Si hay un nombre estrechamente relacionado con la animación digital, ese es el de Pixar; y si hay un hombre tras esos estudios de animación, ese es John Lasseter, que ha revolucionado, no solo el cine de dibujos animados, sino el cine en general. Este animador, que es también productor, director y guionista, se encuentra simultáneamente al frente de Pixar y de la división de animación de Walt Disney, lo que lo ha mantenido algo alejado de la creación directa en los últimos años. De hecho, Cars 2 es el primer largometraje que dirige desde Cars (codirigida por el desaparecido Joe Ranft, 2006), y anteriormente se había encargado de la dirección de un buen número de cortometrajes y de Toy Story (1995), Bichos (A Bug's Life, codirigida por Andrew Stanton, 1998) y Toy Story 2 (codirigida por Ash Brannon y Lee Unkrich, 1999). En esta ocasión, Lasseter ha contado con el animador Brad Lewis en las labores de codirector.
No es ningún secreto que, en general, la crítica considera Cars una de las "peores" películas de Pixar, y es, desde luego, una de las que funcionó peor en taquilla, aunque eso se compensó posteriormente con los beneficios generados por la venta de productos relacionados con la cinta -especialmente los cochecitos de metal, que no han desaparecido de las jugueterías durante estos cinco años-. Pues bien, creo que Cars es uno de los mejores títulos de la productora, a la altura de Los Increíbles (The Incredibles, Brad Bird, 2004), Ratatouille (Brad Bird y Jan Pinkava, 2007), Wall-E (Andrew Stanton, 2008) o Up (Pete Docter y Bob Peterson, 2009), pero, al igual que ellas, no es en toda su extensión una película para niños, sino una reflexión sobre una América perdida (la de la Ruta 66) a propósito de la forja de un campeón.
Cars 2 se aleja bastante del planteamiento de la primera entrega, que era una road movie al más puro estilo americano, y se desplaza de género, convirtiéndose en una película de espías al más puro estilo inglés. En este sentido, la última cinta de Lasseter bebe directamente de algunos títulos de la serie de Bond, especialmente La espía que me amó (The Spy Who Loved Me, Lewis Gilbert, 1977), pero también de algunos otros de Hitchcock, como 39 escalones (The 39 Steps, 1935), El hombre que sabía demasiado (The Man Who Knew Too Much, 1956) o Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959), y de una propuesta tan interesante como El premio (The Prize, Mark Robson, 1963). Con el mundo de las carreras y de los biocombustibles como telón de fondo, los personajes de Radiador Springs viajan a través del mundo, concretamente a Tokio, Porto Corsa (una ficticia ciudad costera italiana que recuerda mucho a Montecarlo) y Londres, donde se han preparado los circuitos urbanos para el Grand Prix Mundial, con visita y persecución obligatorias en París.
En esta ocasión, el protagonismo de Cars 2 no recae nuevamente en Rayo McQueen (Owen Wilson), que se convierte en un secundario de lujo, sino en la oxidada grúa Mater (Larry The Cable Guy), que, por diversos azares, es confundido con un espía internacional, al igual que le ocurría a Roger Thornhill (Cary Grant) en Con la muerte en los talones. Si el prólogo de la película, con una misión en alta mar a cargo del agente Finn McMissile (Michael Caine), homenajea al agente 007 y presenta al malvado Profesor Zundapp (Thomas Kretschmann), el final, con la aparición del Big Ben, remite directamente al cine de Hitchcock. Entre ambas secuencias, lo que encontramos es una trepidante cinta de acción y aventuras al más puro estilo Bourne, protagonizada, eso sí, por automóviles.
La acción se va moviendo de escenario, y ahí, en la recreación de esas geografías, algunas perfectamente reconocibles, como la de las grandes capitales europeas y Tokio, y otras creadas prácticamente ex novo, como la espectacular Porto Corsa, es donde vemos la enorme capacidad generadora de la animación digital, capaz de crear mundos completos. Tras el prólogo, regresamos a Radiador Springs, una ciudad que ha resurgido de las cenizas después de cuatro años, pues Rayo ha ganado cuatro copas Pistón, una más que su mentor, Hudson "Hornet". Y aquí aparece uno de los mejores momentos del film, cuando se le rinde homenaje a Paul Newman, que le había puesto voz a Doc Hudson en la primera entrega. Como Newman falleció en 2008, Lasseter decidió que lo mejor sería prescindir del personaje, pero recordarlo de alguna forma, a través de la creación de un museo en Radiador Springs dedicado a su memoria.
En España, después de seis semanas en cartel, Cars 2 ha conseguido casi un millón y medio de espectadores y diez millones de recaudación, lo que, si bien no está nada mal, no la convierte, desde luego, en la película del verano. Quizás a Cars 2 le falta la introspección y la reflexión que encontramos en la mayoría de películas de Pixar, incluida la primera entrega, pero, a cambio, ofrece altas dosis de diversión y espectacularidad. Lasseter tiene dos pasiones, los juguetes y los coches (su padre trabajó durante toda su vida en un concesionario de Chevrolet), y en esta ocasión se ha decidido por el lado más lúdico y sofisticado de los segundos, con cameos incluidos de Fernando Alonso, Lewis Hamilton y Sebastian Vettel. Eso sí, cuando se proyecta en salas, a Cars 2 le precede un corto titulado Vacaciones en Hawaii (Hawaiian Vacation, Gary Rydstrom, 2011), en el que los personajes de Toy Story les preparan unas vacaciones de cine a Ken y a Barbie.
Trailer:
Por favor, comparte con los lectores de Revista de cine - Críticas, tráilers, sinopsis, análisis de películas tu opinión acerca de este artículo.