Sección Oficial Largometrajes
La Sección Oficial de Largometrajes la confeccionaba un total de nueve películas, todas inéditas en España (condición imprescindible para poder participar en la sección), de las cuales siete eran operas primas, un rasgo habitual en el Cinema Jove por su apuesta continua por el descubrimiento de nuevos valores.
En general, se ha conformado una selección de una calidad notable, sin llegar a alcanzar la excelencia. La mayor parte de las tramas, con algunas excepciones, por supuesto, viraban alrededor de dramas con familias disfuncionales y conflictos personales de carácter generacional y juvenil, una etapa de la vida que da para muchos desarrollos argumentales.
En la gala inaugural se presentó Gainsbourg (vie héroïque), primera película de Joann Sfar, reconocido dibujante y guionista de cómics galo, que se incursa en su propio universo onírico y artístico para narrar de forma inusual, a modo de cuento, un biopic sobre el mito de Serge Gainsbourg. La combinación de ambos universos (el del director y el cantante) convierte a esta cinta en una obra singular en el género. En ella destaca el desparpajo interpretativo del joven actor, Kacey Mottet Klein, como el niño Gainsbourg, así como el increíble parecido físico y la actuación de Eric Elmosnino como el icono musical en su edad adulta, junto con la impecable reencarnación de Laetitia Casta como Brigitte Bardot, y especialmente, sorprende el ingenioso recurso narrativo del álter ego que acompaña al protagonista a lo largo de toda su vida. Sin embargo, como en cualquier biografía que quiere abordar toda una vida, el desarrollo del largometraje se hace extremadamente largo, algo repetitivo y en el último tramo apresurado e injustificado, desconcertando al espectador.
Quchis Dgeebi (Street days) es la primera película de ficción de Levan Koguasshville, director georgiano con dos documentales en su haber, Father and Son (2003) y Women from Georgia (2008). En esta ocasión nos presenta un retrato crudo, realista, pero también inverosímil sobre la lost generation de la sociedad georgiana, ubicado en la ciudad de Tbilisi. Una luminosa luz, una soberbia puesta en escena y escasos movimientos de cámara son los rasgos estéticos empleados por Koguasshville para narrarnos un edulcorado tratamiento sobre el mundo de las drogas, la corrupción, el desempleo y la pobreza, en un cruce entre el drama y el thriller. El empleo de actores no profesionales es otra de sus señas de identidad, sin embargo, la falta de caracterización y elección de los mismos no ayuda a la credibilidad del retrato del submundo de las drogas que pretende realizar.
Una de las películas que más desentonaban dentro de las premisas temáticas que dominaban la sección oficial es El fruto. Dirigida por la joven pareja formada por Miguel Baratta y Patricio Pomares, apuestan con su primera obra por un sistema de producción colectivo, narrada con un estilo documental y actores no profesionales, la mayor parte residentes del pueblo argentino de Carlos Keen, en el que se rodó el film. Se trata de un drama rural, contemplativo, lento, calmado, realista, en el que se narra el viaje de Juan, un hombre de edad avanzada, a un destino indefinido, que recuerda de manera exagerada a un cierto cine argentino cuyo mayor exponente es Lisandro Alonso. Destacan los estupendos encuadres conformados por planos fijos, combinados entre planos detalle y generales y una excelente captación del sonido ambiente del mundo rural, que convierte a El fruto en un "bello" film, pero sin intensidad y emotividad que acaba conviéndolo en insulso.
Otra de las disonantes obras de la sección oficial, no por la temática -sigue habiendo una familia disfuncional-, sino más bien por el género en el que se enmarca, fue la sorprendente Eamon, una simpática y agridulce comedia con toques de misterio sobre una joven pareja con un hijo hiperactivo que viaja a un pueblo de la costa irlandesa para pasar unos días de vacaciones. Opera prima de Margaret Corkery, se trata, en mi opinión, de una de las obras más excelentes de la sección oficial, con un tono descarado e inquietante. La espléndida fotografía de David Grennan y las admirables interpretaciones del trío protagonista, especialmente del joven Robert Donnelly, junto con unos desconcertantes giros de guión, son los elementos a recalcar de una impactante primera película, que en algunos momentos recuerda al cine social inglés y particularmente a la filmografía de Andrea Arnold.
