Quizá no sea técnicamente admirable, ni sus actores ganen un premio por su interpretación... pero Un juego de inteligencia sí es destacable por esa idea que acaba penetrando poco a poco en nuestras mentes, y que se planteó el director mientras realizaba la investigación para la realización de la película: ¿es realmente posible que un culebrón sea el programa más visto en toda Alemania? Rainer explica en un momento del film algo así como: "Tuvimos seis meses en antena un culebrón. Los dos primeros, el resultado era nefasto, pero la mantuvimos. Poco a poco, la audiencia fue creciendo, hasta que amaron las estúpidas vidas que se explicaban". El espectador se acostumbra y sigue lo que las masas aceptan, primero por curiosidad de ver lo que todos ven, luego, porque es lo fácil y, finalmente, porque es lo único que encuentra. Y es que Weingartner va más allá y consigue que realmente nos preguntemos: ¿y si los índices de audiencia están manipulados?, ¿y si nos encontramos ante una decadencia mental guiada por personas que sacarán provecho de mantenernos en este estado aletargado? El director compara a directores de cadena, guionistas, publicistas y productores con un ejército de fascistas... y no hay razón por la que no podamos pensar lo mismo, sobe todo, tras mostrarnos verdades como que los aparatos de medición no están presentes en casas de extranjeros ni en casas de jóvenes (porque no pueden permitirse pagar la tasa de TV). Además, se selecciona a los poseedores de estos aparatos tras estudios analizados al milímetro. ¿Podrían, entonces, estar enmascarando la verdad? ¿Que la gran mayoría, por ahora, no es tan estúpida como pretenden que creamos?
La verdad es que el director consigue que salgamos del film planteándonoslo, y recordando con una sonrisa en la boca lo que acabamos de ver. Porque la estructura fílmica que sigue Un juego de inteligencia es exactamente igual (lamentablemente, ya que esperábamos algo más de este prometedor director) que la de Los edukadores: creíble al inicio, avanzando con una historia cada vez más naïve y terminando con un final, más que feliz, esperanzador. Pero, también, igual que en Los edukadores, el director sabe que esa esperanza existe, pero es complicado que el deseo se convierta en realidad. En la anterior lo mostraba con la nota que dejan los jóvenes en su abandonaba habitación y que encuentra la policía: "Algunas personas nunca cambian". En ésta, es con el último plano, viendo a todos nuestros héroes sentados, como cajeros, tras las la cintas del supermercado. ¿Cambiarán los gustos de los consumidores? Todos esperamos que sí... pero sabemos que será difícil.
Otra cosa rebatible al director además de haber repetido el formato y evolución del guión, es el precipitado inicio hasta llegar al verdadero desarrollo del film, cuando se presentan la idea y acción centrales. Por un lado, se entiende que deba hacerlo para poder después ser más pausado (es un film cuyo argumento a duras penas aguanta sus dos horas de metraje), pero esa precipitación le ha llevado a ser, quizá inconscientemente, demasiado exagerado en la puesta en escena del Rainer 'gilipollas' (como ya anuncia el film), creando un personaje y situación muy poco creíble (que embista un coche de policía, que tire por la ventanilla una botella, que se enfrente a cuatro 'skins', como si nada...), que en cambio transforma demasiado rápidamente en un cándido Earl, como el personaje de la serie Me llamo Earl (Gregory Thomas Garcia, 2005), que también cambia su vida tras un accidente -incluso en el film hay un momento en el que Rainer le dice al director de la cadena "¿Tú crees en el karma?". Es decir, se echa de menos que el personaje tenga tentaciones que le hagan plantearse si no sería mejor volver a su vida anterior. No obstante, y en cualquier caso, cuando se llega a la trama principal (búsqueda de los ayudantes, entrada a las casas para cambiar los medidores de audiencia, etc.) Weingartner encuentra el ritmo correcto y adecuado a la simpleza de su planteamiento.
Por último, a título personal, debo realizar, como en otras ocasiones, un llamamiento a los iluminados buscadores de títulos en español. Reclaim your brain es la traducción inglesa a Free Rainer: Dein fernseher lügt (la televisión miente). Al menos, recupera tu mente tiene algo que ver con el objetivo del film. Pero... ¿Un juego de inteligencia? ¡Distrae más que ayuda! En fin... tiernamente idealista, increíble, pero esperanzadora. Recomendable para todo tipo de públicos. Eso sí, si no se ha visto Los edukadores, mejor ver Un juego de inteligencia primero, para no quedarse con la (realista) sensación de bajón de calidad.
Festival de San Sebastián 2007. Competición Oficial.
Ficha técnica:
Un juego de inteligencia (Reclaim your brain/Free Rainer) , Alemania, 2007
Dirección: Hans Weingartner
Producción: Hans Weingartner, Antonin Svoboda
Guión: Hans Weingartner, Katharina Held
Fotografía: Christine A. Maier
Montaje: Andreas Wodraschke
Música: Andreas Wodraschke, Adem Ilhan
Interpretación: Moritz Bleibtreu, Elsa Sophie Gambard, Milan Peschel
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