Woody Allen no falla en su cita anual. Finaliza el verano y aquí le tenemos de vuelta. Esta producción prolífica, fruto de su autoexigencia prusiana, le perjudica más que le beneficia. Porque a ese ritmo, es natural que la irregularidad sea un signo en su carrera, amén de correr el riesgo que la sobreabundancia oculte sus logros. Efecto que me ha parecido que sufre la excelente, Si la cosa funciona (Whatever Works, 2009).
Respecto a Conocerás el hombre de tus sueños, sin ser una película mediocre, sí que es una más en el grueso de su obra, sin que destaque especialmente por encima de sus compañeras. Me temo que su impronta no será perenne, y pasado el tiempo, nos habremos olvidado de ella como de tantas otras, las cuales trato recordar y solo me quedan recuerdos vagos. Ante la temida pregunta, ¿qué tal?, la respuesta rápida es: Woody Allen. Porque nuestro judío favorito ya se ha erigido en sí mismo en un género propio dentro de la comedia.
Desconozco si Mediapro ha impuesto condiciones leoninas al realizador. Pero siendo Conocerás el hombre de tus sueños la segunda producción bajo el mecenazgo de Jaume Roures, es inevitable establecer conexiones entre ésta y Vicky Cristina Barcelona (2008). Sobre todo porque existe una más que evidente distancia con Si la cosa funciona, film realizado entre medias y no financiado por el grupo empresarial catalán. Quizás podamos confirmarlo con la tercera y última colaboración juntos. Y no solo porque ninguno de los dos largometrajes transcurre en Nueva York (creo que no soy el único que la echa de menos en sus films), sino por el tono.
Bajo una ligereza que rehúye del gag y del diálogo chispeante e ingenioso al que tan mal nos tiene acostumbrados, la comicidad está muy controlada. Además, su dirección es invisible (salvo dos momentos en los que juega sabiamente con el fuera de campo), y su composición visual es plenamente funcional, lejos de piruetas metanarrativas o de riesgos formales ya ensayados en otros tiempos. Su cariz urbano es naturalista, nada nuevo, amén de que vuelve a situarnos en entornos de clase media-alta, con gente de profesiones liberales y con ínfulas artísticas. Urbanitas bien acomodados que se sienten bohemios en espíritu y solo consumen alta cultura; que parecen estar muy seguros de sí mismos, pero en realidad están llenos de contradicciones y frustraciones. Woody Allen maneja como nadie esta caracterización de personajes y ambientes, y a base de golpear una y otra vez sobre el mismo hierro, ha forjado una indeleble marca de fábrica. Entrar en su universo diegético es como volver a tu habitación de infancia en la casa de tus padres. Enseguida que entras por la puerta, puedes sentir la familiaridad que tienes con ese espacio que ha quedado aparcado en tu memoria. La estancia, unos minutos en silencio, dispara automáticamente todos tus recuerdos de aquellas vivencias pasadas.
Conocerás el hombre de tu sueños permite esa sensación aplicada a su filmografía, pero a este habitáculo digerible y ágil, parece que le faltan libros y películas en las estanterías. Es como si hubiese limado el cascarón a sus rasgos más reconocibles, para que sus exégetas se sientan cómodos. Y para ello se sirve de la liviandad, apoyada por la estudiada sencillez en las formas fílmicas y en la escritura. Corre el peligro que nos quedemos en esa apariencia de despreocupación, de artefacto inocuo y de transición. Pero es una sensación engañosa ya que esconde tras de sí un poso de hiel, frente a otros largometrajes suyos más frontales y directos como Maridos y mujeres (Husband and wives, 1992). Por aquí podemos rescatar el film, en la manera que consigue canalizar la tristeza y el vitriolo mediante esa sensación de ingravidez y de apariencia mundana.
De hecho, se me antoja como la réplica etérea a la tan discutida Interiores (Interiors, 1978), en este rondó sin fin que constituye su obra artística. Helena (Gemma Jones, la mejor de todo el cast), como en Hannah y sus hermanas (Hannah and her sisters, 1986), es el personaje que siendo secundario, ejerce de hilo conductor del resto de personajes principales: su hija Sally (Naomi Watts), su marido Roy (Josh Brolin) y su ex-esposo Alfie (Anthony Hopkins). Helena también ha sido abandonada por su marido y ello le ha provocado un desequilibrio anímico, convirtiéndose en una pesada carga para su hija, aunque más para Roy. Como ven, es el mismo punto de partida de Interiores. Allí también, uno de los yernos era un escritor frustrado, algo que se repite en el rol de Josh Brolin, incapaz de volver a escribir un nuevo libro como el best-seller que escribió siendo primerizo. Desaparece la gravedad bergmaniana de Interiores, pero en ésta, el realizador aficionado al clarinete se muestra implacable y se niega a otorgar la conmiseración a Sally y Roy. Incluso Alfie, su ex marido con la crisis de la madurez, aparece cruelmente ridiculizado cuando entra en las redes de una prostituta bastante más joven que él. Lo que en Poderosa Afrodita (Mighty Aphrodite, 1995) podía dar pie a situaciones descacharrantes con el papel de la simpatiquísima prostituta de Mira Sorvino, aquí aparece bastante desangelada y con una evidente falta de vis cómica. También resulta más que insuficiente la vecina exuberante de la ventana de enfrente (Freida Pinto), que deja completamente deslumbrado a Roy. Si buscaba simplemente una cara bonita, le sobraban frases de guión que la actriz es incapaz de defender.
Volvemos, en suma, a las relaciones de parejas y a las infidelidades; al egoísmo, a la búsqueda de satisfacción propia por encima de los demás, a las inseguridades y ambiciones malogradas. Pero sobre todo a los auto-engaños, a las ilusiones que nos creamos para evadirnos de nuestras propias miserias morales. Ese es el núcleo conductor de cada uno de los personajes. Ya no es el cine materia de evasión, como pasaba en La rosa púrpura del Cairo (The Purple Rose of Cairo, 1985), sino ahora, sin la figura del psicoanalista mediante (intercambiado perversamente por una vidente), somos nosotros mismos los que nos construimos el fraude, porque la vida sigue siendo insoportable y somos incapaces de asumir nuestras propias flaquezas. Helena volcándose en todo lo que la vidente le dice. Sally, enamorándose como una colegiala de su jefe (Antonio Banderas) y creyéndose correspondida. Alfie, negando su vejez, y Roy, incapaz de asumir su falta de talento.
Woody Allen, el que antaño era el clown triste que nos hacía reír o aquel humanista riguroso de la moral, con la edad madura llega a una aparente simplicidad en sus alforjas, pero su fondo reflexivo sigue siendo muy amargo.
Festival de Cannes 2010. Sección Oficial fuera de Competición.
Ficha técnica:
Conocerás al hombre de tus sueños (You Will Meet a Tall Dark Stranger) , Reino Unido-España, 2010
Dirección: Woody Allen
Producción: Letty Aronson, Jaume Roures, Stephen Tenenbaum
Guión: Woody Allen
Fotografía: Vilmos Zsigmond
Montaje: Alisa Lepselter
Interpretación: Josh Brolin, Anthony Hopkins, Naomi Watts, Freida Pinto, Antonio Banderas, Gemma Jones, Lucy Punch
Por favor, comparte con los lectores de Revista de cine - Críticas, tráilers, sinopsis, análisis de películas tu opinión acerca de este artículo.