La película húngara Apafold (Father's Acre), opera prima de Nagy Viktor Oszkár, nos presenta un duro, rudo y tenso drama rural sobre otra familia desestructurada. La historia del reencuentro entre un padre y un hijo después de una temporada del primero en la cárcel, está marcado por el odio resentido del vástago a su padre, tanto por el abandono que ha sufrido como por la culpa de la muerte de la madre. Ambientada en un espacio agrario hostil, donde la fertilidad de las tierras se convierte en el posible nexo de unión de las dos generaciones, es el emplazamiento propuesto por Oszkár para describir un sobrecogedor duelo de egos y conflictos sentimentales. El estudiado encuadre y composición de los planos configurados con una fotografía de colores fríos, envuelven al film de una tensión latente desde el primer fotograma.
La película galardonada con el Premio Luna de Valencia al Mejor Largometraje fue para Galerianki (Mall girls), trabajo final de estudios en Dirección de Cine por la Escuela de Varsovia de la guionista y directora polaca Kasia Roslaniec. Se trata de un retrato generacional de la adolescencia en la Polonia capitalista -tras veinte años de comunismo-, aunque podría estar enmarcado en cualquier parte del mundo occidental, donde los centros comerciales se convierten en los nuevos polos sociales y en los que se fantasea con la necesidad de poseer. Con unas interpretaciones, en algunos casos excesivas, pero de cualquier modo chocantes, un montaje de cortes bruscos y una historia muy trágica aunque previsible, refleja de forma muy fiel y realista el desamparo emocional en el que se encuentran los jóvenes entre la niñez y la vida adulta. Despierta muchas reflexiones sobre la sociedad en la que vivimos.
De nuevo el paso a la edad adulta es el argumento que impregna la opera prima del enfant terrible del cine canadiense, el jovencísimo Xavier Dolan (director, productor, guionista y actor), con su película J'au tué ma mere (I killed my mother). Con un estilo muy personal que se enmarca dentro del cine de estética indie y espíritu de autor, en este trabajo compagina distintas composiciones y texturas llenas de referencias plásticas y cinematográficas -planos detalle a modo de collage, combinación del color con el blanco y negro para las escenas grabadas con videocámara, a modo de diario, que recuerdan al documental autobiográfico Tarnation de Jonathan Caouette, planos ralentizados acompañados con música al estilo de Wong Kar Wai, etcétera. El film narra, a modo casi autobiográfico, la conflictiva relación amor/odio entre un hijo de dieciséis años, con inquietudes artísticas, sexuales y vitales enardecidas, y su madre, pasiva y completamente antagónica a su vástago. Sorprende su fuerte personalidad impresa en la imagen, pero su reiteración de situaciones de enfrentamiento/reconciliación acaba convirtiendo la pieza en algo pesada y arrogante con complejo narcisista. De todos modos se trata de un autor a seguir de cerca.
Paha Perhe (Bad Family), es la tercera película del director finlandés Aleksi Salmenperä producida por Aki Kaurismäki. Se trata de una tragicomedia desconcertante en el que el protagonismo recae en un padre de familia (de nuevo desestructurada) superprotector, que vive con su hijo adolescente y su nueva mujer e hijo pequeño. Con la llegada, después de mucho tiempo sin trato, de su otra hija adolescente, tras la muerte de su ex mujer, el padre se obsesiona con la relación que se mantiene entre sus hijos mayores, y teme que llegue a producirse el incesto. El director, reconocidísimo en las latitudes finlandesas, apuesta para la narración de su historia por un estilo marcadamente patrio de planos fijos, tempo pausado y colores fríos.
Por último, comentar la película del, podríamos decir, ya veterano Thomas Vinterberg, co-creador del movimiento Dogma 95 y director de películas como Festen o Dear Wendy. Premiada con una mención especial del jurado, compuesto por la actriz rumana Hilda Peter, la intérprete española Ana Álvarez, el actor húngaro Ivan Fenyo, el guionista alemán Holger Jäckle y el intérprete alemán Ingo Scholl, Submarino es un contundente drama familiar. La película comienza con una sobrecogedora secuencia, escalofriante, para presentarnos la infancia de dos hermanos, que pasado cierto tiempo se buscan para reencontrarse por tema de la herencia de la madre alcohólica. Narrada en montaje paralelo de las dos vidas adultas de los hermanos, impacta su fuerte realismo, conseguido con unas espléndidas actuaciones de todo el reparto y una dirección directa y "salvaje" a manos de Vinterberg. Está previsto su estreno en España para el 3 de septiembre.