Yo soy Fahrenheit 451, de Ray Bradbury

Fahrenheit 451. François Truffaut, Francia, 1966

Por Arantxa Acosta

Fahrenheit 451¿Y si no tuvieras derecho a leer? ¿Y si se considerase una de las mayores vulneraciones del código de tu sociedad, penado, en última instancia, con la muerte? Porque si lees, tienes consciencia universal. Tienes argumentos. Tienes, en definitiva, opinión. Fahrenheit 451 es una de las novelas, y films, que mejor representan la sociedad distópica que muchos han avecinado, esperemos, sin acierto.

En este especial de Investigamos estamos haciendo un repaso tanto a films donde el fin de la humanidad es, lo menos, impredecible (véanse los textos de 12 monos, Terminator, o Matrix), como películas donde se aventura el futuro del hombre dirigido por una sociedad controladora, ya sea a nivel totalitario, o como consecuencia de la simple evolución, tanto tecnológica como interracial. Así, hemos visto futuros como el que George Lucas nos mostraba en THX 1158 (1971), con una sociedad que vive debajo de la superficie de la Tierra, controlada a base de drogas y de sumisión a una religión enfermiza, en la que mantener relaciones sexuales está prohibido y muchos humanos trabajan incesablemente haciendo tareas que ni ellos mismos comprenden (esta idea la vimos casi reproducida en la poco afortunada La isla, de Michael Bay, 2005), o 1984 (Michael Radford, 1984), adaptación de la famosa novela de George Orwell, en la que un hombre consigue burlar temporalmente el control del gobierno al encontrar un punto ciego en su casa desde el que no pueden observar lo que hace. Otro tipo de films son Gattaca (Andrew Niccol, 1997), en el que los que integran la sociedad se han autoimpuesto el ser siempre los mejores, escogiendo el ADN de los bebés a partir de lo mejor de sus progenitores (que también han sido seleccionados), y donde un parto natural se censura con el desprecio y la degradación social, o Blade Runner (Ridley Scott, 1982), en el que la evolución de la sociedad ha creado incluso puestos de trabajo de especialistas que capturan a robots tan parecidos a los humanos que casi no se les puede distinguir. En definitiva, ejemplos hay muchos de los tipos de futuros paralelos, unos más pesimistas que otros, eso sí (V de Vendetta, Días Extraños, Soylent Green, Brazil...).

Fahrenheit 451La época dorada de este género, en lo narrativo (y no hay que olvidar que muchos de estos films están basados en novelas de este período) estuvo comprendida entre la década de los 50 y mediados de los 60 con autores que imaginaron, seguramente tras la reciente Segunda Guerra Mundial -viendo que no habíamos aprendido gran cosa-, futuros donde el intento de control y gobierno sobre los otros nos llevarían, en el límite, a la autodestrucción. Así, tenemos novelas como la ya citada 1984, Un mundo feliz (Aldous Huxley,  1932... estamos hablando de un verdadero visionario), El día de los trífidos (John Wyndham, 1951), El hombre demolido (Alfred Bester, 1953), El fin de la infancia (Arthur C. Clarke, 1953), o la famosa Fahrenheit 451.

Como muchos saben, el título hace referencia a la temperatura a la que arde el papel. Y es que Ray Bradbury nos presentaba ya en 1953 la historia de una sociedad donde el trabajo de los bomberos es iniciar incendios para quemar obras literarias, ya que su posesión está en contra de la ley, al defender que la lectura convierte en infelices a las personas. La realidad es más compleja: el gobierno es consciente de que la lectura puede crear pensamientos individualizados, cuando ellos buscan que sea común, pacífico y sumiso.

Fahrenheit 451Todo esto vamos descubriéndolo gracias a Guy Montag (Oskar Werner), uno de estos "bomberos" que, dándose cuenta (gracias a una joven vecina que le hace pensar sobre su trabajo) de que su vida no tiene ningún tipo de aliciente, decide investigar sobre los motivos que llevan a algunas personas a guardar los libros e, incluso, a morir por ellos. Pronto se da cuenta de que él quiere formar parte de esa Resistencia que lucha por conservar el conocimiento, convirtiéndose, después de ser perseguido por el gobierno por defender sus ideas, y una vez encontrada su verdadera pasión, en la personificación de "Cuentos de misterio y de imaginación", de Edgar Allan Poe (para comprender esta parte, lo mejor es ver la película).

Escrita como respuesta a la censura que McCarthy ejercía sobre los libros, la adaptación de la novela por parte de Truffaut, trece años después, supuso su primer film en color y en habla inglesa. La película, que sorprende ya desde un inicio, siendo fiel a la historia que va a explicar (en un mundo donde la lectura está prohibida... el director decidió que los títulos de crédito no apareciesen por escrito, sino que fuesen narrados), está lleno de guiños al autor original (se observa claramente cómo se queman ejemplares de Crónicas marcianas e incluso del propio Fahrenheit 451) y al propio Truffaut, que no pudo estarse de quemar un ejemplar de Cahiers du Cinema. Aunque no está llevada al cine de forma fiel al libro (en el último momento, el director decidió, no se sabe bien por qué, que el personaje de la mujer del bombero y de la chica que le hace abrir los ojos fuese interpretado por la misma actriz, Julie Christie), Truffaut supo dar la importancia que se merecía, como si de otro personaje principal se tratase, a los libros quemados. Recomiendo ver el detalle de estas secuencias, ya que, si se está bien introducido en la trama, ver que se destruyen para toda la eternidad obras como el Don Quijote de Cervantes o Los Hermanos Karamázov de Dostoyevski acaba doliendo de verdad.

Afortunadamente, tanto el libro como el film se muestran esperanzadores: tal y como dice uno de los cabecillas de la resistencia, "somos una minoría de indeseables que claman en el desierto. Pero no será así siempre. Algún día nos llamarán a todos para que recitemos lo que nos aprendimos de memoria, y los libros se volverán a imprimir. Y, cuando llegue otra era de oscuridad, hombres como nosotros volverán a hacer lo mismo". Esperemos, realmente, no tener que acabar memorizando libros como Fahrenheit 451.

 

Ficha técnica:

Fahrenheit 451
Francia, 1966
Dirección: François Truffaut
Producción: Lewis M. Allen
Guión: Jean-Louis Richard, François Truffaut (basado en la novela de Ray Bradbury)
Fotografía: Nicolas Roeg
Música: Bernard Herrmann
Montaje: Thom Noble
Interpretación: Oskar Werner, Julie Christie, Cyril Cusack

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