Un film de Adrián Caetano siempre es una grata espera. A pesar de su origen uruguayo, su cine tiene identidad nacional no sólo porque toda su producción fue realizada en la Argentina, sino también por la representación sectorial que logra, a partir de una mirada comprometida con la realidad.
Francia (2009), su nuevo film, tiene como protagonista a Milagros Caetano, su hija de doce años con quien trabaja por primera vez.
Desde el primer al último plano, todo comienza y termina con Mariana (M. Caetano) que espera a su mamá Cristina (Natalia Oreiro) a la salida del colegio, como todos los días. Un travelling hacia la acera enmarca al colegio que excede a Mariana, en todo sentido. Al llegar a su casa, un plano fijo sintetiza varios núcleos dramáticos que se irán desarrollando: la separación de sus padres, los problemas afectivos, la dificultad laboral y los problemas económicos que aquejan a su familia. La mamá es empleada doméstica y su padre, Carlos (L. Delgado), trabaja en una fábrica metalúrgica. El dinero no alcanza y es un tema frecuente de discusión, sumado a las demandas del colegio por el comportamiento de su hija.
"La película tiene un tono realista -según su director-, con algo de humor, muy distinto a todo lo que hice hasta ahora. Yo diría que ésta es una historia costumbrista, que muestra cómo es la vida hoy para una familia de clase media, trabajadora. Y también indaga sobre los afectos en ese ámbito".
A Mariana no le gusta su colegio. No le gustan sus maestras ni la directora. No quiere escuchar a sus padres discutiendo, y recurre a su walkman, como hace en clase. Ella dice que con la música puede imaginar y que leyendo (como quieren sus padres) no puede hacerlo.
Caetano, bajo un realismo cotidiano y una mirada cercana a sus personajes, construye un relato sobre el mundo adulto (padres y maestros) desde el punto de vista de Mariana, pero también narra con acciones precisas la vida cotidiana de los observados. Como es habitual en su cine, hay un claro registro del contexto socioeconómico actual.
Un problema de pertenencia
Las relaciones que mantienen los personajes son conflictivas. No logran encajar del todo en lo que hacen, o con quien se relacionan, no se sienten cómodos y necesitan hallar su lugar de pertenencia.
Mariana no se siente cómoda en el colegio privado que, con esfuerzo, sus padres eligieron para ella. La institución escolar tampoco siente que la niña pertenezca a ese lugar. Hay resistencia y discriminación. Caetano subraya duramente cuestiones que hacen al rol docente con todos sus estereotipos, a la responsabilidad educativa y al respeto por la libertad del otro.
Paralelamente, Cristina, en una destacada interpretación de Oreiro, tampoco encaja trabajando con una familia de clase alta, fracturada y con alta dosis de hipocresía e indiferencia con ella; esta disonancia también se manifiesta en Carlos, el padre de Mariana, que sale con una mujer (Mónica Ayos) de mejor posición económica, que lo mantiene.
Sin embargo, cada uno de los personajes, en la búsqueda por lograr un equilibrio, decidirán cambiar y/o romper con esas relaciones conflictivas, entre las cuales, Mariana, por ejemplo, pasará a estudiar a un colegio estatal, donde se la verá contenta y presente, como nunca antes. Tal vez, el lugar deseado, al que infiere Caetano mostrando un antes y después, se pueda lograr si el vínculo se da entre grupos de pares, entre sectores sociales homogéneos, donde las diferencias se acortan.
A pesar de los conflictos familiares e individuales, el film logra un tono optimista. Mariana, Carlos y Cristina luchan como pueden. Sin bajar los brazos enfrentan la realidad que les tocó en suerte o en desgracia, y sueñan. "Es gente tratando de sobrevivir -define Caetano-, ellos no acuden a la asistencia pública, no son marginales ni parias. Siguen intentando trabajar, de rebuscárselas. Y como los otros personajes de todas mis películas, tienen mucha dignidad. Ellos tuvieron sueños que no pudieron cumplir. Pero así y todo, siguen adelante". Entre esos sueños se alude al significado del film. Francia, como en su momento fue Bolivia (2001) para su protagonista, equivale a aquel lugar al que difícilmente puedan llegar los personajes, pero que siguen sosteniendo como un horizonte.
En todos los films del director charrúa, los protagonistas sueñan y buscan sentirse libres, lejos de toda clase de sometimiento y opresión, como Claudio Tamburini en Crónica de una fuga (2006), como el Oso en Un Oso Rojo (2002), Freddy en Bolivia (2001), etcétera.
La (in) comunicación
Si en Francia los problemas vinculares son el foco, una de las formas que elige Caetano para reflejar la incomunicación entre los protagonistas es a través del celular. El sonido del teléfono forma parte de la composición de los planos. El mensaje de texto establece una cercanía fría, virtual, una suerte de intermediario a través del cual se enfatizan las distancias y la fragilidad de los vínculos que mantienen.
Otra manera de relacionarse es a través de las fotos. Mariana necesita, casi compulsivamente, formar un álbum de fotografías de su familia que, de otra forma, no tendría. Parte de su historia la armará de esa manera, bajo esa estética formará sus recuerdos y registros del tiempo transcurrido y vivenciado con su padre, principalmente. En esa búsqueda y en cada primer plano está el registro puro que el director supo hacer de Mariana.
Francia, en relación al resto de la filmografía de Caetano, se diferencia por la elección de una forma y una estética distintas. Los puntos de vista se van desarrollando, no a través de una la linealidad narrativa, sino de un rompecabezas, que si bien responde a la manera en que una niña arma y/o comprende su propia historia, esa misma forma se traslada a todo el film donde también hay subtramas que no suman ni aportan mucho, como la relación entre el psicólogo y Carlos. Hay desniveles interpretativos, salvo el destacado trabajo de Oreiro. Y hay una elección estética un tanto heterodoxa e inusual: pantalla dividida para describir una escena, un poema impreso en la pantalla aludiendo al título, composición de ciertos encuadres al mejor estilo Godard, un plano secuencia de Cristina observando el comportamiento de la familia burguesa, entre lo más significativo.
De esta forma, tanto los cambios formales y la mezcla de recursos visuales no logran funcionar ni representar de la mejor manera la complejidad de ciertos temas. Conociendo la habilidad narrativa de Caetano... confieso que esperaba más. Sin embargo, rescato su capacidad discursiva, la coherencia ética y la representatividad; lo que no es, para el cine actual, poca cosa.
Festival de Mar de Plata 2009. Competencia Internacional.
Festival de San Sebastián 2009. Horizontes latinos.
Ficha técnica:
Francia, Argentina, 2009
Dirección: Adrián Caetano
Producción: Gustavo Fito Funes
Guión: Adrián Caetano
Fotografía: Julián Apezteguía
Montaje: Omar Ester
Música: Iván Wyszogrod
Interpretación: Milagros Caetano, Natalia Oreiro, Lautaro Delgado, Mónica Ayos, Daniel Valenzuela, Violeta Urtizberea, Susana Pampón, Lola Berthet
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