vanagloria de su maestría en la dicción del chascarrillo, pudiendo rellenar varios episodios completos por temporada (sobre todo, cuando Barney lleva el peso de la acción). La cada vez más tardía madurez del hombre es la lección de vida más clara y profunda que se puede extraer de su discurso. Los argumentos corales que predominaban al comienzo de la serie se han disociado progresivamente hasta llegar a las cinco porciones por capítulo (sí, Marshall y Lily, pese a estar más unidos que nunca, cuentan con intrigas diferentes, para no caer en el aburrimiento), teniendo los guionistas que rentabilizar los veinte minutos cada vez más. El agotamiento es inminente, pero no vano: aún de manera involuntaria, han demostrado que el ciclo del ingenio es paralelo al de la amistad: no es tan intenso como en los orígenes, pero siempre estará ahí. 

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Cinerama (Reseñas) (96)